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Cosas que me pasan

Las flatulencias vaginales (o tierra trágame right now)

Las flatulencias vaginales (o tierra trágame right now)

Al leer el título has dado un respingo, has sentido vergüenza, has recordado aquella vez, y aquella otra…

Pues os voy a contar, amiguis, que hoy quiero reivindicar el pedo vaginal, no voy a gritar “Pedorrémonos todas unidas”, pero sí “Chicas, nos pasa a todas, tampoco es para tanto”. 

La cosa viene porque ayer a última hora de la tarde, momento en el que aprovechamos las féminas de la ofi para rajar de lo importante de la vida (cosméticos, zapatos, penes y molestias de nuestras zonas bajas) la más jovencita nos suelta que, en una postura invertida de yoga, se soltó un pedo vaginal de lo más sonoro y se quería morir. Nosotras, las cuarentonas, no nos espantamos lo más mínimo. Normal, llevamos pedorreándonos vaginalmente toda la vida: en yoga, mientras ñakañaka, y en unas cuantas ocasiones más. Pero ella, la pobre, nos contaba superapurada que sonó tan alto que se vio obligada a entonar el mea culpa, levantar la manita como en párvulos y avisar de que “Perdón, me he tirado un pedo vaginal”. La verdad es que la situación es de traca.

Lo mejor del caso es que el profe (es que encima era UN profe, pobrecita…) se le acerca y le dice que eso le pasa porque tiene el suelo pélvico debilucho y que tiene que hacer ejercicios potorriles.

Primero, la criatura tiene veintitrés años y un suelo pélvico que debe parecer el Muro de Berlín. Segundo, la vagina es UN AGUJERO por el cual salen unas cosas y entran otras. En este caso, ha entrado aire y ha salido aire. Es fácil de entender. Tercero, ¿qué pretendes? ¿Sellarle el toto para que nadie se espante?. Cuarto, por esa regla de tres, cuando te tiras pedos anales, ¿es señal de que tienes el recto flojucho?

Gentes del mundo: los pedos coñiles existen al igual que existen los pedos ojetiles y no hay nada que podamos ni debamos hacer para evitarlos. Es más, si hay que elegir, al menos los delanteros no huelen (que yo sepa).

Tras relatar el momento yogui/pedil, pasamos al momento sexual/pedil. La jovenzuela, que seguía roja todavía, nos suelta aliviada que menos mal que a ella le pasa con su novio y no con desconocidos.

Desconocidos con los que follas, se entiende.

Todas asentíamos. A todas nos ha pasado. Todas nos hemos querido morir al oír el PSSSSSSSSSSSSS salir de nuestros entresijos. Y no deja de ser una chorrada, la verdad. Es pura física, el aire entra empujado por el cimborrio masculino y sale haciendo ruidillo porque, en la mayoría de los casos, tenemos el chichi estrechillo. Yo diría que más que un pedo es un silbidito. Un silbidito inevitable. Porque las flatulencias traseras pueden, casi siempre, controlarse un ratito al menos, pero las delanteras NO.

Con todo este rollo semi escatológico lo que quiero decir es que ya está bien de avergonzarnos: que si no nos ha dado tiempo a depilarnos las ingles, que llevo la pedicura fatal, que AY, LAS RAICES, que si mira qué estrías en el culo, que si me sale aire del chichi.

Y no voy a decir que todo es normal, QUE LO ES.

Mejor afirmar que son cosas comunes, que no somos perfectas ni falta que nos hace, que la creencia de que debemos ser princesitas está demodé (y que las princesas también tienen coño, pedos y de todo), que nadie murió por escuchar un psssssss mientras se marca un Sirshasana o echa un polvo, que puedes tener el suelo pélvico como te dé la gana, y que es muy ridículo pasarlo mal por tener una vagina estándar, o sea, AGUJEREADA.

Quizás algunos preferirían que, con el aire, nos saliera purpurina rosa o un tintineo de cascabeles, pero va a ser que no.

Así que churris, relax, tomemos aire y, de ser necesario, soltémoslo (por donde sea).  

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