Estoy enamorada, querido San Valentín

Me he enamorado, San Valentín, y no sabes de qué manera.
Me enamoré el otro día de un sueco monumental, la semana anterior de un Poliamoroso y el mes pasado de un bigardo oscuro que no sabes cómo está. Todos tienen su encanto, con todos me tiemblan los entresijos. Sé que es amor del bueno, del que solo da alegrías y jamás problemas.

Hace tiempo que estoy que me muero por una panda de tías de lo más salvajes, malhabladas y contestatarias. No es para menos: mis amiguis son listas, guapas, y me quieren como necesito que me quieran. No puedo pedir más.
Llevo años con mariposas en el estómago por culpa gracias Mi Cantante. No duermo de la emoción porque en breve lo veré, o mejor, lo escucharé. Bueno, las dos cosas. Carne de gallina. Pelos como escarpias. Lagrimón de la emoción. Valentín, te juro que hasta escalofríos me entran de pensarlo.
Dicen que los buenos amores son aquellos que te hacen mejor persona, que te empujan a ser lo que siempre soñaste. Pues eso me pasa con “La La Land”. Oye, Santo, qué pasa, cada uno se enamora de quién o de lo que le da la gana.

Sigo enamorada de mi primer amor que no es lo mismo que de mi primer novio. Me encanta pensar en cómo le quería. Me gusta muchísimo lo que yo era entonces, tan inocente, tan masticable…
Amo a Nueva York tanto que, si pudiera, la abrazaría. En cambio, es ella la que me agarra fuerte, la que me alimenta, la que me hace no querer estar en ningún otro sitio que no sea perdida entre sus calles. Besaría Mi Puente de Central Park, creo que ya lo he hecho. Me quedaría para siempre sentada en ese banco frente al lago, viendo a la gente pasar, siendo absolutamente yo.

Tengo varios maridos, Valentín. Sí, soy poligámica a tope. Algunos (bastantes) son gays. No, no fornicamos, como tantos matrimonios, pero nos amamos, nos divertimos tanto juntos que nos hacemos pis de la risa. No importa si vivimos en continentes distintos, porque NADA puede separarnos. Sabemos si el otro está triste o contento antes de levantar el teléfono. Siempre saben qué decirme para que me sienta mejor.
El amor por la escritura, querido Santo, me envuelve a cada momento, está dentro y está fuera. Está en todo. Cuando escribo y cuando no. Lo respiro, lo como, lo duermo. Nada ni nadie me ha hecho tan feliz como él, como esa panda de tías Fabulosas que están al otro lado de esta pantalla. A ellas les debo tanto… Espero devolvérselo.

Tengo muchos más amores, Valentín, pero no da la vida para contarlos. O sí, pero será en otra ocasión. Ahora estoy muy liada aprendiendo a auto quererme e intentando que otras hagan lo mismo. No nos lo ponen fácil, no te creas. Hay mucha creencia dañina, mucho estereotipo, mucho juez siempre dispuesto a dictar sentencia. Yo he mandado ya a unos cuantos de esos a tomar por el jander y algunas, gracias a Dios hacen lo mismo. A vosotras, a las que os amáis y a las que os amaréis por encima de todas las cosas:
FELIZ DÍA DEL AUTOAMOR.
