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Reflexiones de una majara

175 gilipolleces que me hacen inmensamente feliz

175 gilipolleces que me hacen inmensamente feliz

Antes de esta lista hubo varias y os aseguro que la seguirán muchas más, porque la felicidad son momentos, queridas. Hagamos que sean muchos. O muchísimos.

151. Esta canción.

152. Una tabla de quesos estupendos en una terraza veraniega, cuando el sol ya no achicharra, mientras digo barbaridades con mis amigos, sin prisas, sin preocupaciones.

153. Los días de playa que se alargan y se convierten en el día siguiente. La sal pegada al cuerpo a las cuatro de la mañana. La libertad. Comprobar que los años pasan, pero que yo sigo aquí, asalvajada perdida.

154. Dormir once horas.

155. Los acantilados del norte de mi isla vistos desde el mar. Esa belleza apabullante de la que no me cansaré jamás.

156. Que mis hijos usen palabras como “Nutritivo” o “Insolente”. Que terminen la segunda persona del plural del imperativo con D.

157. Los besos inesperados. Los regalos inesperados. Los polvos inesperados.

158. Este libro. Su prólogo. Esta frase.

“Quedan entonces el consuelo y el genio y la gracia para (…) poder detener el tiempo por momentos poniéndolo por escrito para luego poder leerlo.

       Y entonces poder sentir tantas ganas de poder escribir así.”

159. Descubrir con mis pollitos el mundo submarino: los peces de colores, los pulpos, los erizos de mar. Que me cojan de la manita cuando aparece el monstruo más temido de la Galaxia: la medusa. Nosotros somos más rápidos, so guarra.

160. Los desayunos en el hostal La Savina de Formentera, frente a s´Estany des Peix. Esa sandía, ese melón. Sentir como mi cerebro se queda calladito, por fin.

161. Encontrarme por la calle a alguien que lleva mi novela en la mano. Indescriptible la alegría y la incredulidad. La cara de la lectora cuando, desquiciada perdida, me acerco para decirle que ese libro lo he escrito yooooooooooooo.

162. Las tostadas con queso fresco y miel.

163. Las pestañas postizas. Tener buena cara nada más levantarte. Hay que ver, lo que hacen cuatro pelillos.

164. La tormenta de hoy, que nos ha refrescado un rato. A ver lo que dura. El olor a tierra mojada.

165. El aire acondicionado. Bendito sea.

166. El gazpacho de cerezas. ¿Cómo he podido vivir hasta ahora sin él?

167. Estrenar gafas de sol. Estrenar gafas de ver. Estrenar.

168. La sobrasada. Sí, estoy obsesionada, QUÉ PASA.

169. Que me hayan presentado, por segunda vez, a Idris Elba. Ya son cuatro besos, dos saludos con la mano, unas 40 palabras y ESTA FOTO. No es por nada, pero la cosa avanza, y a qué nivel.

170. “La casa de las flores”, de Netflix. Por si no me entusiasmaba todo lo mexicano, ahora llega esta serie absolutamente fabulosa. Estoy por mudarme, aviso.

171. Las cuentas de Instagram donde aparecen, exclusivamente, fotos de Italia. Quiero ser italiana, como mi Sofía. También quiero ser escandinava, pero eso es más por el tema vikinguismo. Habrá que ver como tenemos el tema de la doble nacionalidad italo-escandinava.

172. Los altavoces portátiles, ligeros y a prueba de agua que acabo de adquirir en Amazon. No pueden ser más monos y sonar mejor. Me ducho con ellos, me levanto con ellos, los llevo en el coche. Y que viva la música.

173. El viaje a Nueva York que os estoy preparando para el puente de diciembre. En breve os cuento más. Si os interesa, mandadme un correo a lasclavesdesol@gmail.com y os informo en cuanto esté todo listo. No os podéis imaginar lo emocionada que estoy.

174. La manipedi en fucsia chillón.

175. Levantarme muy temprano, ver amanecer desde la playa, contemplar a los que vuelven de marcha y saber que fui uno de ellos. La mezcla perfecta de melancolía y  pereza.

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