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Humor

La Paz Maternal (y otros fenómenos paranormales)

La Paz Maternal (y otros fenómenos paranormales)

Creo que ya lo he comentado en alguna ocasión: loqui perdida me quedé cuando leí que una famosa afirmaba en una entrevista que a ella la maternidad le aportaba mucha paz. Días más tarde, comentándolo con la mujer de un amigo, me decía que a ella le pasaba lo mismo. Quizás me lo habría zampado con patatas de no ser porque la mujer hacía quince minutos me había comentado que estaba muy delgada porque con los tres niños no tenía tiempo ni de comer ni de dormir. También estaba el detalle de que, mientras hablábamos, uno de sus retoños paseaba por encima de la mesa y la otra le escupía la papilla en todo el jeto. Yo, FLIPANDO.

Vamos a revisar mi querida RAE, que establece que, entre otras cosas, paz significa:
Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos.
Ausencia de ruido o ajetreo en un lugar o en un momento.
Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud. 
Sigo flipando. Creo que incluso más después de conocer la palabra a fondo.

Chata, no sé dónde ves tú la armonía, la ausencia de ajetreo o lo de que no estás perturbada. Pero si pareces la novia cadáver, joder.

Durante un tiempo se me olvidó el tema de esa Paz Maternal tan extraña. Vamos, se me olvidó porque yo, que soy madre, no la veo ni la huelo ni ná de ná. Y llegamos a esta semana de mierda. Sí, DE MIERDA.

A las ya de por sí rutinas maternales que a mí, personalmente me matan, se le unen unas notas de mierda por parte de mis retoños y una preciosa conjuntivitis de mi chiquitín el lunes por la mañana. Sí, ese mismo lunes en el que me había levantado a las seis para tener tiempo de hacer deporte porque esta era la semana del cambio, de las buenas costumbres, del ponerme en forma, comer superbien, currar a tope y organizarme como nunca antes. Pues MIS COJONES. Corre a urgencias para que el pediatra te diga que dos días sin cole.

PERO VAMOS A VER. ¿Por un ojo un poco colorado?

“Sí, es que es contagioso.”

Pues el que se lo ha pegado al mío está en clase tan pancho, porque en casa tenemos el blanco de los ojos que parece un anuncio de Ariel. Sanos, SANÍSIMOS.

Dos días metida en casa, y menos mal que soy frilans, que si no, tú dirás qué hago. Me subía por las paredes, por las ventanas, por las lámparas. Hasta que me acordé de La Paz Maternal. Y entonces fue peor. Me cago en La Paz Maternal y en la madre que la parió también a ella.

El niño que, claro, como se encontraba de perlas, no paraba. Que te sientes y estudies. Que tengo sueño. Que te sientes y estudies. Que tengo hambre. Que te sientes y estudies. Que me duele el ojo.

Todo esto intentando currar. Una cosa preciosa.

En un arrebato de “Voy a evadirme porque no puedo con mi vida” cometo el error de cotillear los Instastories de las celebrities y, como Murphy es así de guay, una de ellas, junto a una foto de su nene jugando escribía: “Esta malito y me encanta tenerle en casa”.

Mira, hija, o tú eres de otro planeta o no sé yo. Ah, vale, tu hijo es un santo, tú eres la persona con más energía del mundo o quizás tienes a las cinco niñeras escondiéndose de la cámara. Insisto, ME PARECE COLOSAL, pero no me jodas…

La cosa no queda ahí, NO. Cual es mi sorpresa (o no) cuando al día siguiente me levanto con un sospechoso picor de ojos, voy al baño y AY, LA HOSTIA. Porque de todos es sabido que las enfermedades de los nenes a nosotros nos pillan multiplicadas por mil. Los ojos como huevos duros: hinchados, llenos de lagañas. Un puto desastre.

Pues nada, mi chiquitín, disfrutemos de la Paz Maternal juntitos, y gotita de colirio pa ti, gotita de colirio pa mí.

Nos espera otro precioso día de disfrute hogareño con la cantinela de los deberes, el pipi, el sueño y su tía Rita.

Ya estaba yo medio mentalizada, quizás porque sabía que solo me quedaba un día de fastidio. El pediatra dijo DOS DÍAS y ni uno más.

Y allá que está la criatura comiendo y observo que empieza a rascarse la cabeza de manera desmesurada.

Sí, amiguis: LOS PUTOS PIOJOS ATACAN DE NUEVO.

Coge la liendrera para acordarte, una vez más, de que no sirve para nada y que lo que tienes que hacer es dedicarte a esa actividad tan fina y elegante de despiojar a tu descendencia cual de si un chimpancé se tratara. A la del Instastories supongo que lo de lo piojetes le mola mucho porque así puede tocarle más el pelo a su nene, que eso une que no veas. Y relaja, sobre todo, relaja.

Ahí sí que me vi en el abismo: el pijama, los pelacos, los ojos fuera de las órbitas, el despioje y, obviamente, el picor en mí misma, temiéndome lo peor que ya no sé si es lo peor porque ya he perdido el sentido de las cosas en general.

Y cuando me hallaba asesinando parásitos a diestro y siniestro me vuelvo a acordar de la colega aquella de La Paz Maternal y se me ocurre comentarlo en mis redes.

#MATERNALPEACE, que no sé de dónde sale ni qué pinta tiene.

Ay, que alivio tan grande me entró cuando me contasteis que vosotras tampoco habíais visto jamás a La Paz esa. Porque una ya se cree que es rara cuando no disfruta de las conjuntivitis, los piojos, las peleas entre hermanos y el tener a los chavales en casa liándola parda.

Si es que siempre estáis ahí consolándome.

Tras este cúmulo de despropósitos, y como el Universo siempre está ahí para echarte una mano, hoy mi conjuntivitis y yo hemos tenido que salir de viaje por curro y adivinad: he encontrado La Paz Maternal. Ahora sí que siento la ausencia de conflicto, de ajetreo y la armonía se ha apoderado de mi ser con toda su fuerza a pesar de que llevo trabajando más de diez horas.

Si es que no entendí bien a aquella pobre mujer. Ahora sí tengo clarísimo el significado de Paz Maternal.

Dícese de aquella Paz que disfrutan las madres cuando no hacen cenas, ni ponen lavadoras, ni planchan, ni riñen, ni quitan piojos, ni desarrollan actividades propias de la maternidad. Vamos, cuando no hacen de madre.

Misterio resuelto.

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