Skip to main content
Humor

“Altered carbon”, o un nuevo Empotrador (sueco) ha llegado a la ciudad.

“Altered carbon”, o un nuevo Empotrador (sueco) ha llegado a la ciudad.

Amigas, amigas, AMIGAS:

Soy muy feliz y os voy a contar por qué. He encontrado un nuevo Empotrador. Sí, cuando ya parecía que era imposible, que habíamos cribado el planeta entero y estábamos convencidas de que no se nos había pasado NI UNO, va Netflix, se inventa una serie y nos planta a Joel Kinnaman en la pantalla. Poco más y me desmayo cuando el viernes, tras dejar a mis vástagos camino a casa de los abuelos, le doy al mando para cotillear esa serie tan publicitada y ZASCA, la primera en la frente: aparece un bigardo de dos metros en bolas.

Y es que los de Netflix no son tontos, no. Nos conocen, queridas, y saben que somos el mercado y saben lo que nos gusta. Y si no, ya se lo digo yo: LOS EMPOTRADORES. Y van y nos lo sirven en bandeja. A los tres capítulos le hemos visto en bolas veinticinco veces y se ha cepillado a la mitad del reparto. Y eso que, como al buen hombre le han cambiado el cerebro de cuerpo, no andaba muy conforme así de primeras, pero oye, la salida que le da a ese montón de carne perfectamente proporcionada que le ha tocado en el reparto.

Si es que todo es acostumbrarse.

Te aseguro, querido Kinnaman que yo a tu cuerpo me hacía rapidito, vamos, que no te conozco y me iba a costar poquito adaptarme a tu anatomía.

Y ahora vamos al ser en sí. Como buena tía obsesivo-compulsiva, me he ido a Google y ahí he descubierto que Joel es medio sueco. JODER, si es que estos nórdicos no son ni medio normales. Ya decía yo que me recordaba al Skargard por esa altura, esas hechuras, esa pinta de animal escandinavo que lo mismo te inserta en el alicatado que te corta diez árboles en una mañana.

Salió en “Escuadrón Suicida”, me sonaba, pero claro, allí no me lo plantaron en bolas, de ahí mi despiste. Sé que aparece en “The Killing” y espero que se desarrolle en climas tropicales o dentro de un volcán, porque si no sale ligerito de ropa la cosa pierde bastante.

El buen hombre está lleno de tatuajes, otra razón más para que me encante. La parte negativa es que tiene una mujer que no puede estar más buena y que tampoco puede tener más tatoos, la madre que la parió. A ver Joel, que si lo que te va es eso, yo tengo tres dibujos monísimos sobre mi skin, pero en un momento dado, pillo un Rotring y la lío parda.

No sabéis lo entretenida que he estado todo el finde, viendo como Kovacs, que es el nombre que le han puesto en la serie (porque FUCKER SUPREMO era muy descarado) asesinaba a diestro y siniestro, fornicaba a diestro y siniestro y me volvía loqui a diestro y siniestro.

Y es que yo siempre quise ser nórdica y, entre el Hygge, el Lagom, el Skargard y este, estoy por volverme apátrida, teñirme de rubio platino, ponerme ciega a arenques y pedir asilo político en las Escandinavias, siempre que me dejen visitar de vez en cuando las Highlands, que es otro viajecito que tenemos pendiente, queridas.

Mientras llega el momento de tirar mi pasaporte español al retrete seguiré visualizando a mi querido Joel mientras rechupeteo el mando de la tele, que es lo mínimo que puede hacer una ante tal despliegue de músculo y testosterona.

Y que viva el Vikinguismo una vez más, amiguis.        

Comments (11)

Los comentarios están cerrados.