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Etiqueta: mujeres

Cinco series con protagonistas femeninas que tienes que ver PERO YA.

Yo me pillo unos cabreos monumentales cuando me entero de que un/una amigui ha visto una serie fabulosa y no me la ha recomendado. Sin ir más lejos, me pasó con “Outlander“. Cual fue mi sorpresa cuando, al comentarle a mi mejor amigo “Tío, tío, tío, que tienes que ver la serie del escocés que escuece porque está tremendo y buenísimo y empotra que no veas y…” Y va y me suelta “Huy, la vi hace mucho”.

Pero cómo me puedes hacer esto a mí, MAL AMIGO.

En fin, que como yo no soy así de acaparadora, he hecho una listita de maravillas que, por una u otra razón, creo deberíais ver en estas vacaciones que se aproximan e incluso antes.

BIG LITTLE LIES.

Amiguiiiiiiiiiiiiiiiiis, es necesario que os vayáis raudas y veloces a HBO (ni que me dieran comisión) y os zampéis del tirón esta maravilla. Es solo una temporada, el reparto es despatarrante: Reese Witherspoon, Nicole Kidman, Shailene Woodley y TACHACHÁÁÁÁÁÁÁÁÁNNNNNN, Alexander Skarsgård, que no puede estar más tremendísimo. Ahora en serio: guión impecable, actuaciones impecables, todo impecable. Una historia de mujeres, de complicidad, de secretos, donde las apariencias engañan y a qué nivel, Maribel. 

THE HANDMAID´S TALE.

Imagina que una especie de secta neoreligiosa toma el poder en Estados Unidos después de que las condiciones medioambientales dejara estéril a la mayoría de la población femenina. Imagina que esclavizan a las mujeres fértiles para que procreen sin orden ni concierto. Pues esta trama que, en un principio, podría parecer una ida de olla del quince ES UNA PUTA MARAVILLA basada en la obra de Margaret Atwood. Si Elisabeth Moss te gustó en “Mad Men” ahora vas a alucinar en colores. En serio, no te la pierdas.

THE GOOD FIGHT

El spin off de “The Good Wife” no puede molar más, y es que esa Diane Lockhart que ya era una fiera como secundaria, ni te cuento lo que es como prota. Encima volvemos a ver a Lucca Quinn, con esos trajes estupendos, esa piel estupenda y esa actuación estupenda. Otra historia de mujeres con ovarios, con poder, pero no por ello sin problemas. Heterogéneas que somos. Y Fabulosas. Diane nos demuestra que hay vida, y MUCHA, más allá de los sesenta. Y como guinda, aparece Rose Leslie (la salvaje de “Juego de Tronos, sí, la que se beneficia a Jon Snow) que está ma-gis-tral.

GIPSY

La nueva de Netflix. He visto solo un par de capítulos, pero os digo desde ya que esta noche me zampo otros dos. A ver, que la prota es Naomi Watts, garantía de calidad, señores. Y encima hace de terapeuta (que no me puede gustar más el rollo psico – suspense – perversión). No os voy a decir más porque solo ha hecho que empezar y ya me ha sorprendido. Espero que os pase lo mismo.

ORANGE IS THE NEW BLACK

Sí, ya lo sé, no es nueva, pero su primera temporada me parece tan, tan, tan buena que no puede faltar en esta lista. Que ahora nos parece muy normal lo de una serie que hable de la vida de las mujeres en prisión, pero hasta que llegaron las Orange, era de lo más impensable. Me gusta por muchos motivos: nos cuenta que a veces no elegimos nuestras propias circunstancias, que incluso en los momentos más jodidos se puede encontrar la ilusión, que hay que ponerse en lugar del de enfrente para saber lo que uno haría en su piel. 

  Y nada más por ahora, amiguis, que ya me contáis lo que os parecen mis sugerencias y, porelamordedios, hacedme llegar las vuestras.

Nosotras hablamos, ellos no escuchan. Y así nos va.

De un tiempo a esta parte, he decidido desayunar fuera de la oficina. Me ventilo, me tomo una napolitana de chocolate que, lejos de hacerme sentir culpable, me alegra la mañana, y afronto el día otro talante, quieras que no. Por supuesto, me llevo mi libretita azul y le doy al boli de lo lindo. Porque los bares son un escaparate fascinante para los cotillas como yo. Se puede saber mucho de una persona por lo que desayuna, por cómo lo hace, por qué jeto lleva a las nueve de la mañana.

De todo lo que he descubierto en mis incursiones matinales, hay algo que me llama la atención sobremanera:

El 90% de las mesas están ocupadas por mujeres.
Las mujeres desayunan con otras mujeres, los hombres desayunan solos o con mujeres. 

