Skip to main content
Reflexiones de una majara

Me siento culpable (y así todo el rato).

Me siento culpable (y así todo el rato).

Ayer escuché en el vestuario del gimnasio una conversación entre dos mujeres de unos cincuenta y pico. Una le contaba a la otra que estaba encantada con su novio, que era bastante más joven que ella. Toda ilusionada decía que era muy feliz y, entre risitas nerviosas, presumía de que el sexo era celestial. Tras ese relato lleno de intimidades y alegrías, la mujer se justificó añadiendo “pero es que yo lo he pasado muy mal, NO TE CREAS”.

Yo, que las oía sin verlas, estuve por asomarme entre las taquillas y aclararle a aquella señora que el sufrimiento anterior no era conditio sine qua non para sentirse tan bien ahora, que esos rollos sobre los castigos y los premios divinos no son más que una gran farsa que nos han metido entre pechos y espalda desde la niñez y que nos han programado para creer que nos merecemos lo malo pero nunca lo bueno.

No puedo evitar acordarme de aquella preciosa oración que rezábamos en mi colegio de monjas (sí, he dicho MONJAS. Así he salido…):

“Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén”.

Ahí estábamos, a los 6 añitos canturreando semejante salvajada. Y claro, ASÍ NOS VA.

Ojito, que hasta tener la regla es culpa de alguien. Hay rumores según los que la menstruación es el castigo que heredamos de Eva, que fue una zorra pecadora que tentó a Adán (atontao perdido) y con ello jodió a la humanidad pa los restos. Así que los cólicos, las hemorragias y el dolor de tetas no son consecuencia de un proceso fisiológico, NO. Tenemos la regla porque nuestra tataratataratataatabuela fue un putón que sedujo a nuestro inocente tataratatataratatatarabuelo para chingar como cosacos.

adán y eva
Eva tentando (la muy perra).

Lo de “parirás con dolor” ya no voy ni a comentarlo. Culpa de la cerda de Eva también. Como si fuera posible sacar un Nenuco por el jilguero sin notarlo…

Y es que vamos por la vida pidiendo perdón:

  • Si sacas buenas notas lo justificas diciendo que “han preguntado lo que había estudiado” o “se habrán equivocado”. Qué vergüenza ser inteligente y/o responsable, por Dios.
  • Si te dicen que estás guapa, en lugar de dar las gracias y creértelo, será porque te has maquillado mucho o es que “me miras con buenos ojos”.
  • Si te tachan de buena madre pensarás que la cagas constantemente pero que nadie lo ha notado.
  • Si te felicitan por tu blog es porque tus amigos te quieren mucho y no te van a decir lo que piensan. Por supuesto, si te lo dice un tío es señal inequívoca de que quiere empotrarte.

Pero ¿por qué coño nos cuesta tanto reconocer que somos la hostia? 

Nos sentimos culpables por ser guapos, listos, por ganar pasta, por tener un buen curro, por irnos de vacaciones, por follarnos a alguien maravilloso, por dormir 12 horas, por pasarnos un domingo en el sofá, por hacer pizza precongelada para cenar, por comer sin engordar,…

 

Nos educan para no ser libres. Todo en la vida han de ser derechos y obligaciones. No debes recibir nada a cambio de nada.

Nos manipulan para creer que los demás tienen poder sobre nuestra vida y nosotros sobre la vida de los demás. Sentimos que somos culpables de la felicidad o la infelicidad ajena, pero nunca pocas veces de la nuestra. Desde pequeñitos nos sueltan barbaries tales como “me pones de los nervios” o “me he enfadado por tu culpa”. ¿Te has planteado que lo que a ti te pone nervioso igual eres tú mismo y que quizás deberías centrarte en controlarte a ti y dejarme en paz a mí?

En fin, que aquí servidora es la primera a la que la culpa aplasta: por no currar más horas, por no estar más delgada, por leer menos de lo que debería, porque hoy no he llamado a mi madre y ayer no duché a mis hijos.

Mis monjitas me dirían que no me merezco mis vacaciones, tener amigos tan estupendos, estas tetas que no se caen, esa ex-pareja que me adora, que gente tan lista quiera escribir conmigo, lo bien que me lo paso en el karaoke, el polvazo del martes…

Nunca he sufrido muchisísimo. No he cumplido mi penitencia.

Quizás me toque pagar a posteriori. Hostias, QUÉ MIEDITO.

Como no sé cuando empezará el martirio, decido que hoy seré libre. Así que de momento disfrutaré de este Nueva York maravilloso en el que me hallo, desayunaré una tostada carísima en Sarabeth´s, pasearé por mi Central Park, esta noche cenaré con mis amigas, reiremos hasta hacernos pis y esperaré con paciencia (pero sin culpa) el castigo divino que me merezco por tanta felicidad. AMÉN.

Comments (16)

Los comentarios están cerrados.