Skip to main content
Reflexiones de una majara

Algún día no es un día de la semana

Algún día no es un día de la semana
  Hoy no pensaba escribir. Tengo algunos textos que corregir y muchos saraos en marcha. Como siempre.

Hoy, al llegar al Starbucks que hay en la esquina de mi oficina, y ante el que normalmente paso de largo porque voy con los minutos contados, me he imaginado dentro, tomándome un delicioso mocca blanco hipercalórico y leyendo una revista para nada interesante.

Y he entrado. Y me he pedido mi mocca. Y he hojeado la revista (porque lo de leerlas me aburre soberanamente, la verdad).

Y mientras disfrutaba de lo lindo en esa situación tan aparentemente ordinaria, pensaba en lo mágica que es la vida.

Sentada en ese sillón supercómodo he hecho un repasito mental de estos últimos cinco años: aquella foto que hice de mis zapatos nuevos para enseñárselos a mi amiga y que más tarde se convertiría en la imagen de portada de esa página de WordPress en la que empecé a guarrear sin saber muy bien para qué, aunque sí por qué. PORQUE QUERÍA ESCRIBIR. Aquellos primeros artículos, tan sumamente desestructurados; los primeros comentarios de mis lectoras; las primeras cien visitas; las primeras mil; las primeras diez mil; el primer guión de microteatro basado en uno de mis post; el segundo; LA DECISIÓN de escribir mucho, de convertir esto en el centro de mi vida; los propósitos de año nuevo en los que apunté que en el 2016 escribiría un libro y Las Claves crecerían mucho (y que me morrearía a diestro y siniestro); ese correo electrónico de una editorial, dos meses después, preguntándome si quería escribir un libro con ellos; la incredulidad; los lagrimones de felicidad; EL PRIMER MILLÓN DE VISITAS.

La ilusión de saber que lo que está pasando es solo el principio de algo que ni siquiera me atreví a soñar.

El convencimiento de que esto va de TOMAR DECISIONES que hagan de tu vida lo que tú quieres que sea y de que cada minuto que las posponemos es un minuto perdido. Porque “Algún día” NO ES UN DÍA DE LA SEMANA. Porque nadie te va a devolver las horas que pasaste a la deriva.

Mi idea de la felicidad consiste, sobre todo, en hacer cosas por primera vez. Pero eso, con el paso de los años se va haciendo cada vez más difícil. Ahora, gracias a esta locurita de escribir, cada artículo es una primera vez, cada lector es una primera vez y, no solo eso, sino que gracias a esa decisión tan majara he escrito mi primera canción, mi primera novela y he recibido mis primeras nominaciones para un premio.

Soy una tía de lo más suertuda: mis amigos no se cuentan con los dedos de una mano, ni con los de las dos, y no creo que los de los pies alcanzaran. NADIE intentó persuadirme cuando anuncié que a los cuarenta tacos y con dos niños me lanzaba a esta aventura, todo lo contrario.

Cuando, de pequeña, me preguntaban qué sería de mayor, yo respondía muy rápidamente: ESCRITORA. Yo escribía a todas horas, en cualquier libreta.

Y un día dejé de escribir. La vida se me tragó.

Y muchos años más tarde llegó la maravillosa crisis de los cuarenta y buceé para encontrarme. Y un enorme ramillete de personas mágicas creyeron tanto en mí que acabaron convenciéndome para que yo hiciera lo mismo. Ellos son  mi eje, mis cimientos, mi brújula.

Gracias porque sin vosotros, amigos, yo no estaría aquí, siendo lo que siempre quise ser.

algún día no es un día de la semana

Comments (22)

Los comentarios están cerrados.