
Llevaba yo meses dándole vueltas a esto de que tanto ruido por todas partes no puede ser bueno para nadie, pero como yo no soy un adalid de la tolerancia, no me atrevía a decir ni mú, hasta que hoy ha caído en mis manos
un artículo que habla de los efectos del silencio sobre el cerebro. Y he pensado yo, “coño, si habla de los efectos del silencio, fijo también que algo del ruido dirá”. Y LA HE CLAVAO. Os lo cuento todo en mi blog hermano,
Weloversize.