Skip to main content
Reflexiones de una majara

Lo que yo quiero ser.

Lo que yo quiero ser.

Escribo estas letras sobrevolando el Atlántico. Voy hacia mi querida Ciudad de México. Y me leo y me emociono. Hace exactamente dos años andaba yo por tierras mexicanas, en un momento en el que necesitaba estar en casa, arropada por mi familia elegida, que es la mejor familia. Y es que, como comentaba hace poco mi querida Anne Igartiburu, el hogar está donde está tu amor. Y mi mucho de mi amor está esparcido entre Polanco, la Roma, nuestros desayunos en el jardín del Four Seasons y los paseos por la avenida Amsterdam.

Doce horas de avión dan para mucho. Para mucha lectura, mucho pensar y mucha película. Tenía pendiente desde hace años ver “El exótico Hotel Marigold”. Tenía pendiente desde hace meses, también, estar a solas con esta cabeza mía, tan dispersa, tan movida, tan cansada últimamente. Y de la combinación entre película y soledad ha surgido una idea. Qué bien, cuánto hacía que no pensaba sin prisa, que no se encendía esa chispa que me lanza sobre el teclado. Escuchaba el otro día en una charla TED que una idea es cualquier cosa que puede cambiar la manera en la que la gente ve el mundo. Y una idea es, también, cualquier cosa que puede cambiar la manera en la que nos vemos a nosotras mismas. Para vernos es necesario, lógicamente, tomar el tiempo necesario para mirarnos.

En la peli, algunos de los personajes se regodean en la queja, en la amargura. Todos conocemos a algunas personas que pinchan como erizos, ante las que te mantienes en guardia porque no sabes por qué ni para qué, pero alguna razón encontrarán para aguarte la fiesta, por imposible que pueda parecer. Por reprochar e intentar que te sientas culpable. Alejémonos de esos, por favor os lo pido.

También conocemos, menos mal, a otros que deciden (porque es una decisión, que nadie se confunda) ponerse los cristales de colorines a la hora de contemplar el mundo y a sí mismos. Que contagian su dulzura, que son tu casa. Y siento la necesidad imperiosa de posicionarme. Se me olvidan los grises, el enorme abanico, las medias tintas. Solo me apetece el rosa, o mejor el fucsia. El fucsia chillón a más no poder.

Y se me ocurre que mi idea, la de hoy, es que, si la vida va de crear impacto, mejor inventar uno suave, brillante, blandito y divertido.

Mi idea no va de tener una vida fácil, sino una vida grande. Llena. Que se me salgan por las orejas los encuentros, las charlas interminables, los amigos nuevos y los viejos amigos.

Mi idea es que si voy a dejar huella, chorreará purpurina y lentejuelas. Y luz, para saber por dónde voy y para compartirla con otras. Yo quiero ser el abrazo, la sonrisa, el lugar seguro, la sal y la pimienta, el baile y las risas; catalizador, gasolina y trampolín. Y la alegría, siempre la alegría; el aire fresco o el abrigo, según convenga; el ejemplo de lo que sí, la valentía, la libertad; Quiero ser buena y justa; aplaudir, agradecer, perdonar y perdonarme; quiero ser tan sabia como joven, hasta que me muera de vieja.

Mi idea principal, desde ya, es generar cosas que cambien la manera en la que la gente ve el mundo y a sí mismos. Que lo vean mucho y que lo vean bien, porque no podemos elegir algo que no sabemos que existe o de lo que no nos creemos capaces.

Comments (9)

Los comentarios están cerrados.

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0