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Reflexiones de una majara

La Soledad ¿necesidad o vicio?

La Soledad ¿necesidad o vicio?

Mi nombre real me define totalmente, de hecho mucho más que el sobrevenido “Sol”. A mí lo de los calores y las playas como que no.  Si a mi santa madre se le ocurrió llamarme Soledad por algo sería. Lo de ser hija única acabó de marcar mi destino FOREVER.

Solitaria desde siempre y por el avatar vital, pues más. A menos tiempo libre, menos tiempo de soledad, etc. No voy a dar el coñazo con lo que ya sabemos: las madres no tenemos tiempo bla, bla, bla . Si eres soltera, quizás aún menos. Digo lo de “quizás” porque de todos es sabido que en ocasiones el macho adyacente no solo no quita curro sino que DA MÁS (aquí viene el abucheo masculino, que acepto sin pestañear).

Aclaremos mi concepto de Momento Soledad, que tiene tela. Estar sola no es tener a los niños acostados, NO, NO, NO, es que no hay NADIE en mis dominios. Para mí, la Soledad es un estado mentalzenmaravilloso en el que solo entro cuando:

Caso 1: cualquier ser vivo está más allá de la puerta de entrada cerrada con dos vueltas de llave.

Caso 2: estoy por las calles, sin apenas riesgo de encontrarme con alguien conocido que me chafe el plan.

En los dos casos, el tiempo requerido para que la Soledad haga mella positiva en mi estado de ánimo es de un mínimo de 3 horas. Si no,  no me vale.

El AmoralaSoledad rige mi vida: me voy de viaje sola (no siempre, of course), al cine, a tomarme mis mocca blancos, a pasear. Esa fue una de las principales razones para mudarme a Madrid. En la little isla no doy un paso sin encontrarme con alguien que me saluda y/o en el peor de los casos se sienta conmigo allá donde esté  para hacerme compañía (tócate los pelendengues…). Pero la gran ciudad me permite estar sola entre la multitud y que nadie joda MI MOMENTO.

A estas highers ya deberíamos conocer la diferencia entre “estar” (que mola) y “sentirse” (que no mola nada). Ejemplo claro: cuando estaba en proceso de adopción alguien me dijo “qué bien, nunca más estarás sola”. Al borde del Lexatín estuve. Gracias a Dios, al colegio, a los abuelos, a que con el tiempo se pirarán (y me dolerá, claro) ESO NO ES ASÍ. En el otro extremo, os digo que jamás me sentí sola hasta que fui madre. El porqué os lo cuento en otro momento y habrá muchas que estaréis asintiendo con la cabeza ahora mismo (qué ilusión me hará si comentáis algo al respecto aquí abajo).

Me causa fascinación la gente que disfruta SIEMPRE de la presencia de otros humanoides. Les admiro, en serio. Me parece mucho más fácil estar rodeado de otros seres, en el trabajo, en casa. Huir del grupo no siempre es fácil y cada vez menos con tanto Social Media. Además Los Sociables molan, son simpáticos, dan conversación a todo el mundo, organizan actividades, se suman a las ya organizadas sin que ello les suponga analizar al pormenor los pros y los contras de ver a TODA ESA GENTE. Y encima son anormales. NO COMO YO.

Ese fin de semana con las amiguitas:

– Si cuadra, por favor, yo en una habitación SOLA.

– Pero vaya ¿que te da igual si no, VERDAD?

– Hombre pues igual NO me da.

– Pero ¿POR QUÉ?

– Me gusta levantarme SOLA.

– Mira que eres RARITA, hija…

Y así por los siglos de los siglos…

Cuando ya me preocupaba seriamente lo raruno de mis Ansias Solitarias, mi amiga Carmen me lanzó un cable salvador  as usual y me dedicó unas bonitas palabras en la red social “Me ha recordado a tu mente brillante” escribió, y adjuntó un enlace que me ha alegrado la vida. YA ESTÁ, todo solucionado: soy brillante (o algo así). JODER, QUÉ BIEN.

Cuando leí el artículo, por un lado me alivié leyendo que Darwin rechazaba ir a cualquier fiesta y que está demostrado que la soledad fomenta la creatividad entre otras muchas maravillas (ahora debería descubrir algo equiparable a la Teoría de la Evolución, la gravedad o la relación espacio – tiempo, pero no lo veo, la verdad). Por otro, me sentí taaaaaaaan identificada en frases como “la soledad es el aire que respiran” o “solo cuando estoy sola me siento totalmente libre”.

Se supone que estando solos conectamos con lo que queremos y proyectamos conseguirlo. Yo siempre me he preguntado cómo lo hacían los demás para pensar con gente cerca. Yo no puedo, imposible. Pensaba que era lela pero gracias a Carmen ahora sé que no (o por lo menos no por eso). Sola he planeado mis viajes, he decidido estudiar esto o aquello, dejar a ese tío, llamar a ese otro, crear este blog, tener a mis hijos, sola escribo, sola duermo, sola sueño, sola decido donde voy porque así sé que llegaré donde yo quiera, sola decido si comparto mi tiempo con alguien que igualará la perfección de mi Soledad.

Mi Soledad es perfecta porque la elijo. Tan perfecta como ver a los que me ven (y me miran), oír a los que me oyen (y me escuchan) y hablar con los que me hablan (y me dicen).

Y tú, ¿qué eliges?

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