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Lunes con sol

325 gilipolleces que me hacen feliz (sí, también en cuarentena).

325 gilipolleces que me hacen feliz (sí, también en cuarentena).

301. Quedarme viendo “Chicago Fire”, en Prime Video, hasta las mil. Nunca un bombero fue tan guapo como Kelly Severide. Hay bellezas demasiado impresionantes como para ser comprendidas. Lady Gaga lo tuvo a su vera durante cinco años, nunca fue tonta ella.

302. Las torrijas de Balbisiana. Las encargo para que me lleguen los sábados. Para que mis niños y yo sintamos que el fin de semana se diferencian del resto de días uniformes de esta cuarentena.

 

303. Leer las revistas de moda, ilusionarme viendo unas gafas imposibles, planear viajes a todas esas ciudades que nombran. Abstraerme de obligaciones y responsabilidades. Dedicarme un rato a mí porque sí.

304. Apagar el móvil, porque el ansia de conexión me desconecta y a mí eso no me gusta.

305. El último libro que me he leído “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes”. Cuando lo terminé pensé que no debía escrbir más. Qué chorreo de talento, de sensibilidad, de valentía. Leedlo.

306. Los tomates raf. Me enviaron una caja desde soloraf.es y, si así saben los tomates, yo no me había comido un tomate en mi vida. Me los tomo para desayunar, para merendar. Con aceite y sal, con burrata, con nada.

307. La pandemia me está convirtiendo en una señora británica. Las ansias por rodearme de belleza me han llevado a comprar una tetera, una lechera, una huevera, un salero y una taza todas blancas con filo plata. NO me caben las tazas en casa. Cómo disfruto hacíendome un huevo pasado por agua que, milagrosamente, me sale perfecto desde el primer día. Untar pan del bueno en esa yema brillante, sorber té, respirar.

308. Comer a deshoras, comer alimentos sabrosos: queso con uvas, cecina de la buena, pan con tomate y jamón. Desde que recuperé el gusto no desperdicio la ocasión. Creo que lo único a lo que antes no le daba demasiada importancia y ahora sí es a saborear sin mesura.

309. Mis rituales nocturnos: acostar a los niños, ducharme con aceites que huelen a gloria, abrigarme, salir a la terraza, contemplar el silencio de mi plaza de Olavide. Estar conmigo, por fin.

310. Hacer deporte, quién me lo iba a decir a mí. Desde que, con Reto48, conseguí que se convirtiera en un hábito, no hay día en que no menee este cuerpo serrano.

311. Planear mi nueva cocina, que va a ser bonita a más no poder. Miro en Pinterest, en Instagram, por todas partes. Cambio de idea: del blanco al gris antracita, el horno arriba o abajo, con isla o sin isla.

312. Los memes cuarentenos. Me muero de la risa. Me sorprende y me fascina lo ocurrente que es alguna gente.

313. Los días soleados, que no están abundando demasiado. Nunca me han molestado los días nublados, pero ahora mismo, sentarme en mi balconcito de buena mañana y notar el calorcito del sol de abril y mayo se me antoja como un placer incomparable.

314. Las croquetas, porque he aprendido a hacerlas y me salen bestialmente buenas. De nuevo, al recuperar el sentido del gusto se me antojaron las croquetas de mi madre. Jamás le he preguntado sobre la receta porque ni me gusta cocinar ni me iban a salir igual de buenas que las suyas. Pero, ay, cómo es la necesidad. Si llego a saber lo sencillito que es, aprendo mucho antes. Tengo un truco estupendo, que es hacer croquetas de medio kilo, para convencerme de que me he comido tres cuando, en realidad, me he zampado nueve.

315. Esta canción.

316. Comprobar que me llevo la mar de bien conmigo misma.

317. Que todo mejore; que haya mucha gente ya curada; que, pese a todo, haya esperanza y solidaridad. La mayoría de la gente es absolutamente maravillosa.

318. Que, desde que dejan pasear a los niños, los adultos los miren como si fueran el Mesías. Sus caminatas son señal de mejoría.

319. Los gritos de los chicos de la frutería de debajo de mi casa. Abren muy temprano, a las ocho y media. Cantan bachata, discuten, se rién con ese salero estupendo que tienen los dominicanos. Me hacen compañía.

320. Comer naranjas dulces que he cortado y colocado en un cuenco bonito. Sí, seguimos con los sabores y con el menaje.

321. Mis nuevas sábanas de flores. Siempre son grises, pero ahora necesito campo.

322. A conjunto con la tetera, un camisón blanco con el que no dormiré pero sí iré a la playa y una bata para estar por casa, blanca también, con bordados. No he llevado bata en mi vida, y menos bonita. Soy de chándal viejuno, pero Laura, de librería Amapolas, me inspira con sus outfits y de aquellos barros estas batas.

323. Que las plantas de la Fabulofi hayan aguantado vivas un mes sin que nadie las haya regado. Pensaba mucho en ellas y en lo triste que me pondría cuando me las encontrara chuchurrías, pero Sofía y Encarna son unas tías de lo más fortachonas.

324. Confiar en que la gente lista y científica del mundo va a encontar tratamiento y vacuna para el bicho.

325. Vosotras, acompañándome siempre. GRACIAS.

       

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