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Juego de Tronos nos tiene loquis (y con razón)


Que se pare el mundo, que mañana se estrena la séptima temporada de “Juego de Tronos”. Me río yo de la ansiedad con la que esperaba a los Reyes Magos. Esto son ganas, PERO DE LAS DE VERDAD.
Y que conste que yo me resistía al enganche.
- Primer capítulo: pfffff, ¿y este rollo guerra y que todo el mundo la palma? No entiendo yo el entusiasmo.
- Segundo capítulo: a ver, que no está mal, pero tampoco es pa tanto.
- Tercer capítulo: oye, que tiene su qué…
Cuarto capítulo: por Dios que me esguincen los dos tobillos y el pescuezo si es necesario para quedarme en el sofá las noventa y ocho horas que dura una temporada.
Porque “Juego de Tronos” es como las patatas fritas de bolsa, que algo de droga llevarán cuando no puedes parar de zampártelas.
Cómo a mí no me gusta depender de nada sin tener claro por qué me pasa, he diseccionado las razones de esta locurita que nos ha entrado por la serie:
1.Es más que evidente: LOS BUENORROS. No son tontos, no, los de casting. He escrito largo y tendido sobre los guapos, los empotradores, los tíos buenos y la necesidad imperiosa de que los machotes de “Juego de Tronos” se despeloten MUCHO MÁS. Además, los hay para todos los gustos: Jon Snow, el sensible; Jaime Lanister, el malo; Daario Naharis, el leal; Khal Drogo, el salvaje y así hasta el infinito y más allá. Seamos sinceras: sin tanto tío hermoso, pasaríamos de los de Invernalia, y a lo loco, además.
2. Lo inesperado: y venga giros y más giros que te dejan con la boca abierta. Que no seré yo la que se ponga a hacer spoiler, pero que no siempre ganen los buenos y que la palme tó quisqui tiene su qué. Nada nos mola más que ese susto, esa incredulidad cuando matan al que era el prota hasta ahora. También nos jode cuando el muerto era el más Empotrador de los Empotradores, he de decir. Yo sigo esperando la resurrección milagrosa de Drogo. Ahí lo dejo.
3. Se hartan a fornicar: y como somos unas cochinonas, pues nos mola. No os riáis, no, que es verdad de la buena. Solo hay que observar el éxito de “Outlander”, “Vikings” y tantas otras que presentan la misma fórmula: buenorro + fornicatio masiva.
4. Los personajes son la bomba: o sea, el guión es la bomba. Son complicados, creíbles y sorprendentes. Y lo mejor, hay mujeres poderosas, que no dependen de los protas masculinos, como Cersei, la super-vengativa Sansa o mi favorita: la Madre de Dragones. Tan chiquitina, con esa cara de buena y la que lía.

Y creo que estas razones son más que suficientes para justificar la Tronomanía. Yo, por mi parte, voy a aprovechar que me hallo en la Gran Manzana y por aquí la lían parda para este tipo de acontecimientos. Me voy a buscar un bar bien grande para compartir mi adicción con muchos majaras neoyorquinos y a ver si, con suerte, me encuentro con algún Stark.
Por desear que no quede.
