Cómo pillar cacho en la era de Tinder (sin Tinder).
Que lo de pillar cacho está difícil (al menos para mí y algunas de mi entorno) no es ningún secreto. Muchas son las explicaciones que he encontrado pero ninguna parecía ser la definitiva, hasta que descubrí Tinder.
Yo tenía amiguis que lo usaban y me parecía algo exótico y divertido como para escribir sobre ello, así que voy yo muy decidida y me abro un perfil. “Coño, qué fácil”, pensé yo…

Y empiezas a revisar el catálogo y al cabo de 20 fotos quieres morirte, de la risa o de la desesperación, según tengas el día. Sobre el tema de las imágenes ya escribí y podría seguir por los siglos de los siglos… Pero como soy muy de la investigación en profundidad, les di unos likes a los que menos miedito me daban y AY, LA HOSTIA.
Los primeros comentarios que me hicieron eran del tenor literal siguiente: “Tras unos vinitos ¿Me invitarías a tu casa?” o “Tengo sabor a Cola Cao y a Nesquick” (en mi perfil pone que soy adicta al Cola Cao). Pero vamos a ver, almas de cántaro: por muchas ganas que tuviera de fornicar, ante semejantes sandeces, NO OS TOCO NI CON UN PALO.
Entonces, yo muy lista, pienso que estos tíos son tontos del culo y no tienen ni idea de cómo llevarse a una tía a la cama. Para mí es obvio que deberían esperar a quedar, ver si la tía les mola, intuir si a ella le pasa lo mismo y entonces ¡Zasca! morreo al canto y pollazo ulterior.
PERO NO.
No soy yo tan lista, de hecho, NO TENGO NI PUÑETERA IDEA. Por sideral que me parezca, hay chicas, que contestarán “Nos podemos saltar los vinos” y “Estoy loca por zamparme tu cacao”. Y es que siempre hay un roto para un descosido, ya lo decía mi abuela.
Ahora lo empiezo a tener claro: ellos hacen la “metralleta”, o sea, “likes” a tutiplén. Lo que toda la vida ha sido un “disparar a lo que se mueva” o “en tiempo de guerra todo agujero es trinchera”. El único requisito sine qua non es tener coño. Hay match, ellos lanzan una pregunta más o menos encubierta que básicamente significa “¿Te la voy a meter en cuanto te vea?”, hacen copiar/pegar indiscriminado y unas cuantas contestan el tan ansiado “YES, OF COURSE”.

Y, milagro, se produce una nueva versión de la selección “natural”. Solo sobreviven follan las que primero y más claramente griten “¡SÍ, ENCHÚFAME!”.

En un primer momento pensé que Tinder no era más que el ligoteo real llevado a lo virtual, con lo cual los volúmenes aumentan exponencialmente. Si en una disco tonteas con 3 en una noche, en Tinder puedes hacerlo con 30 en una hora. Pero la aceleración va mucho más allá: es muy duro decirle cara a cara a una tía “Oye, ¿quieres follar?” a dos minutos de haberla conocido, pero qué fácil es decírselo al Iphone…
Y yo me planteo varias cuestiones… ¿Realmente este es el sueño de muchos tíos que quieren metérnosla antes de saber nuestro nombre? ¿Hacia dónde evoluciona esto? ¿Va a ser la tónica general? ¿Ya lo es? Las que no gritemos “Sí, fóllame”, ¿ya nunca jamás follaremos? ¿Se acabó ligar en los bares, en los conciertos, en la vida real? ¿Debería abrir mi mente junto con mis piernas y ser menos tiquismiquis o directamente me embuto en un hábito?
Venga, le voy a dar otra oportunidad a la App… Vuelvo a mirar las fotos y todos esquían, todos hacen surf, todos tienen perro, TODO ES MENTIRA.
Y yo, que nunca fui reticente al polvo de la primera noche, me pregunto cual es la diferencia entre eso y el SÍ de Tinder. Y ya lo empiezo a tener claro, queridos míos: la diferencia es el chiste estúpido que me pone cachonda, lo bien que bailas, lo bien que hueles (mejor sabrás), ese culo tremendo, esas manazas, cómo me miras las tetas, cómo me miras la boca, lo bien que conjugas el subjuntivo, cómo me besas, cómo me tocas.
Y quizás llegue un día en el que la tecnología consiga que mi teléfono huela, sepa, toque. Hasta entonces y, muy a mi pesar, seguiré preguntándome cómo pillar cacho en la era de Tinder, PERO SIN TINDER.