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Etiqueta: amistad

El amor, Barcelona, las chimeneas.

Ayer fui a Barcelona a comer con un amigo de esos a los que quieres desde un lugar donde hay poca gente. Hablamos de lo guapo que era Paul Newman, de sus párpados, de que me flipan los antebrazos de los tíos, tan fuertes y con venas; de que le encantan las nucas de las tías, las coletas que dejan al descubierto ese trozo de cuello suave y pecaminoso, los gestos indeterminados; de cómo podemos joderles (o no) la vida a nuestros hijos; de lo maravillosas que son las casas con chimenea. Le recordé que uno de mis deseos año tras año es tener una, y que es una pena que no haga más frío en su pueblo, porque en su casa hay chimenea, pero la enciende poco. Subir la leña a un tercer piso no acaba de ser apetecible.

Le dije, varias veces, lo bonitas que son sus manos. Le confesé que me enamoré de un puertorriqueño guapérrimo que me dejó hecha mierda y que también tenía unas manos preciosas, y unos ojos preciosos, y una boca preciosa, aunque por dentro no era tan precioso.

Decidimos, mirando fotos antiguas, que veinte años pasan volando, que estamos estupendos: él porque hace deporte, yo porque me lleno la cara de cremas y pinchazos.

Supimos que la humanidad volverá al campo, porque lo de los móviles puede llegar a ser una mierda muy grande. Me contó que las vacas, por raro que parezca, contaminan mucho, que hay un tío que saca filetes de células madre y eso no pinta nada bien. Y él lo contaba haciendo círculos en la mesa con sus dedos. Porque él lo convierte todo en líneas con esas manos preciosas.

En ese mundo futuro nosotros seríamos vegetarianos perdidos porque no podríamos matar ni una mosca, ni un ratolí. Nos quejamos del poco caliu que tiene Andorra, que no se dignan a abrir una cafetería de madera, con sillones blanditos y, de nuevo, chimenea. Las chimeneas son vida, está claro. Siempre nos quedará el hotel Hermitage, con su música sublime.

Él afirmó que es el amor lo que mueve el mundo. Le di la razón, asintiendo, pensando en lo muchísimo que le quiero. No se lo dije. Se lo escribí luego. Quizás los móviles no son tan mierda. O quizás yo debería hablar más y escribir menos.

Ventilamos las mierdas íntimas, que son muchas y muy malolientes. Y a él se le saltaron unas lágrimas por mis mierdas malolientes. Cómo agradecí esas lágrimas. No se lo dije. Ni se lo escribí. Lamentamos lo cortos que son esos encuentros nuestros que le dan sentido a la vida, que son la vida misma. La felicidad estaba allí, sentada con nosotros en ese restaurante vegetariano de la Barceloneta, aplaudiendo como las locas.

Algún día no es un día de la semana

  Hoy no pensaba escribir. Tengo algunos textos que corregir y muchos saraos en marcha. Como siempre.

Hoy, al llegar al Starbucks que hay en la esquina de mi oficina, y ante el que normalmente paso de largo porque voy con los minutos contados, me he imaginado dentro, tomándome un delicioso mocca blanco hipercalórico y leyendo una revista para nada interesante.

Y he entrado. Y me he pedido mi mocca. Y he hojeado la revista (porque lo de leerlas me aburre soberanamente, la verdad).

Y mientras disfrutaba de lo lindo en esa situación tan aparentemente ordinaria, pensaba en lo mágica que es la vida.

Sentada en ese sillón supercómodo he hecho un repasito mental de estos últimos cinco años: aquella foto que hice de mis zapatos nuevos para enseñárselos a mi amiga y que más tarde se convertiría en la imagen de portada de esa página de WordPress en la que empecé a guarrear sin saber muy bien para qué, aunque sí por qué. PORQUE QUERÍA ESCRIBIR. Aquellos primeros artículos, tan sumamente desestructurados; los primeros comentarios de mis lectoras; las primeras cien visitas; las primeras mil; las primeras diez mil; el primer guión de microteatro basado en uno de mis post; el segundo; LA DECISIÓN de escribir mucho, de convertir esto en el centro de mi vida; los propósitos de año nuevo en los que apunté que en el 2016 escribiría un libro y Las Claves crecerían mucho (y que me morrearía a diestro y siniestro); ese correo electrónico de una editorial, dos meses después, preguntándome si quería escribir un libro con ellos; la incredulidad; los lagrimones de felicidad; EL PRIMER MILLÓN DE VISITAS.

