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Mil deseos.

Quiero mudar la piel cada día y sentir, cada mañana, que escribo mi historia desde cero. Hoy es otra oportunidad para soñar, otra vida. Quiero hacer cada noche un inventario de lo bueno y olvidarme de lo malo, porque no sirve, porque solo jode. Quiero pedirle al despertador que me recuerde constantemente ese para qué al que agarrarme y ser feliz.

Quiero pasar  las Navidades frente a la chimenea, bajo la manta, viendo “Love Actually” en bucle, oliendo a madera, rodeada de nieve y de gente que quiero mucho y con la que me río porque sí. Quiero hincharme a chocolate en tazas de borde grueso que compro en Nueva York. Quiero que Nueva York sea (aún más) parte de mi vida. Quiero pasar las Navidades en Nueva York, en bares de madera con luces maravillosas y villancicos americanos. Ir a mi puente de Central Park el primer día del año para recordarle que es mío y de nadie más. Y que soy suya. Y de nadie más. Quiero pasar las Navidades en México, cantando rancheras y con los tacos al pastor saliéndoseme por las orejas, con mis amigos ahogados en tequila y el espíritu de Frida poseyéndonos sin mesura.

Quiero hacer yoga todo el rato, que me den muchos masajes, sustituir los tengo que por los quiero. Quiero que la belleza me rodee y que yo sea capaz de apreciarla, que me sorprenda cada día la magia que es esto de seguir vivo. Quiero, al mirar fotos antiguas, añorar aquella tersura, y sonreir porque hoy soy mucho más sabia: sé que la amistad, las risas y la sobrasada son lo único que realmente importa. Quiero tener cara de p´alante todo el rato. Quiero ir por la vida en plan “Lo hacemos y ya vemos”.

Quiero ser más valiente, decidir, hacer borrón y cuenta nueva a cada minuto. Tachar a los que no, subrayar a los que sí. Ser mayúscula, divina, apabullante. Y quererme. Quererme como si no hubiera un mañana. Porque no sé si lo hay, aunque me gustaría. Quiero que la música, el cine y los libros me traguen, me envuelvan, me corroan. Quiero que me besen hasta marearme, revolcarme con tíos que estén buenísimos, pensar cien veces al día “porque yo lo valgo”. Quiero salud, de la que se ve y de la que se siente. Quiero dinero para vivir como quiero vivir, para comprar experiencias, recuerdos, vivencias. Quiero estar sola y muy acompañada.

Quiero cantar en el karaoke hasta perder la voz, cenar con los amigos del cole, bailar hasta que amanezca, navegar por mi isla, ir a mil musicales, a mil conciertos. Quiero viajar mucho, sobre todo hacia dentro. Y también a Australia. Quiero recorrer en furgoneta las Highlands escocesas, ver mil castillos, visitar al monstruo del lago Ness. Y volver sin bragas por culpa de un pelirrojo. Voy a invadir Escandinavia, por los vikingos y por el Hygge. Voy a perderme por Montmartre, a reenamorarme de Londres.

Quiero ir por la vida sabiendo que lo que tengo no son problemas, sino oportunidades para no cagarla a la próxima. No quiero perder ni un minuto quejándome, porque la queja es una mierda y no te lleva a ninguna parte. No pienso conformarme porque “esto ya me va bien”.

No pararé hasta llegar, porque mirar el cielo está muy bien, pero yo prefiero tocarlo.

           

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