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Etiqueta: Whatsapp

De WhatsApps y otras especies

de whatsapps y otras especies

Era inevitable, La App se merece como mínimo un post.

Yo pensaba escribir unas líneas defendiéndola como recurso práctico cuando se usa con criterio y criticándola cuando se abusa de ella con mensajes inútiles o como sucedáneo de encuentros cara a cara pero, cual es mi sorpresa, cuando al googlear para documentarme un poco me encuentro con todo un mundo basado en el Ligoteo Whatssappeador.

Lo que más me llama la atención es el fenómeno denominado Relación Ficticia Creada a Base de Whatsappeo Masivo (en adelante RFCBWM, acrónimo acuñado por mí misma). Ojo que la RFCBWM no se da solo en el ligar sino en cualquier tipo de vínculo.

De Whatsapps y otras especies

Conoces a alguien un Saturday Night, cruzas tres frases, le das tu número, al día siguiente te preguntará SIEMPRE LO MISMO “¿Cómo acabaste la noche?” y ZASCA, RFCBWM al canto.

A partir de ahí se suceden una serie de procesos interesantes a la par que absurdos. Por solo nombrar unos pocos señalaría:

  • Los días y días escribiendo hasta quedarte bizco y esguinzarte los pulgares.
  • Los “jajajas” cuando no tenemos nada mejor que decir.
  • El análisis sintáctico, morfológico y sintagmático de los mensajes de El Contrincante para desentrañar sus significados ocultos.
  • Los pantallazos a las amigas para que vean “lo gracioso que es y las cosas que me dice”.
  • Los “¿le contesto?” “¿qué le digo?” “¿ahora o luego?” incesantes.
  • Los “buenos días” “buenas tardes” “buenas noches” que no has dicho en toda tu vida los dices en una semana de RFCBWM.

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Y según lo escribo, me voy poniendo más nerviosita. Creo que este tema me ha pillado un poco mayor. Y decido ponerme mis músicas ochenteras a ver si me acuerdo de como se ligaba A.W.(antes del WhatsApp).

Creo recordar que la gente quedaba, qué tiempos aquellos…

Os conocíais, os dabais el número de fijo o de móvil (dependiendo del siglo). Si eso, os llamabais una o dos veces y luego había encuentro con sus mariposas en el estómago, sus conversaciones, sus risas en directo (sin “jajaja”), con suerte unos morreitos y luego te ibas a tu casa emocionad@ de la vida a esperar el próximo encuentro (o no).

En los casos más intrépidos o si no tenías su número, te dejabas caer por donde salía para VERLE/LA. Vamos, lo que ahora sería una salvajada sin precedente.

De Whatsapps y otras especies

Como soy una tía muy seria y me gusta documentarme si no controlo el tema, he metido en google “ligar” + “WhatsApp”, a ver que salía, y… LA MADRE QUE ME PARIÓ, hay todo un mundo.

Hay un espécimen que ha escrito un Ebook llamado “Cómo conquistar a cualquier mujer por WhatsApp“. Ojito a lo de “cualquier“. He encontrado otro que les (a ellos) descubre “qué tres mensajes exactos debes enviar para conseguir citas que se convierten en SEXO y relaciones”. Tres. Ni dos ni cuatro. TRES.

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Hay también:

  •  Artículos sobre “Como tener labia”. (Hostias y yo convencida de que eso se tenía o no se tenía).
  • Estrategia: qué decir,  a qué hora debemos de enviar los mensajes y cuanto tardar en contestar (y yo que pensaba que esto era como hablar, que si no contestas cuando escuchas al otro eres un maleducado…)
  • Cómo crear Tension Sexual (lo de Tensión ya me pone tensa, claro).
  • Cómo crear misterio y ser ambiguo (pa morirse).
  • Cómo convertirte en un cabroncete juguetón: 1. NUNCA te despidas, 2. Alarga la relación espacio-tiempo, 3. NUNCA te excuses por tardar en contestar. (En cuanto a este energúmeno, voy a conseguir su número y DE VIVA VOZ le diré que es un GILIPOLLAS. Así sin filtros. Luego si quiere se lo escribo también por si se le ha olvidado el lenguaje hablado).
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Llamadme antigua, retrógrada, anormal, pero me resulta flipante que un texto escrito en una caja de plástico genere más relaciones, alegrías, tristezas, ansiedades, etc. que un cara a cara, un polvo o una conversación.

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Quiero compartir algunas de las situaciones surrealistas que producen las RFCBWM y aquí es, cuando leyéndome, empezáis a decir en voz alta “Joder, igual que a mí”, “Sí, como aquella vez”, “Qué fuerteeeeeee”.

1. Ese ex que durante años reaparece periódicamente y te comenta lo guapa que estás en esa foto de Facebook, inicia una RFCBWM que dura semanas, de repente desaparece de la faz del teléfono y cambia su foto de perfil que era una palmera caribeña por otra con su novia nueva.

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2. RFCBWM iniciada en sábado de borrachera que, tras semanas de mensajes subidos de tono, finaliza en cita (sexual o no). Dos variantes:

          a) Desaparición total comparable a las de Lobatón en sus buenos tiempos.

       b) En el peor de los casos, la desaparición es parcial y cada dos semanas aproximadamente El Contrincante reaparece con mensajes tipo “besos guapa”, “Feliz Navidad”  (el 24/25 os vais a acordar de mí y lo sabéis) y cuando tú contestas con un educado “¿cómo estás? desaparición again hasta el siguiente texto que, por supuesto, no responderá a tu pregunta. Y así hasta el infinito a no ser que bloquees el contacto ya jarta de tanta tontería.

