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Reflexiones de una majara

El Mareador sin piedad vuelve por Navidad

El Mareador sin piedad vuelve por Navidad

No he sabido encontrar el post en el que hablaba de este fenómeno, pero os juro que yo lo había dicho: la Navidad y los cumples son las ocasiones favoritas de los Mareadores para resaparecer. Y no hacéis más que darme la razón: os están mandando WhatsApps a mansalva, a lo salvaje, como si no hubiera un mañana. Están totalmente descontrolados.

Algunas me comentáis que, después de ocho años, el susodicho os ha enviado un mensaje. Otras que solo han sido unos meses de ausencia, tras veintisiete resapariciones. Lo gracioso del asunto es que cuando, hartas de otra retahíla de WhatsApps, les decís que os toméis un café, en lugar de tanto mensajito, ZASCA: vuelven las evasivas: que si tengo cena navideña, que me duele la cabeza, QUE MI ABUELA FUMA.

Y es que, pensadlo bien, llevan meses sin excusas para tocarte el moño (porque tocarte lo otro, por desgracia, no es su objetivo) y, de repente, aparece diciembre con su Nochebuena, su Navidad, su Fin de Año. Un abanico enorme de posibilidades para volver al ataque. Me los imagino frente al calendario, frotándose las manos, siendo MUY felices.

Y ahí estamos nosotras, flipando cuando, tras oír el Pi Piiiiiiiiiiii en el móvil, leemos su nombre y debajo un precioso mensaje, en el mejor de los casos con fotos de renos, abetos navideños y, si el tío tiene mucha jeta, una imagen de su pene con gorrito de Papá Noel. #RealStory.

Y es que aún tenemos capacidad para sorprendernos, lo cual no deja de ser bonito. Pero hijas mías, una cosa es sorprenderse y otra muy diferente CONTESTAR. Sí, sí: contestas. Porque, poseída por el espíritu de la Navidad, piensas que sus intenciones son buenas; porque no te puedes creer que aproveche tan sagradas fechas para marearte OTRA VEZ; porque tienes mala memoria y se te han olvidado las otras DOSCIENTAS CINCUENTA veces en las que hizo lo mismo.

Ay, amiguis de mis entresijos, ¿es que no os he enseñado yo nada? Vamos a recapitular un poquito, que siempre va bien:

1.EL MAREADOR NO ES RECUPERABLE.

NUNCA.

JAMÁS.

IMPOSIBLE.

El marear es al Mareador lo que respirar para el resto de los humanos. Lo necesita para seguir viviendo. Y, oye, que es muy respetable. O no.

2.Dios nos hizo libres. Libres para marear y libres para mandar a tomar por culo.

Una y otra vez si es necesario.

3. El no contestar no te convierte en mala persona, sino en una de lo más pragmática y Fabulosa. Si te sirve de consuelo, te contaré que el mismo mensaje que te ha enviado, lo han recibido otras treinta y tres tías a lo largo y ancho de la geografía mundial. Créeme, no exagero. Yo sé de esto.

Seré sincera: yo no he recibido ninguno de estos mensajitos. Probablemente porque he bloqueado a TODOS mis Mareadores. Y es que, queridas mías, ese precioso botón es lo mejor que se ha inventado desde el Támpax y la fregona. Es mucho más cómodo que hacer un “copiar/pegar” diez veces de un enorme VETE A LA MIERDA. Y además estamos en Navidad y estas cosas dan mal rollo, quieras que no. Es mucho mejor que sus palabras de Mareador se queden en el limbo de las ondas electromagnéticas.

Porque el quinto mandamiento del panfleto AntiMareadores es, quizás, el más importante: BLOQUEA. Pero lo loco. En todas las redes sociales. En todos los teléfonos. En toda la galaxia. En todo el Universo. Porque si el Mareador no para, habrá que pararlo.

DIGO YO.

     

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