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Etiqueta: alegría

Lo que a mí me gusta

 lasclavesdesol

Hoy es domingo y estoy feliz como una perdiz.

Me he despertado a  las 9.30 y no hacía ni frío ni calor. He miccionado tranquilamente y a continuación he ido directa a hacerme un Cola Cao en mi taza de Fish Eddy, que tiene un rótulo en el que se lee “Good Morning Asshole”. Me encanta esa taza. Me lo he bebido sentadita en ese maravilloso taburete de mi balconcito, desde donde veo los árboles de Olavide.

lo que a mi me gusta

Después me he pegado una ducha rápida, pero tranquila. Me he embadurnado con mi crema de té verde y miel de Elizabeth Arden, me he plantado mis chanclas, un pantalón corto y una camiseta de tirantes que tiene veinte años y que está tan dada de sí que, a la que me descuido, se me sale una teta.

He vuelto al salón y he puesto música en mi ipad: “I follow rivers”, para ser exactos.

Me ha invadido una sensación de felicidad fascinante, maravillosa, PERFECTA. Y me han entrado unas ganas locas de contároslo.

“Esta tía está gilipollas”, podéis pensar. “Total, no ha hecho nada TAN guay”. Tenéis razón en todo: no hay más que leerme un poco para comprobar que estoy gili y, en efecto, no me ha tocado la lotería, no he echado un mega polvo (vamos, ni un mini polvo), ni tan siquiera me he pegado el desayuno del siglo.

Entonces,  ¿qué coño te pasa, alma de cántaro? ¿De dónde sale tanta algarabía?

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Ay polluelas, pues es que la felicidad, en este caso, no llega por el QUÉ, sino por el CÓMO.

Me he levantado en silencio, he hecho pis tranquilamente, he podido pensar mientras desayunaba. Incluso he decidido hacerlo en ESA taza concreta, y me he animado a sentarme al aire libre y no dentro de casa, como cada día. No solo he mirado esos árboles, también los he VISTO. Desde la ducha no escuchaba los gritos de mis hijos peleándose, sino el agua chocando contra mí y contra el suelo. He olido esa crema hidratante maravillosa, me la he masajeado como Dios manda y no a toda castaña. He elegido ESA canción y no he puesto una lista de Spotify como cuando voy corriendo y cualquier cosa me vale.

HOY NO.

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Hoy, al sentir ese entusiasmo, he agarrado una de mis tantas libretas y he apuntado: “LO QUE A MÍ ME GUSTA”, para que no se me olvidara nada.

Algunas seguiréis sin entender este rollo que os estoy soltando, otras ya me vais pillando. Muy probablemente las que tenéis hijos. Sí, amiguis, mis pollos están con los abuelos y a mí me esperan unos días de ser yo, solo yo, más yo imposible.

Tengo tiempo. Puedo pensar. Puedo elegir.

Porque a veces voy tan de culo que no soy capaz ni de decidir cuales son las cosas que me gustan, que me hacen feliz, con lo cual, obviamente, no las hago. Un asco, chicas. Así que yo hoy, lo he puesto por escrito y lo voy a imprimir, lo enmarcaré y lo colgaré en algún sitio dónde lo vea mucho y, si veo que ni aún así ejecuto mis Cosas Favoritas de la Vida, me tatúo la lista y Santas Pascuas.

Así, a bote bronto, LO QUE A MÍ ME GUSTA ES:

Dormir, sola, con sábanas blancas.

El Cola Cao, templado, con unos cuantos grumitos. En una taza chula.

Caminar descalza (con la pedicura inmaculada, a poder ser).

Encender velas de canela y de vainilla.

Mis amigos, esos que son de verdad.

Besar. Con lengua. Durante horas.

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El helado de trufa de Los Valencianos, en Ibiza. El helado de cookies and cream de Häagen Dazs. El helado de chocolate de Kalúa, en Fuencarral. Los helados, en general.

Reir hasta hasta tener dolor de barriga.

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Las series, especialmente “The Good Wife”, “Scandal”, “Homeland”, “Catastrophe” y, por supuesto “Sex and the City” y Friends”. Bueno, y “Juego de Tronos”, “Suits”, “Orange is the new black”. Vale, ya paro.

Madrid en verano, Madrid en primavera, Madrid en otoño, Madrid en invierno. Sus terrazas, las hordas de gente por la calle. El colegueo, el cachondeo, el despiporre. El karaoke de Mostenses.

Mi Ibiza, sobre todo en septiembre.

Barcelona, mis calles de juventud, todos los bares que recorrí compulsivamente.

París en mayo.

Nueva York siempre, intensamente, con locura. Mis golondrinas  de allí, siempre, intensamente, con locura.

La música italiana, la música disco de los 80, la música de la Motown, la música de Bruno Mars, la música de los grupos españoles de los 80, la voz de mi amiga, la voz de Luis Miguel, la voz de Barbra Streisand, la voz de Emeli Sandé, la voz de Ana Carolina. LA MÚSICA, sin medida.

Los viajes con mis chicas a Formentera, sus borracheras, nuestras risas.

Los masajes interminables con aceites que huelen bien. Qué gustito, madre.

Ducharme antes de irme a dormir.

El cine de Ozpetek, el cine italiano, el cine francés. El cine a cascoporro.

Ryan Gosling, Jason Momoa, Gerard Butler, Adam Levine, y MUCHOS más.

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Abrazar a mis hijos, olerlos, moderles los mofletes, ver con ellos pelis de superhéroes, hacerles masajes en los pies, mirarles mientras duermen.

No hacer planes. Hacerlos.

Escribir. Escribiros.

LEEROS.

Es inevitable dejarnos llevar por esta vorágine vital pero, chiquis, de vez en cuando habrá que saltar de la rueda de hámster y hacer lo que nos sale del toto sin pensar en nada más. Para unas eso significará tomarse una botella entera de vino, para otras tumbarse en una hamaca a la solana, para otras, tocar la guitarra. A mí, ahora, lo que me sale del mismísimo es escribiros. Ah, y daros las gracias, porque esto sería mucho menos divertido si vosotras no estuvierais ahí, al otro lado de mi pantalla.

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