Ellas viajan solas.
Como alguna por aquí ya sabe, os escribo desde mi nuestro adorado Nueva York. Este viaje no es solo geográfico, es también un pedazo de viaje emocional por muchas razones que ya os contaré más adelante. La cuestión no es lo que he venido a hacer aquí, sino que he venido a hacerlo SOLA. Es cierto que dos de mis amigas más queridas viven por estos lares pero aún así, paso la inmensa mayoría del día conmigo misma y con nadie más.
Hace unas semanas os pregunté en Facebook dónde ibáis a pasar vuestras vacaciones y con quién. Muchas me contestastéis que haríais un viaje solas. Me sorprendió y me maravilló. Yo hice mi primer viaje sola a los veintisiete años, a California y luego siguieron muchos más. Mucha gente, ante mis escapadas en solitario, me preguntan si no me aburro, si no me da miedo… y me miran con una mezcla de condescendencia y lástima. No es que no tenga amigos con los que viajar, es que hay momentos en los que quiero hacerlo sola. Nada más.
Hay varias razones por las que esos viajes se ha convertido en una necesidad más que en un deseo:
Es una manera, a veces la única, de disfrutar de una soledad real. Esa que dura más de una hora porque los niños se han ido a casa de la vecina. Muchas vivimos con familia, o con compañeros de piso, trabajamos con otras personas, quedamos con amigos… Es complicado hacer un hueco para practicar el yo, me, mí, conmigo. Con la maternidad, más que complicado ES IMPOSIBLE. (Especial mención aquí a mis amados padres, que se hallan inmersos en el cuidado de mis preciosos y salvajes retoños. Gracias también al bendito Facetime, que me permite hablar con ellos y ver sus caras varias veces al día).
Directamente relacionada con la anterior: un viaje en soledad te permite conocerte mejor a ti misma. Teniendo en cuenta que tú eres la única persona con la que vas a convivir para los restos, no está de más saber de qué pie cojeas. Los huracanes cotidianos nos dificultan un tanto estas labores. ¿Cuándo fue la última vez que pudiste pensar en lo que te gustaba, lo que te disgustaba, lo que quieres ser dentro de veinte años, cual ha sido el mejor momento de tu vida? Yo lo tengo claro, fue en mi último viaje en solitario.
A veces te aburres, sí. Y lo bueno que es eso… Quizás esta afirmación está un tanto influenciada por el tema maternal. No recuerdo si lo valoraba tanto antes. Pero ahora… OH, DIOS MÍO, no tener NADA que hacer es la bendición más enorme del planeta. También es verdad que, al menos en mi caso, la escritura llena huecos que da gusto y el aburrimiento se transforma fácilmente en observación, elucubración o ida de pinza cósmica.
Disfrutas de absoluta libertad, para no moverte en dos horas de ese banco de Central Park, para subirte en el bus turístico y bajar dónde te dé la gana, para decidir que hoy te rascas la barriga y no haces ninguna de esas excursiones TAN interesantes, para caminar durante horas sin rumbo fijo, para quedarte leyendo tu libro favorito en ese café tan absolutamente ideal, para decidir qué comes, dónde duermes…
Y seguro que hay muchas más ventajas de viajar en solitario pero estaría feo que las contara todas yo. Ahora es vuestro turno.
Besos, viajeras solitarias.