
6.000 Km
6 A.M. El despertador digital del hotel me recuerda que no llevo nada bien el jet lag. Gracias a la interminable cola de los mostradores de inmigración, llegaba a mi habitación a medianoche. Cómo me gusta mirar por la ventana cuando aún no ha amanecido. A las cinco ya había gente corriendo en la cinta del gimnasio que hay frente al hotel. Curioso pueblo el neoyorquino, ¿dormirán alguna vez?
6….