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Reflexiones de una majara

Tienes que divorciarte (y lo sabes)

Tienes que divorciarte (y lo sabes)

Ha sido leer el título y te ha venido a la mente esa amiga tuya. ¿Cómo es posible que no se dé cuenta, o que lo haga y siga ahí, atascada en esa relación de mierda? O quizás has pensado “Hostias, esto va por mí, qué miedito”.

Será cosa de la cuarentena: de un tiempo a esta parte, mis coleguis tienen crisis matrimoniales que se solucionan por arte de magia, hasta dos meses después, momento en el que volvemos con la misma cantinela. Y vuelta a empezar ¿Cuánto tiempo puede aguantar un humano en semejante sinvivir? Ya os lo digo yo, INFINITO.

Los excusas ante tu “Amigui, ¿no crees que deberías separarte? son SIEMPRE las mismas, a cual más curiosa :

  • No estamos TAN mal: esta me revuelve especialmente las tripas. Como si el objetivo último en sus vidas fuera la tristeza pero, eso sí, sin llegar al dolor punzante. Por favor, repasad el significado de “MAL” en el diccionario y, ya de paso, el de “BIEN”. No os comparéis con los que están peor, coño, hacedlo con los que, de verdad, VIVEN. Y es que no sabéis el daño que os estáis haciendo esa espiral en la que estáis inmersos.  En el mejor de los casos, lo descubriréis cuando, en unos años, os separéis por la razón que sea y comprobéis que vuestra autoestima, vuestra ilusión y vuestra vida se han ido a la mierda. NADIE es impermeable al hastío perenne. Insisto: NADIE.

  • No me separo por los niños: claro, porque a los niños, de todos es sabido, les sienta fenomenal que sus padres se eviten, duerman separados, no se dediquen ni una palabra de cariño. Lo recomiendan todos los que saben mucho de esto. No te separes, no seas feliz, no estés de buen humor. Eso les va a joder la psique a tus hijos de por vida.

  • Él (o ella) ha cambiado completamente, para bien: de hecho, Kafka se inspiró en tu pareja para escribir “La metamorfosis”. Uno, con los años, deja de ser quien es y se convierte en otro. QUE NO, HOMBRE, QUE NO: uno, con los años, se vuelve más uno que nunca, para mal y para bien. Pero, oye, que quién soy yo para negar tus palabras. Ya lo harás tú en un par de meses.

  • Es normal tener alguna crisis: de nuevo, deberíamos repasar el significado de “NORMAL”, para comprobar su diferencia con “COMÚN”. Por supuesto, todos pasamos por malos momentos, pero yo juraría que los cuernos, los gritos, las faltas de respeto y, sobre todo, la ausencia de AMOR del bueno, no constituyen una crisis, sino una señal clara de que tu relación no funciona. Lo que hagas a partir de ahí, es cosa tuya.

  • Me da miedo estar sola/o: créeme, no es lo mismo sentirse solo que estar solo. Tener pareja no es sinónimo de tener compañía. Los buenos amigos, SÍ lo son y, quizás, los estás dejando de lado por un sinsentido absoluto. Un bulto en el sofá, los domingos por la tarde, no es lo que tú quieres.

Y es que lo más importante es ser honesto con uno mismo, pero, tócate las narices, resulta que es también lo más difícil. No engañas a nadie, que lo sepas. Eres cobarde y tienes miedo, PUES CLARO, como todos. La única diferencia entre tú y esos a los que miras desde la barrera, los que decidieron ser libres, es que se lanzaron en picado sobre la vida.

Porque NADA ES TAN GRAVE.

Porque nadie muere por tomar decisiones, por duras que sean.

Porque ser feliz NUNCA es un fracaso (si es que eso existe).

Porque quién dijo que debes quedarte atado a esa persona de por vida (el cura no cuenta).

Sé que hoy recibiré unos cuantos WhatsApps que dirán “Mira que eres cabrona”. Ojalá en los de mañana lea “Por fin, lo hice”.

Aquí estaré.

     

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