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Reflexiones de una majara

La Fabulosa, ¿nace o se hace?

La Fabulosa, ¿nace o se hace?

Ya tenemos claro lo que es ser Fabulosa y, si no es así, aquí la definición completa.

Ser Fabulosa es sacudirse la culpa, deshacerse de los estereotipos, saberse imperfecta y llevarlo maravillosamente, desmelenarse, buscar la felicidad, satisfacer tus necesidades y no siempre las de los demás, pegar un hostión en la mesa de vez en cuando, no dar explicaciones a quien no procede, y así podría seguir hasta la eternidad. Porque las cualidades de las Fabulosas son infinitas, gigantescas, demoledoras.

La Fabulosa, resumiendo, se quiere. MOGOLLÓN.

Ahora que tenemos el concepto claro, vayamos al siguiente punto: las Fabulosas, ¿nacemos o nos hacemos?

La duda surgió el sábado, en una reunión piscinera entre amigas recientes:

-Oye, que he cotilleado tu Facebook y tus coleguis son MUY Fabulosas.

-Sí, y no lo eran tanto, pero la vida las ha pegado un buen meneíto y ahí están, Fabulosas perdidas.

Me quedé yo meditabunda tras esa afirmación. Pensé en la que me lo contaba (que si es más divina, la palma), en mis amigas, en mí misma, en tantas mujeres que, ante la disyuntiva de dejarse llevar o tomar las riendas de su vida, eligieron lo segundo. Se tiraron de cabeza sobre las complicaciones, la opción menos cómoda, la lucha. Tras algún tiempo sumidas en una vorágine que no habían elegido, ahora son “Fabulosas perdidas”.

Formulé la pregunta en Instagram, a ver qué opinabais,  y la respuesta fue unánime: las hay que nacen Fabulosas y lo saben desde siempre, las hay que se enteran tarde. A otras hay que agarrarlas de la solapa y zarandearlas de lo lindo, a ver si espabilan. Pero siempre puedes hacerte Fabulosa. NUNCA ES TARDE. Es más, cuanto mayor eres, más Fabulosa te sientes, O DEBERÍAS.

Quizás estás leyendo esto y pienses “Yo, de Fabulosa, NADA”. Pues para ti este artículo, querida, porque las otras ya están en ello. Tenlo claro, hay que esforzarse: el Fabulosismo no cae del cielo. Es necesario buscarlo y, a veces, te lo pone difícil, el muy cabrón. Se esconde tras toneladas de trabajo, de preocupaciones, de decepciones, de hostias a tu autoestima, de un agotamiento tan grande que no te deja espacio mental para mirarte y, sobre todo, PARA VERTE. ¿Cuántas veces has pensado “Mira que esta tía es Fabulosa, tan lista, tan mona, tan capaz”? Y ¿cuándo fue la última vez que pensaste lo mismo de la que ves en el espejo?

PUES ESO. Al tajo, bonita.

Porque la edad conlleva putadas tales como la flaccidez, pero debería aportarte una dosis de pasotismo maravilloso. La experiencia, los tropezones con las mismas piedras, una, dos, y quinientas diez veces acaban enseñándote que, como no te cuides tú, lo llevas clarinete, chata. Que nada es TAN grave. Esto va, no de aptitud, sino de ACTITUD. Va de recordar que EXISTES, QUE ERES IMPORTANTE, que hay que currarse la chispa de la vida porque la que venía de serie se acabó hace tiempo. Que tienes que hacer cosas por primera vez y que cada día te espera la ilusión por algo que solo tú puedes imaginar. Algunas ideas (por si andas escasa):

  • Píntate los morros de rojo, disimulan las ojeras (te lo digo yo).
  • Cómprate ese perfume que te encanta, que te da ganas de comerte a ti misma.
  • Escucha aquella canción de tus dieciocho, que te recuerda que volverás a bailar como las locas, cuando tú así lo decidas.
  • Baila como las locas.
  • Vete al cine, sola o acompañada, qué más da.
  • Cómete ese helado que te gusta.
  • Date una ducha larga, con ese jabón que huele a gloria.
  • Cómprate unas bragas preciosas, tu toto bien lo vale.
  • Camina mucho, piensa en ti mientras lo haces. En nadie más. EN. NADIE. MÁS.

Para bien o para mal, el sentirte ser Fabulosa depende de ti, querida mía. Así que empieza ya. HOY.

Recuerda que “Algún día” no es un día de la semana, que la vida es de los valientes y que más vale arrepentirse de lo hecho.

Ya me cuentas.

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