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Etiqueta: sex and the city

Gracias por tanto, “Sexo en Nueva York”

Todavía recuerdo la primera vez que vi a aquellas cuatro tías estupendas diciendo barbaridades a diestro y siniestro. Qué gusto más grande.

Una serie femenina, donde las protagonistas eran mujeres de treinta y bastantes, independientes, que vivían en Nueva York y hablaban de sexo sin tapujos. 

UNA PUTA MARAVILLA.

Por primera vez, en la pequeña pantalla, se rajaba abiertamente sobre penes pequeños, eyaculadores precoces y el semen agrio. De que en el coño también salen canas, cagontóloquesemenea.

La palma en estos temas se la llevaba Samantha, pero el resto tampoco se cortaba. Basta recordar el episodio en el que a Miranda le hacen un annilingus o Charlotte se encuentra con un no circuncidado, por no hablar del político que quería mearle a Carrie mientras trikitriki. Las mujeres, por fin, disfrutaban del sexo sin compromiso e, incluso, tenían amantes más jóvenes que ellas. Gloria al cielo, ALELUYA.

¿En cuántas charlas con vuestras coleguis habréis exclamado: ¡Lo mismo pasaba en aquel capítulo de Sexo en Nueva York! Porque quitando los bolsos de 2.000 dólares y los Manolos, sus vidas y la tuya tienen TANTO que ver: te gustan los hombres, la ropa, te follan mal, te follan bien, te mueres de risa con tus amigas, te enamoras del que no debes, te critican por vivir a tu manera, eres ambiciosa, eres valiente, dudas, decides, te sorprendes, aprendes, te hundes, te levantas, decides ser feliz.

Fue un antes y un después. Sirvió de inspiración vital para muchas mujeres que, al verse reflejadas en aquellas cuatro amigas, ya no se sentían tan solas, tan raras, tan majaras. Querer divertirse como una loca a los treinta y tantos, a los cuarenta y tantos y a los cincuenta y tantos, no solo era normal, ERA NECESARIO y además, elegante, interesante, IMPRESCINDIBLE. Cuanto mayor eres, más cosas tienes que decir, menos te importa soltarlas. Cuando tú vas, yo vuelvo de allí.

Aquellas cuatro nos hablaron, también, de AMISTAD. Esa que es de verdad, que está a las duras y a las maduras, que te suelta verdades como puños, que discute, que perdona; que está por encima de cualquier novio, marido o Mareador; que no juzga, que te acepta como eres. 

Porque no nos engañemos, Nuestra Serie Favorita trataba sobre esas miserias que nos amargan la vida, y el humor no les quita ni un ápice de importancia. Todo lo contrario: las tristezas, compartidas, son menos tristezas y con unas palabrotas y unas risas de por medio, a veces incluso dejan de escocer. Cuántas nos solidarizamos con esa Carrie que era abandonada mediante un post-it, el equivalente al actual WhatsApp. Por no hablar del Supermareador, Big, que es ciencia ficción pura y dura: UN MAREADOR RECUPERABLE.

Venga, va.

Resulta que el personaje estaba basado en un ex de Candace Bushnell. Supongo que la pobre se quedó con las ganas de que el suyo se convirtieran en un tío decente y se desahogó en el guión. Te comprendemos, Candace.

Y lo hicieron bien hasta en la elección de aquellos cuatro estereotipos, todas somos un poco Samantha, un poco Charlotte, un poco Miranda e, incluso, un poco Carrie; ese personaje que observa, deduce y concluye frente a su pantalla. Porque alguien tenía que contar la historia, alguien tenía que ir más allá de los simples hechos que, a veces, son mucho más reveladores de lo que puedan parecer a simple vista. (Huy, qué familiar me es esto…)

El marco: NUEVA YORK. Que os voy a contar yo que no sepáis ya. Me enamoré de esa ciudad mucho antes de conocer a Carrie y sus amiguis, la convertí en marco para mi primera novela y, os lo digo ya, pasará lo mismo en la segunda. Muero por volver a esa Magnolia Bakery en la que nuestras amigas se ponían ciegas y zamparme un muffin del tamaño de mi cabeza.

Quizás, si no hubiera visto “Sexo en Nueva York” yo no estaría aquí, escribiendo sin tapujos y sin vergüenza alguna. Quién sabe si, en mis reuniones con las amiguis, aparecerían con la misma naturalidad las pollas, los picores de chirri, el miedo al compromiso. Puede que mi visión de la vida, ya rozando los cuarenta y cinco palos, no estuviera llena de ilusión: por proyectos nuevos, por viajes nuevos, por hombres nuevos, por vestidos nuevos, por amigas nuevas.

En cualquier caso, GRACIAS, QUERIDAS: por contarnos que tenemos opciones, que somos imperfectas y FABULOSAS, que nuestro toto es solo nuestro, que en esta vida lo importante es divertirse y el resto es pura guarnición.

             
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