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3. RFCBWM que, sin saber como, desemboca en frases tales como “me gustaría saber en qué punto estamos”, “me estoy enamorando” o “eres la mujer de mi vida”. Aquí se pueden dar los apartados a) y b) del apartado anterior sin ningún problema. También sería coherente bloquearle por majara o psicópata…

4. RFCBWM que se convierte en un mareo susceptible de necesitar Biodramina: y venga escribir y escribir toooooodo el día, tooooooodos los días y de quedar ná de ná. Esto suele diluirse con el tiempo tras muchas horas y varias dioptrías perdidas.

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Y que conste que uso La App.  MUCHO. Útil para quedar en grupo, para enviar enlaces, para un “ya salgo” o “llego tarde”. Pero desde luego prefiero ver, o en el peor de los casos, escuchar la voz de la persona con la que hablo.

Voy a minimizar los textos y voy a aumentar las llamadas y, en la medida que pueda, los encuentros.  No quiero relacionarme con una caja de plástico, quiero ver, oír, tocar, besar y abrazar a mis nuevos y viejos amig@s, a mis amantes o aspirantes a serlo, a mis padres.

Quiero también verme y oírme a mí misma y no escuchar el pitido de “WhatsApp nuevo” cada 5 segundos (de hecho, hace ya semanas que eliminé el p*** ding dong) con el que se me corta cualquier pensamiento coherente que pueda tener (que no son muchos).

Si quieres hablarme, me llamas. Si quieres verme, quedamos. Si quieres escribirme, fantástico pero con un Por qué y  un Para qué bien hermosos.

Las RFCBWM me han pillado a destiempo. Yo prefiero comer con mi amiga Cristina, ir al teatro con Lidia, desayunar con Alicia, abrazar a Mabel, cenar con Barto, besar a Peri y coger de la mano a Ángel.

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 ¿Y tú?

Es tendencia: el WhatsApp cochino.

Estaba yo el otro día comiendo con unas amigas de la facultad, cuando surgió el tema del sexo (cómo no). No sé por qué, las casadas se piensan que nosotras, las solteras, nos pasamos el día fornicando a troche y moche. NADA MÁS LEJOS DE LA REALIDAD. De la misma forma, creía yo que las casadas, por aquello de tenerlo a mano, chingaban cuando les apetecía. Y, de hecho, muy alejada de la realidad no estoy. Lo que no sabía yo es que, a pesar de tener al contrincante al ladito cada noche, no tienen demasiadas ganas de tratará.  “Ya sabes… El cansancio, los niños, el aburrimiento”.

En estas estábamos cuando Ana, que siempre ha sido muy sexual y muy revolucionaria, nos dice que, encima, ella y su marido duermen separados porque no es capaz de dormir con alguien al lado y, harta de pasarse las noches en vela, decidió montarse su habitación independiente.

ANDA LA HOSTIA, dijimos todas. Entonces es aún más difícil la cosa. Porque, claro, algún día quizás te acuerdas, entre la cena y los baños de los niños, de quedar para echar un kiki, pero lo más normal es que estés pensando en cualquier chorrada y lo de follar se te olvide. Si encima no duermes con un pene que te lo recuerde, NI TE CUENTO.

No mujer, no. Yo le mando Whatsapps, dijo Ana tan pancha. Ojipláticas nos quedamos. Ella siguió contando que, cuando tiene ganas, le manda un mensajito a su marido, pidiéndole que la visite en su alcoba y ya está. Todo de lo más sencillo, moderno y operativo. Así es ella.

Y yo, que me imagino a este santo matrimonio, cada uno en su cama,viendo Netflix y pensando, ¿le envío o no un mensaje cochino? ¿Y si luego me da pereza? Con lo interesante que está “Sherlock” en este capítulo.

Por otro lado, Ana no comentó nada de que su marido le enviara mensajes a ella. ¿Será que solo es la fémina, en este caso, la que tiene derecho de pernada? ¿Será su marido un simple objeto sexual sin voluntad? ¿Se enfadará Ana si el otro le dice que nanay? Y, por último, si no contesta, ¿irá a reclamarle a su habitación o simplemente se pondrá de morros a la mañana siguiente?

Todo esto me hace recordar a aquella otra amiga mía, que llegó a un acuerdo con un follamigo según el cual, él tenía que aparecer en su casa cuando ella quisiera y, a cambio de estar disponible siempre, ella le pagaría. O sea, que la tía era proxeneta, pero de las finas, porque el puto era solo suyo. Bueno, suyo y de su novia, porque, para colmo, el chaval tenía pareja. Todo un lío. En el caso de Ana es todo mucho más políticamente correcto. Hay matrimonio de por medio. Y que vivan los sacramentos, que entonces ya no es pecado.

Me pregunto qué cara se le quedará al consorte cuando compruebe que, previamente al mensajito sexual, Carmen estaba viendo una peli de Jason Momoa, o unos videoclips de Adam Levine y ha sido eso lo que la ha puesto cachonda. Igual hasta le gusta, yo que sé.

Y es que, queridos, para gustos, los colores, y para personajas, mis amigas.

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