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Etiqueta: sant jordi

Lunes con Sol, 29/4/19 (sobre Sant Jordi, Nueva York y bibliotecas que salvan vidas)

Los juguetes de Laura

Mi amiga Laura es un no parar de maravillas: lo mismo te baila un tango, que te arregla el coche, que organiza un cumpleaños para quince niños y se los lleva a dormir en tiendas de campaña, que se disfraza de pornoenfermera para sorprender a su novio. Una fenómena paranormal, mi Lauri. Yo, que siempre he tendido a lo básico en esto de las sexualidades, descubro todo un mundo en cada cena con ella. Lo último es que, disfraces aparte, se ha hecho con un arsenal kit de juguetes sexuales. Ella, la Sherlock de Google, ha encontrado una web, sexydream.es, donde lo mismo te compras un traje de policía erótico-festiva, que con con una barra de pole-dance, que con el vibrador más moderno del mercado. Yo de momento le he echado un ojo y la cosa promete, ya os voy contando.

 

Sant Jordi

Ya lo decía Renard, “Cuanto más se lee, menos se imita”. Aplicable tanto a la escritura como a la vida. Cuán necesario es encontrar nuestra voz, quiénes somos, independientemente de las circunstancias, de quién nos rodee. Los que somos lectores desde pequeñitos sabemos que hay libros que nos marcaron, pero no creo que alcancemos a imaginar cuán importantes fueron para construir esto que somos. “Mujercitas”, “La historia interminable”, “Esther” definieron las raíces de mi presente, como persona y como escritora. Mis sueños, mis deseos y el mapa de mi vida se dibujan gracias a lo que he leído.

Hagamos que nuestros niños lean, para que sean felices, para que las vivencias de otros se les filtren, para que aprendan que hay otros mundos en este. Que hay infinitos mundos. Que la curiosidad de descubrirlos pueda más que el miedo a lo desconocido. Ensanchemos su planeta y el nuestro. Abrámosles la mente más allá de las puñeteras pantallas. Convirtámoslos en seres libres. Seámoslo nosotros.

Sepámonos capaces de escribir nuestra propia historia, ya sea en la cotidianidad como en el papel. Las decisiones valientes no son exclusivas de nadie. Nadie nace con el mapa hacia la plenitud bajo el brazo. No hay ningún gen privativo de los que se sientan en esas mesas de Sant Jordi en las Ramblas a firmar libros que ya no son solo suyos, que son de todos. Soñar es gratis. Escribir no tanto, pero ningún esfuerzo es demasiado cuando la recompensa es la felicidad más absoluta.

Nueva York

Qué os voy a contar que no sepáis sobre mi amor hacia esa ciudad en la que transcurre parte de mi novela y que siempre será un personaje de mis historias. Este verano pasaré cuarenta días allí, escribiendo mi tercer libro (ya, aún no esta terminado el segundo, qué más da). Quiero escribirlo del tirón, en Mi Lugar en el Mundo, que destile esa energía del verano neoyorquino, que refleje esos matices que, una vez de vuelta al mundo real, se diluyen. Porque todos deberíamos escribir lo que nos pasa cuando salimos de la rutina, cuando sentimos que chorreamos vida por los cuatro costados y deseamos que se pare el tiempo. Para saber donde volver cuando las obligaciones nos aplastan, para recordar que siempre podemos regresar al lugar donde fuimos felices, aunque sea leyendo sobre él.

Mis últimos días en la Gran Manzana los pasaré junto con Bianca, de Sola en Nueva York, y todas las mujeres que quieran acompañarnos del 20 al 26 de julio. Sé que serán un antes y un después para mí, espero que para ellas también.

Amapolas en La Paz

Muchas ya sabréis de esta iniciativa (#AmapolasEnLaPaz) que estamos llevando a cabo Librería Amapolas y servidora junto con el IdiPaz. Nos hemos propuesto crear las bibliotecas de las salas de hematooncología y hemodiálisis en el hospital de La Paz. Tanto los pacientes como sus familiares pasan mucho tiempo allí y su buen estado de ánimo es fundamental en esos momentos. Hace unas semanas visité la sala de quimioterapia para donar algunos ejemplares de mi novela y me encontré con una panda de luchadores que bien se merecen la alegría de los libros. Esta semana montaremos las estanterías y llevaremos los primeros ejemplares que ya habéis donado. Seguiremos recogiendo libros tanto en Librería Amapolas, de martes a sábado de 12:30 a 20:30, como en La Paz, edificio Idipaz, a la atención de Paloma Gómez, para la iniciativa “Amapolas en La Paz”. También podéis traer libros para niños, que serán llevados a planta.

Hagamos que el mundo hoy sea un poco más bonito que ayer. Difundamos. En breve iré anunciando en redes los hospitales de fuera de Madrid que aceptan donaciones como estas. Gracias por adelantado.

10 libros que deberías leer (creo yo)

Leo menos de lo que me gustaría. Un asco. Y llegan estas fechas: Sant Jordi para unos, El Día del Libro para todos, y me entra un agobio tremendo.

Pero tía, que tú escribes, cómo dejas que te pase esto.

NUNCA MÁS.

Dos libros al mes, ese es el objetivo, así se me salgan los ojos de las órbitas por el cansancio. En fin, que prometo que las VEINTICINCO lecturas que tengo pendientes en mi estantería (porque leer no, pero comprar voy A LO LOCO), me las ventilo este año.  A lo que iba, que os quería recomendar algunas de las maravillas que he llegado a leer. Os adelanto que soy de lo más heterogénea, o variable, o insustancial, o raruna. El caso es que leo sobre temas de lo  más variopintos. Allá van:

“Manual para mujeres de la limpieza”, de Lucia Berlin.