Curioso, cuanto menos.

He de decir que a mí me gusta tomarme mi té y mis tostadas integrales en sitios monos, con teteras cuquis, no en bares con cientos de servilletas en el suelo, una máquina tragaperras en la esquina y olor a fritanga. Yo ahí no entro, pero observo desde fuera y ahí sí hay tíos, pero tampoco hablan. Se toman su carajillo, miran esa tele que SIEMPRE está colocada sobre la puerta de entrada y que SIEMPRE tiene puesto el canal de fútbol, dejan sus monedas en la barra, a poder ser de un golpe, y se piran.

Los señores que habitan esos lugares normalmente superan los cincuenta y cinco. Dónde se reúnen los más jóvenes para tomarse un café y charlar, es un misterio.

O no.

Volvamos a esas mujeres que desayunan con otras mujeres. Las hay de todas las edades, de todos los estilos. Todas hablan, sonríen, ríen, se alegran de verse, gesticulan, se tocan, SE COMUNICAN.

El lenguaje, a las mujeres, nos conecta, nos libera, nos consuela, nos alegra la vida.

Recuerdo a esa política que se quejaba hace poco en no sé qué convención de que, cuando las mujeres hablaban, los hombres miraban al suelo, le echaban un ojo al móvil… Básicamente, no les interesaba una mierda lo que ELLAS tuvieran que decir.

Busco la razón de semejante falta de respeto y me encuentro con varios artículos que afirman que la voz de la mujer agobia al hombre por no sé qué del tono agudo y que, en defensa propia, el cerebro desconecta.

Tócate los cojones.

Si esto fuera cierto, queridos estudiosos del pasotismo masculino, tampoco nos escucharíamos entre nosotras porque, de momento, no se ha descubierto que el oído de las féminas sea diferente al masculino. Así que no me lo trago, LO SIENTO.

Se me ocurren muchas otras teorías: pasan de oír lo que no les conviene, no les parece interesante lo que tenemos que decir,  practican el yo, me, mí, conmigo de una manera asalvajada…

En este punto creo necesario hacer una aclaración, que luego aparecen los Paolos del mundo y me la lían parda: estoy generalizando, algunos sí escucháis, sí habláis de vuestras cosillas. Pero muchos, PUES NO.

Recapitulemos. Hasta ahora tenemos: mujeres que hablan, mujeres que escuchan, hombres que no hablan, hombres que no escuchan. Lo que viene siendo darse cabezazos contra un muro una y otra vez. Y venga, y dale. Y nos pensamos que la cosa va a cambiar. Ay, que risa, Maria Luisa.

No hay que ser muy listo para deducir que todo esto NO facilita las relaciones, porque os comento que estas, para ser satisfactorias, necesitan de bilatelaridad, reciprocidad, igualdad. O sea, tú hablas y yo te escucho, y a la inversa tiene que ser exactamente igual. O, en lugar de conversación, tenemos un monólogo de lo más frustrante. Para las tías, que se sienten ignoradas, y para los tíos, porque ese zumbido en forma de palabras es de lo más molesto. Con lo guapas que estaríamos calladitas, ¿eh?

Quizás, amigas y amigos, todo eso de “Es que no entiendo a los tíos” o “Mira que las tías son complicaditas”, se condense en una sola cuestión: SIN COMUNICACIÓN ES IMPOSIBLE que nos comprendamos, amiguis. Y no es que yo sea muy lista, es que es de cajón.

Y, chicos, que sí, que ya, que parece ser que a vuestro organismo le falta no sé qué proteína que favorece el lenguaje, que vuestro cerebro rechaza las notas musicales que salen de nuestras preciosas gargantas, que cada uno es libre de rajar de lo que le venga en gana, que si no queréis desahogaros, pues vale.

No sé cual es la solución, dado que ni nosotras vamos a cerrar el pico (menos mal), ni a ellos se les va a abrir la conexión que va del oído a la sesera, así de repente. Supongo que seguiremos contándoles nuestras penas a nuestras amigas y usando los penes de nuestros amigos.

O, quizás, podríais hacer un pequeño sacrificio y probar un día a ver cómo es eso de sentarse con otra persona de vuestro mismo sexo y contarle qué os emociona, qué os disgusta, qué os preocupa, qué os entusiasma. Y que el de enfrente haga lo mismo. Y si de esa salís vivos, a lo mejor decidís hacer una locura, saltar al vacío en plan kamikaze, hacer lo mismo con una mujer y prestar atención a todo lo que os tenemos que decir.

QUE ES MUCHO.

    

 
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