La ilusión de saber que lo que está pasando es solo el principio de algo que ni siquiera me atreví a soñar.

El convencimiento de que esto va de TOMAR DECISIONES que hagan de tu vida lo que tú quieres que sea y de que cada minuto que las posponemos es un minuto perdido. Porque “Algún día” NO ES UN DÍA DE LA SEMANA. Porque nadie te va a devolver las horas que pasaste a la deriva.

Mi idea de la felicidad consiste, sobre todo, en hacer cosas por primera vez. Pero eso, con el paso de los años se va haciendo cada vez más difícil. Ahora, gracias a esta locurita de escribir, cada artículo es una primera vez, cada lector es una primera vez y, no solo eso, sino que gracias a esa decisión tan majara he escrito mi primera canción, mi primera novela y he recibido mis primeras nominaciones para un premio.

Soy una tía de lo más suertuda: mis amigos no se cuentan con los dedos de una mano, ni con los de las dos, y no creo que los de los pies alcanzaran. NADIE intentó persuadirme cuando anuncié que a los cuarenta tacos y con dos niños me lanzaba a esta aventura, todo lo contrario.

Cuando, de pequeña, me preguntaban qué sería de mayor, yo respondía muy rápidamente: ESCRITORA. Yo escribía a todas horas, en cualquier libreta.

Y un día dejé de escribir. La vida se me tragó.

Y muchos años más tarde llegó la maravillosa crisis de los cuarenta y buceé para encontrarme. Y un enorme ramillete de personas mágicas creyeron tanto en mí que acabaron convenciéndome para que yo hiciera lo mismo. Ellos son  mi eje, mis cimientos, mi brújula.

Gracias porque sin vosotros, amigos, yo no estaría aquí, siendo lo que siempre quise ser.

algún día no es un día de la semana

Un día perfecto.

lasclavesdesol

No ha sonado el despertador, qué maravilla esto de los días festivos.

POR FIN, he empezado a hacer deporte. Qué satisfacción, qué voluntad la mía, qué dura me siento. Sí, en una hora nada más, QUÉ PASA.

He desayunado con grandes amigos, de esos que siempre son “Como estar en casa”.

Me he paseado por “La Central” sin prisa, durante TANTO rato… He ojeado. He Hojeado. Me han entrado ganas de revolcarme entre esos libros. He querido llenar muchas páginas. He fantaseado ante la estantería de los apellidos que empiezan por “A”.

Me gusta ir en autobús, mirar a la gente de la calle, observar a los que van conmigo dentro, investigar las calles de Mi Madrid.

Era necesaria la manicura. Ahora me siento más guapa, más lista y más persona. Así de simple soy. Qué le vamos a hacer.

Cómo he disfrutado mi nueva obsesión: tostada con aguacate, aceite y mucha sal (viva la retención de líquidos). Al sol, con este calor de 31 de octubre que no es ni medio normal. En mi balconcito, uno de los sitios más maravillosos del planeta Tierra.

He dado vueltas por esas tiendas chorras que me enloquecen. Ay, esas velas con olor a vainilla, a canela, a white musk. Como me gusta toquetear los calcetines blanditos y suaves. Ya venden decoración de Navidad, MUY FUERTE.

No he podido evitarlo, he entrado en OTRA librería. Me pasaría la vida entre libros, películas, plantas y velas aromáticas. He querido comprar más de veinte libros. Me he contenido, tengo tantos pendientes de leer… Me ha molestado que el estante de la “AG” esté muy arriba. Apellidarme “Carmona” sería mejor, creo yo.

He comprado pantalones para mis hijos, que mañana vuelven de pasar el puente con los abuelos. Cuanto he descansado y qué ganas tan salvajes tengo de pegarles un bocao en los mofletillos, POR FAVOR.

Se ha hecho de noche. BIEN. Soy la única humana que agradece este cambio de hora. Disfruto cuando anochece pronto, quiero que haga frío, SOY MUY RARITA.

He amontonado en el sofá un libro de Lucía Berlín, el de Ana Milán, también a Rosa Montero y Mónica Drake. Bien cerquita, que yo salto de uno a otro con facilidad pasmosa. Vogue, Telva y Elle al otro lado. Suena Michael Bublé, tan tranquilo y tan armonioso todo él. Mi Cola Cao.

