Reflexiones de una majara
Todas mis vidas.

En estos días desordenados de Navidad, en los que he empezado unos cinco libros, me topé con “La loca de la casa”. Me apasiona leer a Rosa Montero cuando habla de los que escribimos. Me reconozco aunque no me comparo, no me atrevería. En un momento dado, nos cuenta que los narradores “sabemos que dentro de nosotros somos muchos”.
Y es que algunos sentimos que la vida se nos queda corta y estrecha. Mínima e incómoda. A veces la pequeñez insoportable llega de la relación espacio tiempo. No puedes estar en la luna y en la tierra, en los años sesenta, en los noventa y en el 2020. Sí, yo querría todo eso y mucho más.
A veces somos nosotros los que limitamos nuestras vidas, ya no porque sea imposible, palabro inconcreto como pocos, sino porque la maraña no nos deja concretar un plan, o por la pereza, o como dice Steven Pressfield, por la resistencia que interponemos entre la vida que queremos y la que tenemos, que no es otra cosa que el autosabotaje.
Escribir es un buen sucedáneo para los que sentimos que algunas vidas pasan por encima de nosotros sin que podamos alcanzarlas, como un avión. Qué bonito, cómo vuela, dónde irá. Hasta luegui.
Veo una película y quiero vivir en ese apartamento divino de Nueva York con vistas al río. Y en esa casa de la montaña que he visto en Instagram. Y también, la verdad, en mi piso de Chamberí. Menos mal que en todas mis casas me imagino escribiendo. Señal de que algo en este coco disperso funciona mínimamente.
En ninguna de mis vidas me imagino con pareja. Nunca lo he hecho. Dato que, aunque incomprensible para muchos, a mí me tranquiliza. Si no se me ha pasado por la cabeza por algo será. Tampoco me he imaginado escalando montañas ni atravesando el estrecho a nado. Voy cumpliendo. A cambio, esa protagonista tranquila, sosegada y zen que tantas veces he imaginado, no tiene nada que ver con la que escribe, perpetuamente dispersa y acelerada.
Los que escribimos recuperamos trozos de nuestra propia vida, los abrimos cuales ranas de laboratorio, les imaginamos múltiples variables para terminar desvelándonos la verdad: lo único que puedes hacer es aprender y, con suerte, crear un personaje que solucione los entuertos que ya no tienen solución.
Dice Rosa Montero que los que escribimos, escribimos todo el rato. Ahí veo la mayor ventaja respecto a los que no escupen la vida sobre las letras y sobre el papel. O la pantalla, ahora que somos modernos. La mejor manera de saber si tu historia te gusta es leerla, porque desde dentro no hay perspectiva y las palabras te dan la distancia necesaria. Los que escribimos deshilachamos, recortamos, montamos el puzle en un intento por encajarlo. La decisión acertada sería, en mi opinión, cambiar las piezas si no lo conseguimos. No a los cabezazos contra muros. La insistencia está sobrevalorada.
La dispersión conformada por este mogollón ingente de palabras que se amontonan en nuestro coco es un peso y un regalo: la creatividad siempre lo es. Multiplica tus opciones y con ellas tu capacidad de elección, otra cosa es que la uses.
Escribir la vida es una manera de aferrarte a ella y de crear algo que te sobrevivirá. Un poco de ego y un poco de hambre de inmortalidad, de que el mundo sepa que un día exististe y creaste y te devanaste los sesos para darle forma a esos párrafos que dejan de ser tuyos para ser de otros en el momento en el que los leen. Porque eso hacemos los que también somos lectores, apropiarnos de las vidas de otros para darle sentido a la nuestra cerrando el círculo de quien escribió para encontrarle el sentido a la suya.
Todo encaja.
Como siempre acertada, concreta y precisa. En el clavo.
Yo no escribo, te leo… y me resuenas por dentro, asi que estás en lo cierto y como lectora me apropio de tus letras y le doy sentido a mi vida cerrando tu círculo, que las escribes para encontrarle el sentido a la tuya … y eso lo haces muy bien. Gracias.
Como bien publicabas el comentario de Laura Rojas Marcos, “Haz algo hoy por lo que tu yo futuro te de las gracias”. Eso que hago hoy y todos los días es leer, leerte y anotarme todo lo que resuena.
Eres una bestia parda , amiga. Siempre en el centro de la diana. Suscribo cada uno de tus párrafos querida. Admiración máxima 😘
Me ha encantado, me he visto en algunas cosas. La mente dispersa, y voy a hacerme con el libro de Rosa si puedo, que ya me lo habían recomendado para escribir. Gracias 🤗