No sé muy bien cómo describir esta compilación de relatos. Es más, creo que las historias son lo de menos, lo de más es la voz de esta mujer, absolutamente inimitable. Porque a eso aspira un escritor, a tener un estilo propio, reconocible por cualquiera que haya leído un solo texto suyo. Y lo gracioso es que, probablemente, Lucia Berlin nunca buscó dejar esa huella inconfundible, le salía de una forma natural. Porque así son los genios. Leí el libro antes de saber nada sobre la autora, y lo que descubrí luego no me sorprendió en absoluto: nadie puede contar cómo es la oscuridad si no ha vivido en ella. Nadie describe así hasta el más mínimo detalle si no está de vuelta de todo. No importa si deja a medias una historia, si narra algo tan costumbrista que es incluso aburrido. Leerla es el fin, no el medio.

“La parte escondida del iceberg”, de Màxim Huerta.

Ya lo he dicho en otras ocasiones: yo, que tiendo a escribir yendo a la superfície, leo a Màxim cuando necesito volver al fondo. Su anterior novela “No me dejes”, fue uno de los tres libros que me llevé a Nueva York, donde terminé “Algún día no es un día de la semana”, junto con “También esto pasará” y “Noches sin dormir“. En su última obra, Màxim se despelota por completo, se expone y se lanza al vacío de nuestro juicio. Sin red, sin casco y sin armadura.  Nos deja bucear en sus tripas como si fueran las nuestras y eso, en este caso, es de agradecer. Y MUCHO.

“Madres arrepentidas”, de Orna Donath.

Creo que todas las mujeres, madres o no madres, deberían leer este libro. Básicamente porque desmonta el discurso único sobre la maternidad. Veintiuna mujeres de condiciones sociales muy diferentes cuentan su experiencia sin tapujos. No son monstruos, no maltratan a sus hijos, les quieren, pero de volver atrás, no serían madres. Como tantas otras que no se atreven a decirlo. Tuve claro que, tras ella, muchas otras alzarían la voz, como así ha sido.

“Ventanas de Manhattan”, de Antonio Muñoz Molina.

Besé la cubierta cuando lo terminé. Es la primera vez que lo hago. Muñoz Molina relata su día a día escribiendo en Nueva York, que era el mío. Las mismas cafeterías, las mismas calles, la misma libreta y las mismas sensaciones. Quizás la subjetividad me esté superando. Seguramente. Leerle ha sido mejorar los recuerdos del mes más feliz de mi vida.

“Tinto de verano”, de Elvira Lindo.

Esta recopilación de los artículos de Elvira Lindo para “El País” me encanta por su naturalidad, por esa manera que tiene  de contar las cosas sin ninguna pretensión y sin tapujos. Una lectura ligera, divertida y cercana.

“Atlas de geografía humana”, de Almudena Grandes.

De un extremo al otro. La Grandes se enreda, se desenreda y te arrastra a sus nudos. Me fascina el universo femenino que crea, cómo consigue que entiendas a quien no se parece en nada a ti, cómo construye relaciones creíbles, por retorcidas que sean.

“Vayamos adelante”, de Sheryl Sandberg.

La directora operativa de Facebook (casi ) nos inspira, nos empuja para que no nos rindamos antes de empezar, nos aclara de donde salen todas esas creencias que perpetúan la supremacía masculina en el mundo de los negocios (¿O sería “en el mundo” sin más?). Un libro para leer poco a poco, sobre todo en esos días en los que una no puede con su vida. 

“Tercero sin ascensor”, de Lara Serodio.

Una comedia de enredos tan loca como su autora (solo tenéis que leerla en Weloversize), que se desarrolla en Barcelona, durante una noche. Amiguis, si queréis reír, este es vuestro libro. Echadle un ojo a su anterior trabajo: “Una vida M”. Esta mujer es una fresca, en el mejor sentido de la palabra. 

“El cuaderno de Maya”, de Isabel Allende.

Nunca haré una lista de libros favoritos sin que aparezca esta maestra, en gran parte culpable de que servidora ande metida entre letras todo el día, porque no puedo leerla sin enamorarme una y otra vez. Ya lo dice una tal Sofía Miranda “Isabel Allende hace magia con las palabras”. Y yo estoy TAN de acuerdo…

“Cocina Flexi” de Adam Martín.

Sí, Adam es mi compi del cole, ese que descubrió su vocación de escritor mucho antes que yo. Un tío brillante que se demostró a sí mismo que, cambiando sus hábitos alimenticios, su vida mejoraba y decidió sacarse un máster en nutrición. Adam no es ningún talibán ni pretende difundir estrictos dogmas que nos amarguen la vida frente a un plato. No hay prohibiciones ni alimentos milagro, sí MUCHO sentido común y recetas sanas, fáciles y sabrosas, organizadas en un menú para veintiún días. Parafraseando a mi colegui diré que “Hasta tú las puedes preparar”. La “Tú” era yo, que soy un puñetero desastre en los fogones. Y doy fe de ello. Gracias, chato.

Y para terminar, no voy a recomendar mi novela, estaría feo (creo). Solo daros las gracias (sí, otra vez), a mis fabulosas lectoras y a la fuerza misteriosa que un día me empujó a vomitar esa historia que ahora es vuestra y a la que tratáis tan increíblemente bien.

Sin vosotras, amigas, yo no estaría aquí, siendo lo único que de verdad siempre quise ser.
 
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