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Reflexiones de una majara

Hoy y siempre, mujer.

Hoy y siempre, mujer.

Sí, hoy y siempre, desde ayer mismo, aunque ojalá fuera desde hace siglos. Nunca es tarde para empezar, para ponernos en nuestro sitio y aferrarnos a él. No solo hoy. Cada minuto de nuestra existencia. Levántate para que te vean, que ya está bien de cerrar el pico y zampar ruedas de molino, con lo indigestas que son, por Dios. Eres digna y poderosa. Como todos. Como todas. Convéncete tú primero y el resto vendrá después.

Porque los micros desembocan en los macros y  porque como no lo tengas tú claro, querida, nadie lo va a entender.

No digas barbaridades: tu pareja no ayuda en casa, porque vive en ella, y no te echa una mano con los niños, porque también son suyos. No es un vecino, no es un amigo, la cosa va con él, Y MUCHO.

NO te está haciendo ningún favor yendo a comprar ni cuidándolos. No tienes por qué buscar excusas para que lo haga, ni morir de agradecimiento por ello. Es su responsabilidad. Punto.

Tus hijos tienen dos brazos y dos manos como tus hijas. La lavadora, la mesa, la cama y el trapo del polvo están ahí para ellos igual que para ellas. Que su generación se enorgullezca de la nuestra porque les enseñamos a no distinguir entre géneros, pero sí entre el detergente y el suavizante.

Hay piropos que no son piropos, sino abusos. No riamos, no callemos. No tengamos miedo a pegar un grito, un puñetazo en la mesa, un HASTA AQUÍ, chato. Qué más da que te juzguen. A quién le importa, que diría Alaska.

Antes de la primera hostia hay una primera mala palabra. Antes de eso, un juicio, una crítica o una orden. Antes, una mirada represiva. Al primer atisbo: ADIÓS, VETE A LA MIERDA, CONMIGO NO. Sin justificaciones ni disculpas. Tu cuerpo, tu cara, tu alma es tuyo, de nadie más.

El techo es de cristal, no de acero. Golpeémoslo con todas nuestras fuerzas como antes hicieron otras gracias a las que podemos votar, trabajar o ponernos minifalda. Como mínimo lo agrietaremos para que las que vengan detrás acaben de reventarlo. Vamos más a la Universidad, sacamos mejores notas, pero nos han hecho creer que ser ambiciosa es feo. Nos lo han grabado en el ADN: marimandona, repelente, sabionda. Competitivo, seguro de sí mismo, inteligente.

No ligas porque les das miedo. Desprendes DEMASIADA seguridad. Hazte la tonta.

Tú, que me estás leyendo, eres parte de esto, seas hombre o mujer. Somos fabulosos granos de arena. Te lo debes. Se lo debemos a otras, a nuestras hijas, a aquellas a las que no se les permite ni respirar libremente. Desde este mismo instante:

BASTA.

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