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Cosas que me pasan

Llegó el verano y estamos calientes, calientes, eo.

Llegó el verano y estamos calientes, calientes, eo.

Llegó el verano y estamos calientes, calientes, eo.

Lo mismo os cuento que lo de la fornicatio está sobrevalorado como ahora afirmo que el verano, las camisetas de manga corta, las terrazas y el calor ambiental, nos ponen cachondos perdidos.

Llegó el verano y estamos calientes, calientes, eo.

Algunos lo llamarían incoherencia, yo lo denomino “Cachondismo Estacional”.

Una está tan tranquila sin acordarse de que existen los tíos como seres sexuales cuando, de repente, llega el veranito con sus sudores, con su disminución de ropajes, con ese rollo festivalero que provocan las chanclas, la canción del verano y la visión de carne por doquier.

Llegó el verano y estamos calientes, calientes, eo.

A principios de junio empiezas a acordarte de los veranos de juventud. Esos en los que te pasabas el día en el chiringuito playero y la noche de bar en bar, de disco en disco, de ligue en ligue. Porque aunque de eso haga ya mucho, es la primera imagen que se te viene a la mente. Así somos: eliminamos el recuerdo de  los últimos diez años en los que no te has comido un torrao, en los que la playa ha sido un cúmulo de cubos, rastrillos, castillos de arena, estrés de la muerte y gritos, y los sustituyes por aquellos viajes a Formentera con tus amigas, donde la máxima diversión era decirles cosas a los italianos y, con suerte, que ellos te hicieran cosas a ti.

Llegó el verano y estamos calientes, calientes, eo.

Y todo eso se entremezcla en tu calenturiento cerebro y no haces más que ver tíos buenos por las calles, en la oficina, en el supermercado. Y, cuando ya pensabas que a ti esto del ligoteo, la guarrería y la depravación te la traía MUY floja, se te despiertan los instintos bajos, y vociferarías barbaridades a todas horas, y le tocarías el culo al camarero del bar del desayuno, a tu portero, al frutero.

Llegó el verano y estamos calientes, calientes, eo.

A mí, que soy muy fan de los morreos, en estas fechas tan señaladas, se me desata una obsesión total por besar compulsivamente. A ver, no al primero que pase, pero sí al segundo y al tercero, ¿no os pasa lo mismo? El morreo es un acto estival, fresco y fácil. No requiere de la preparación de otras tareas ni te hace sudar (normalmente).

Desde aquí, hago un llamamiento. Bueno, dos llamamientos en realidad. Chicas del mundo, os ruego que me confirméis si esto es algo normal o es que yo estoy más p´allá de lo que ya sabíamos. Chicos del mundo, por favor, colaborad, abandonad estas estrecheces que manejáis últimamente, dejad el Tinder a un lado y lanzaos a las calles.

Del resto ya nos encargamos nosotras.

Llegó el verano y estamos calientes, calientes, eo.

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