Reflexiones de una majara
A mí lo que me gusta es bailar.


Cuando tenía 9 años, en las fiestas de mi pueblo, descubrí que a mí lo que me gustaba ERA BAILAR. Se lo dije a mi madre, super convencida y sudorosa, y se lo repetiría hoy mismo.
Me gusta bailar en discotecas, en casa, con cualquier música, desde Shakira a Donna Summer pasando por El Puma o Maroon 5. La cuestión es bailar como si nunca más fuera a oir esa canción. Me entusiasma el baile, como me entusiasman tantas cosas y me entusiasma el entusiasmo, el propio y el ajeno, el que llega a la casi enajenación.
A mí me enajenan Nueva York, las películas en v.o., los helados de trufa, los brunch de los domingos, ver “Friends”, “Sexo en NY”, las croquetas de mi madre, Tom Cruise en “Top Gun”, Ibiza al atardecer, Madrid al anochecer y un largo etc.
Qué palabra tan rara “Entusiasma”, parece una enfermedad, ¿no? Pero lo que de verdad es una enfermedad, que ya parece una plaga, es el “desentusiasmo”. Que no corren buenos tiempos, pues es verdad, pero la falta de alegría en el trabajo, en la pareja, en la vida, no pueden llevar a la bonanza de ninguna manera. El pensar que “esto es lo que me ha tocado” es un mal tan extendido como tóxico.
Lejos de demagogias y muy consciente de lo difícil de ciertas circunstancias y de lo fácil de las mías, me gustaría saber que pasaría si mañana nos inundara una ola de “entusiasmoenajenadorporlavidaengeneral”.
¿Qué pasaría si, de repente, nos encantara nuestro trabajo, nuestra casa, nuestra pareja (y si no, pues la dejamos), nuestra ciudad, en incluso nuestra celulitis (la nombro porque todas, y repito TODAS, la tenemos… Pues mejor adorarla, coñe!)?
Quizás, al vivir con alegría, nos concentraríamos más en nuestros quehaceres, nos saldrían mejor las cosas, con lo cual estaríamos de mejor humor, con lo que trataríamos mejor al prójimo, que a su vez se sentiría mejor, y así disfrutaría más de su vida y se concentraría más en sus cometidos y bla, bla, bla…
Y me diréis… Sí, ¡los cojones! Pues mirad, igual estoy exagerando, pero si mañana el comercial de Vodafone empezara a amar su trabajo y por fin, tras dos meses de perseguirle, me llamara (Aleluya), me haría más feliz y, probablemente ese día ocuparía más tiempo en hacer mejor mi trabajo y menos en acordarme de la madre del referido comercial.
Lo mismo con las azafatas de Ryanair, el camarero antipático, el panadero borde, el taxista acelerao, etc. Yo, cuando me encuentro con estos personajes que me tratan como si les debiera la vida, me digo a mí misma “a este, FIJO que no le gusta bailar”.
El que tiene jeto de amargao es imposible que disfrute con un musicón carnavalero.
Venga, vamos a pensar que es que yo lo he tenido todo muy fácil, que es sencillito disfrutar de los bailoteos porque no conozco penurias y bla, bla, bla… Llegados a este punto, no puedo evitar pensar en las circunstancias de mis padres, nacidos en plena postguerra, en familias numerosas, con cartilla de racionamiento, una muñeca de trapo, un solo par de zapatos y dos vestidos o dos trajes en el caso de los chicos.
El sueño de mi madre era tener unas botas katiuskas, el de mi padre, que el suyo tuviera un coche.
Adivinad como se conocieron: PUES BAILANDO. Rollo guateque, claro, que no me puede parecer más divertido. Que me gusta un cardado y un Dúo Dinámico por parte de mi madre y un tupé y un Elvis por la de mi padre.
Y adivinemos a que se dedicaron tras casarse: a que los demás también bailaran. De la nada, con sus cuatro manitas y sus cuatro bolsillitos vacíos, con un bebé recién nacido (yo misma), construyeron la caja musical más bonita del mundo (No viene al caso describir el negocio familiar. El tema es que ALLÍ, la gente baila descosidamente)
Ellos empezaron a trabajar a los 11 años, no pudieron estudiar, y a base de currar como bestias, pero como bestias alegres, como bestias divertidas y musicales, me han podido pagar los estudios, los vestidos, los zapatos, los coches, las muñecas y mil cosas más que les agradezco enormemente.
Pero lo más importante que me han dado es EL ENTUSIASMO, el entusiasmo hasta la enajenación, por la vida, por el trabajo, por la risa, por los viajes, por la belleza, por los libros, por los helados de trufa, por las croquetas de mi madre, por ESCRIBIR, y, por último, pero no por ello menos importante, por el baile, porque a mis padres lo que les gusta… ¡ES BAILAR!
Comments (11)
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Interesante reflexión, la gente amargada no suele disfrutar bailando o no baila..
Que entusiasmo… 🙂
Me gusta leerte. Un abrazo. A mi también me gusta mucho bailar. Mi nuevo novio no baila. Me cachis. Pero bueno, algo malo tenía que tener, nada es perfecto. Entonces yo bailo por los dos. La vergüenza que le daba cuando en el tren compartiamos los auriculares, para ponerle toda la música positiva y hueca que escucho, para moverme.. Y me movía.. Y a él le daba la risa, y le daba vergüenza. jajajajaja…
A mi hijo le encanta bailar. Lo ha sacado de mi, porque del progenitor, una mierda, chico soso soso.
Con esta bailaremos…. Carlos Vives Ft Shakira-La Bicicleta.. jajajajajja… Y pitbull… Lo mejor…. Y vamos, que lo que me pongan…
Ahhhh… Y cuando voy conduciendo… Y bailo sin poder levantarme… OMG. jajajaja
O que has aparcado y no te bajas hasta que la canción se ha acabado… 🙂
Ahh, ¡qué delicia leerte! Viva tú, el entusiasmo y el baile. Toda mi vida me ha encantado bailar. Ahora voy a clases de tango y si bien es difícil, me encanta.
Sigue escribiendo porque, chica, inspiras.
Me haces muy feliz, de verdad.
Gracias bailarina.Me has hecho pensar en poder transmitirle todo ese entusiasmo a mi hija,que ahora solo tiene 10 mesecillos,así que estoy a tiempo.Ojalá lo consiga!Gracias por escribir y compartirlo con nosotras,eres genial.
Pues anda que tú…
Gracias Sol, hoy necesitaba este rayo de luz. El entusiasmo se pierden tan fácilmente que es necesario que haya gente que lo recuerde como tú. ¡Gracias!
¡A mí me encanta bailar como una descosida!
Pues hazlo. Compulsivamente
Identificadísima me siento. También me entusiasma bailar y mis padres se conocieron en el baile jiji Por supuesto me entusiasma la Vida y también opino que debería entusiasmarle al resto del mundo para qué no hubiera tanto amargad@