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Etiqueta: Idris Elba

Idris Elba (o el Empotrador Supremo)

Idris Elba

Sí, amigas, se me ha ido totalmente la pinza con este hombre. Me siento cual quinceañera. Hasta sueño con él. Os contaré cómo ha sido el proceso hasta llegar hasta este enamoramiento sin precedentes. Bueno, sin precedentes desde Jason Momoa. Y Ryan Gosling. Y Benedict Cumberbatch.

Antes de agosto, para mí Idris era un actor buenorro más. MUY buenorro.

Pero me fui a Nueva York.

Las calles neoyorquinas estaban empapeladas con el cartel de su última película. Ahí estaba él, con su metro noventa, con toda su negrura, con ese título “La Torre Oscura”.

Yo no podía parar de pensar en lo oscura que debe tener Idris su torre. Mis amigas y yo lamíamos los pósters  por doquier. Sí, pasamos de los cuarenta, Y QUÉ.

Nueva York se acabó y de allí me fui a mi isla querida, donde escribí un nuevo post sobre Empotradores en el que le declaraba mi amor absoluto a Idris.

Dos días después de publicar ese romántico texto, mi amigo Pedro me invita a una fiestecita discotequera en el lugar donde trabaja.

– Vente el domingo, que será el mejor día del verano.

– Uf, yo ya no salgo, pero, ¿por qué va a ser el mejor día, querido mío?

– PORQUE PINCHA IDRIS ELBA.

– Pero si este bigardo es un actor de Hollywood. Qué coño hace pinchando por los antros ibicencos. Me estás tomando el pelo, churri.

Me metí en Google, que resuelve todas las dudas del planeta.

Era verdad. HOSTIAS, HOSTIAS, HOSTIAAAAAAAAS.

Y allá que me fui yo, que me acuesto normalmente a las diez, pero que por una buena causa como esta me da igual empalmar tres días seguidos.

Amiguis, amiguis, AMIGUIIIIIIIIIIIIIS. Vi, con estos dos ojos,  cómo esa bestia parda pinchaba a la par que movía ese pedazo de cuerpo, europeo de primera generación porque sus padres son africanos. Ese cuerpo fibrado no es de gimnasio, NO. Es un cuerpo selvático, salvaje, enorme, duro, brillante. De los de correr junto a los leones y las jirafas.

UNA PUTA MARAVILLA.

No os podéis imaginar (o sí) la de barbaridades que se me ocurrían al contemplar semejante paisaje. Sufría de lo lindo porque no me había acompañado ninguna de mis amiguis asalvajadas. Esas con las que podía haber comentado cada detalle de la anatomía de Idris. Hasta dolor de barriga me entró. Así que decidí soltarle todo lo que llevaba dentro a Juan, un joven que me habían presentado hacía escasos minutos, y con el que habíamos tenido la típica charla de “Hola, qué tal. Cuánta gente. Qué bien todo. La la la”.

– Madre de Dios, qué bueno está este hombre y qué pedazo de cosa ha de tener ahí abajo.

Yo pensaba que el pobre se iba a desmayar. De hecho se fue durante unos minutos, supongo que a refrescarse y, al volver me dice :

– Bueno, tú estás generalizando.

– No.

– Hombre, porque sea negro…

– El guepardo es el animal más veloz del mundo y un señor africano de metro noventa tiene un pene glorioso. No es generalizar, ES UN HECHO EMPÍRICO.

– Algún guepardo lento habrá.

– Uno lesionado. Yo no veo a Idris lesionado, la verdad, así que… (Dije señalando con la cabeza al Dios de ébano que seguía meneando el body al ritmo del musicón).

Ahí el joven no pudo rebatirme, claro. La ciencia es la ciencia.

– Bueno, pues ve a decirle algo.

– Ni de coña, no soy nada rollo fan. Yo le observo, babeo, y con eso me basta.

Cuando Idris terminó de  deleitarnos con sus músicas y procedía a pirarse con la novia agarrada a su cintura cual si fuera un flotador (nena, Idris tiene para todas, no te estreses), Juan le paró y le comentó que yo era muy fan.

Sonreí, super digna.

A ver cómo le contaba yo al Supreme Empotrator que “Fan” no es la palabra, que es que yo escribo cochinadas y le había elegido como el tío más Empotrador de la galaxia. Así que me relajé e intenté oír lo que me decía pegadito a mi oreja, pero el puto techno lo impidió. Solo escuché un claro “Nice to meet you” mientras me daba esa mano de dos metros cuadrados. Yo respondí un “Nice to meet you too” absolutamente impropio de mí. De lo más correcto. Un asco.

Entonces Idris salió por la puerta y nunca sabremos si lo que me susurró fue algo como “Dejo a esta en el hotel y vengo a ponerte fina filipina”. Desde entonces vivo con la duda, el desasosiego y la ansiedad.

Voy a sobrellevar la distancia a base de ver compulsivamente “Luther”, serie en la que es el poli más listo de todo Londres y mañana mismo me zampo la peli que ha rodado con Kate Winslet. Sí, esa en la que se estrellan en avión y acaban solos en una montaña nevada. Con lo que a mí me gustan los Pirineos, PORDIOS, Idris.

Y esperaré pacientemente a que el próximo verano nos visite de nuevo. Para entonces me habré insertado un sonotone para no perder detalle de sus palabras y tendré ensayadísimo mi discurso en british sobre los Empotradores, sus características y el efecto que causan en mí y en mis amiguis lectoras.

See you soon, Idris.  
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