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Lunes con sol

225 gilipolleces que me hacen inmensamente feliz.

225 gilipolleces que me hacen inmensamente feliz.

Porque estas listas nunca son suficientes y cada semana deberíamos redactar una nueva. Porque esto va de encontrar miles de gilipolleces que nos hagan inmensamente felices.

201. El olor de la vela “Basil y Neroli” de Jo Malone, que inunda mi oficina nueva, esa que comparto con gente que adoro.

202. Las flores. Yo, que jamás había comprado un ramo, ahora los regalo, los recibo y me muero de la felicidad cuando veo ese jarrón lleno de color adornando mis lugares. Gracias a todas las lectoras que nos los mandásteis cuando estrenamos oficina. Os amamos.

203. Esta foto de @drcuerda:

204. Meterme en la cama antes de las diez, recién duchada, leer durante media hora y luego ver “The good wife” por enésima vez.

205. Que cerca de mi casa han abierto un cine “luxury”, con sus asientos abatibles y su diosmíoquégustazo.

206. Mi curso de mindfulness, gracias al cual, durante algún minuto al día paro esta centrifugadora que tengo por cerebro.

207. Este vídeo de Oscar Casas y Begoña Vargas. Para verlo a tamaño completo, haz click aquí. Y flipa en colores.

208. Caminar. Por Madrid. Por donde sea. Con unas zapas bien cómodas, sin otro destino que el de pensar en nada y en todo.

209. Esos días que cunden, en los que ordeno bien la agenda, meto el móvil en el bolso y las musas me hacen caso. Tachar con el rotulador fosforito las tareas ya terminadas me proporciona un placer muy salvaje.

210. Esta canción. Bailarla en el baño.

211. Ya no hace calorazo. Quiero vivir en Islandia.

212. He dejado de morderme las uñas a mis cuarenta y seis palos. Las llevo divinas, pero DIVINAS. Me siento mejor persona.

213. La app “Andjoy” que me permite ir a gimnasios y estudios de yoga por todo Madrid (y no, no me pagan. Me cobran).

214. Esta frase, tan arrebatadoramente bonita:

215. Ir, porque sí, a visitar a Laura, de librería Amapolas. Sentarme en ese Chester divino de terciopelo gris y charlar sobre libros, hombres, chocolate y vidas futuras.

216. Las albóndigas de mi madre. Y las croquetas. Y la sopa de Galets.

217. La López aquí. Ole su toto.

218. El momento en el que termino una sesión con una clienta de coaching y siento que ha dado un paso más hacia su lugar en el mundo. Gracias por confiar en mí, queridas.

219. El chai de vainilla de David Río, muy, muy muy caliente, en una taza ideal de Ikea, transparente y con un posavasos de corcho, todo de lo más nórdico. Siempre quise ser sueca.

220. Han vuelto las diademas y favorecen un montón. Y uno de mis propósitos de este curso era ir mona cada día. Los astros me favorecen, porque además, me ahorro peinarme. Vamos, que nunca lo he hecho, pero ahora se nota menos.

221. Las tías con un par, que han hecho de su pasión, su modo de vida: Ane Hernando, de @lookandchic; Charuca; la misma Laura de librería Amapolas; Paula Babiano, de Balbisiana, que hace tartas divinas, pero divinas de verdad. Y que viva lo de reinventarse.

222. Ya mismito sale mi segundo libro, “Las primeras veces y otros artículos”, un recopilatorio con algunos textos inéditos. Cómo he disfrutado preparándolo, eligiendo esa portada que diseñó Mireia, mi amiga desde la guardería. Ya os lo he dicho varias veces, pero es que la vida es mucho más vida desde que decidí escribirla. Gracias por empujarme a que lo haga cada día.

223. Las zapatillas Hoffbrand, que están bien de precio y tienen unas suelas preciosas, con imágenes de ciudades. Que son preciosas todas ellas, y cómodas. Y están hechas para tías. Vamos, que me encantan. Encima me llamaron para participar en sus historias. Pero ya era fan de antes, lo juro.

224. La crema de tupinambo de Can Domo (Ibiza). Pau me la sigue haciendo aunque esté fuera de carta y yo le amo mucho por ello. 225. Untarme con aceite Nuxe por las noches: el body, el jeto, los pelos. Huelo que da gusto. Mejor sabré.      

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