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Reflexiones de una majara

De fútbol infantil a las 8 de la mañana y otras torturas.

De fútbol infantil a las 8 de la mañana y otras torturas.

Viernes, 15:00. Recibo un WhatsApp del nuevo entrenador de mi hijo. “Te paso la información del partido del sábado”. Yo, que me temo lo peor.

Hora partido: 9.30.

Hora citación: 8.30

Lugar: Torrejón de Ardoz.

“Mira, que habíamos hecho planes. No puedo llevarle.”

Y el entrenador que insiste: “le puedo llevar yo u otro padre.”

“Lo tengo en cuenta para otro día”. Por aquello de terminar rapidito con una conversación que no llevaba a ningún sitio (y menos a Torrejón).

Y él que sigue: ¿seguro que no puede ir?, y es que es un partido importante, y…

PERO VAMOS A VER…

No sé muy bien ni por donde empezar con todo este rollo del sacrificio extremo como demostración del amor paternofilial. O sí.

  • NO INSISTAS. Estamos hablando de un puto partido de fútbol, no de una sesión de diálisis. 
  • No tengo por qué justificarme en ningún caso, mucho menos cuando estamos hablando de que me levante a las 6.30 de la mañana de un sábado. No me sale del toto. Punto.
  • Que hay muchos padres que lo hacen: ESTUPENDO. Yo no, y eso no me convierte ni en peor ni en mejor madre, sino en una persona que toma una decisión que le afecta a ella y a su familia. Ya está.
  • Ante los que me argumentan que quizás mi hijo tenga aptitudes para el fútbol y que sea el próximo Messi, allá voy:
    • ¿Y si es el próximo Vargas Llosa? ¿O el próximo Picasso? ¿O el sucesor de Steve Jobs? Me obliga eso a apuntarle a todas las extraescolares del planeta hasta que acertemos con el talento innato de la criatura?
    • ¿Me hostigaríais igual si nos levantáramos esas horas para asistir a un club de lectura? Me da a mí que, en ese caso, sería una majara obsesa. En fin…
    • No, no quiero que mi hijo “me retire”. Ya me retiraré yo, si eso.
  • Concibo el deporte, o cualquier otra actividad lúdica, como disfrute del que lo practica, no como un martirio para los demás.
  • Para algunas familias, el hecho de que su hijo les dedique un gol compensa los madrugones, las horas de coche, el agotamiento. A mi no me compensa. Fin de la historia. De nuevo: el libre albedrío.
  • No le van a llevar otros padres porque no quiero deber favores. Los pido para cosas muy concretas y necesarias y esto, para mí, no lo es.
  • Para los que comentáis que “mejor que jueguen al fútbol a que se pasen el día en el sofá”: ¡SORPRESA! Hay más opciones. No me da la vida, ni el blog, para enumerarlas.
  • La felicidad de una persona (en este caso mi hijo) no debería darse nunca a costa de la infelicidad de otra (en este caso yo). No, su bienestar no es MÁS importante que el mío, sino IGUAL. No voy a entrar en que “madre feliz, niños felices”. Mi felicidad es importante en sí misma. Soy un ser humano con derechos personales e intransferibles. Mi hijo no es un apéndice mío.

Y es que parece que todo sacrificio es poco, que cualquier negativa al martirio chino relacionado con los hijos solo sea moralmente válido si media fuerza mayor. Eso es la maternidad: sacrificio, sufrimiento, olvidarte de que existes. Nada de aprovechar el sábado para hacerte la manipedi o rascarte la fufa en el sofá, so perra.

Los otros lo hacen, igual que les compran móvil a los diez años o les amorran al Fortnite. Pues tú también, así tus hijos serán como todos los demás. Tú serás como todas las demás.

Ay, el puto rebaño. Ay, el qué dirán.

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