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Reflexiones de una majara

¿Novio por catálogo? No, gracias.

¿Novio por catálogo? No, gracias.

Nunca he entendido la expresión “Buscar novio”. Sé lo que es un novio, sé lo que es buscar, pero las dos palabras juntas pierden el sentido totalmente para mí. Será, para empezar, porque yo no quiero tener novio, pero aunque quisiera, el romance surgiría al conocer a alguien que me revolviera los adentros, no buscando pareja al tuntún.

Acabo de volver de Nueva York y allí este tema ya se eleva a la enésima potencia, como todo por aquellos lares. Los edificios son más altos, las magdalenas pesan tres kilos, y lo de ligar es un deporte, un negocio, una obsesión para muchos.

Sí ya en la Península Ibérica me hallo yo confusa ante los Tínderes y demás instrumentos de flirteo, allí NI OS CUENTO. El súmmum de mi flipe llegó cuando mi amiga Susana me cuenta que su amiga María ha contratado un “matchtmaker” que la ayuda a encontrar candidato para el matrimonio.

“Sí, churri, le cuenta a esta mujer las características de su pareja ideal y ella, que es MUY profesional, le busca citas a cascoporro. Quiere un novio con un buen trabajo, que quiera tener hijos, que sea alto…”

A mí me vais a perdonar, pero me sonó a “Quiero un caniche, blanco, de menos de seis meses, con pedigrí impoluto y que esté vacunado”.

Por otro lado, la mitad de la población de Manhattan corresponde a esa descripción, pero claro, Susana me dice que “La gente no tiene tiempo para relacionarse porque aquí se curra mucho.”

Yo ya me vuelvo MUY LOQUI y me asaltan millones de preguntas: ¿Si no tienen tiempo para conocer a nadie, cómo van a montárselo para tener pareja? ¿Y si, mientras están en plena búsqueda del ejemplar soñado, aparece uno bajito y que gana menos de 120.000 al año y le gusta? ¿Le pega la patada? ¿Si la matchmaker no consigue la pareja ideal, devuelve lo cobrado?

Y sobre todo: ¿QUÉ COJONES ES UNA PAREJA IDEAL?

Y entonces pienso en ellos, en sus descripciones de la “novia ideal”, que supongo serían algo tipo: una chica de entre 25 y 35, de entre 1,65 y 1,75 de altura, ni muy gorda ni muy delgada, sin hijos pero que quiera tenerlos, que no diga muchas palabrotas, que no se enfade a menudo, que sea dulce y femenina, que no salga demasiado, pero que sea sociable. Si le gusta cocinar, pues mejor. En cuanto al tema salario, juraría que no se pronuncian demasiado, no voy a entrar en el por qué.

Vamos, a mí, y a las que sois como yo, ni pagando nos cae una Blind Date, chatas: una tía de 44, con dos hijos, que escribe sobre feminismo, penes, amistad y series con tíos buenos, que no va a procrear más ni muerta y que no ha muerto de inanición gracias a la Thermomix.

Está claro, amiguis, NO ESTAMOS EN EL MERCADO.

Gracias a Dios.

Convertirme en una novia por encargo es de las peores cosas que me podría pasar. Yo no sería YO, sino una idea premeditada, un prototipo soñado, un algo que alguien se ha imaginado como la vida impecable, una buena puntuación, el match perfecto de una tabla Excel, el diálogo creado por el guión de otro que no soy yo, el cruel asesinato de la improvisación, de la inmensa grandeza de mi imperfección, la meta de un tío que pensó que encajaría en su obra de teatro antes de conocerme, de verme, de tocarme.

No quiero ser el producto de un cásting ni hacerlos yo, no soportaría ser un estereotipo, corresponder al dibujo exacto de lo que se le ocurrió a alguien un día. No somos pizzas, ni pollos, ni un traje de fiesta. No estamos hechos a medida de nadie. La química no se describe, ni se escribe. La vida no es un cuento, es un viaje. Hablamos de personas, no de personajes. Los novios ideales no se buscan y, probablemente, tampoco se encuentran. Porque encontrar un “espécimen adecuado” es fácil. Lo difícil es que su olor te dé ganas de morderle; que cada vez que te toque se te cortocircuite el sistema nervioso; que solo con ver su nombre en la pantalla del teléfono quieras arrancarte las bragas de cuajo; que te mueras de la risa con él; que morree mejor que nadie en el planeta; que sea muy listo, pero no prepotente y que le admires tanto como él a ti; que te descubra canciones, pelis, series maravillosas; que sea hábil en algo en lo que tú eres un desastre, y a la inversa; que lo vuestro sea algo INESPERADO, SALVAJE, ANIMAL. Que te guste por algo que no eres capaz de explicarle a nadie.

Mucho menos a un formulario.

 

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