Pienso en esa gente que me pregunta si no me gustaría tener un novio para “por ejemplo, pasar los domingos” (sí, darlings, SÍ. Yo he oído eso con estas orejitas) y doy gracias a todos los santos del cielo y a los dioses escandinavos tipo Thor por disfrutar de la soledad de esta manera tan, incluso, pornográfica.

Recuerdo el fin de semana pasado, esa cena con mis compis del cole. Cuánta emoción, qué alegría, QUÉ SALVAJADA. Y venga abrazos, y venga besos, y venga bailes, y HOSTIAS que eran las nueve de la mañana cuando llegaba a casa. Quién tuvo, retuvo. Y esa visita a mi pueblo, a mis chicos. Kilos de complicidad, de códigos casi ancestrales, de amor del bueno. Qué bonito lo que soy cuando estoy con ellos…

Echo un ojo a esa página de Facebook que ya es como nuestro bar, leo vuestras salvajadas sobre los Empotradores. ME DESCOJONO. Las estadísticas me cuentan que en octubre, OTRA VEZ, me habéis leído más que nunca. Pienso en cuántos días perfectos se avecinan y empiezo a teclear.

Quién sabe cuándo acabaré.

Quizás nunca.

un dia perfecto

Son mis amigas.

Gracias, amigas.

Desde luego, tengo delito. He escrito sobre casi todo lo que nos envuelve en estas, nuestras vidas de féminas del s. XXI. Pero aunque las he mencionado de soslayo, todavía no les he dedicado un artículo a LAS AMIGAS, a mis amigas.

Tengo las mejores amigas del planeta y ha llegado el momento de daros las gracias, mis chochinguis, por tantísimas razones…

GRACIAS porque si no fuera por vosotras, no estaría aquí escribiendo estas líneas. Me distéis el coñazo (mucho) hasta que me rendí y empecé a plasmar en este blog todas esas burradas que antes solo decía. Ni que decir tiene que no necesito más musas que vosotras. Sería materialmente imposible que a mí sola se me ocurrieran tantísimas salvajadas sobre polvos, piedras coñiles, penesSois una fuente inagotable de sabiduría e inspiración.

GRACIAS porque con vosotras puedo ser yo misma y soltar por esta boca cualquier improperio sabiendo que no me lo tendréis en cuenta.

GRACIAS por nuestra complicidad, porque esas miradas telepáticas, porque no hay que contextualizar, dar explicaciones, buscar excusas. No con vosotras.

Muchas GRACIAS por aceptarme tal como soy, no es fácil, lo sé: me quejo, me enfado, me obsesiono, me pongo de muy mala hostia, muchas veces. Y ahí estáis, pasando de mis cabreos, PERO NO DE MÍ.

GRACIAS porque con vosotras puedo ser incoherente, incorrecta, insoportable. Siempre seguís ahí (al menos de momento).

GRACIAS por decirme verdades que no quiero oír, por nunca atacarme con el “ya te lo dijimos”, aunque me hayáis advertido mil veces.

GRACIAS por apoyarme, aunque no siempre me entendáis (algo muy normal, teniendo en cuenta que, normalmente, no me entiendo ni yo).

GRACIAS por respetar mis silencios y mis gritos, por llorar conmigo y, sobre todo, por reír todas juntas hasta hacernos pis y conseguir que el rimmel nos chorree por toda la cara. Nunca fuimos comedidas, PA QUÉ.

GRACIAS por esos findes en Formentera, por los mojitos de litro y medio, por los viajes en coche cantando temas del Dúo Dinámico a grito pelado, por las interminables noches de karaoke, por los bailes con los italianos de turno al ritmo de “Y que fantástico dar vueltas con los pies sobre sus alás, en tu Vespa Special que te quita problemaaaaaaaaaaaas”.

GRACIAS por no tener pelos en la lengua, por pasar del qué dirán, POR TENER ESOS OVARIOS TAN GIGANTESCOS. A vuestro lado hay que ser valiente, no hay más remedio.

GRACIAS por no permitir que la distancia nos aleje, por hacer que todo aquello que nos une pese más que unos cientos o miles de kilómetros MUY insignificantes.

Gracias, mis maravillosas compañeras, porque vuestra amistad es la gasolina que mueve el mundo.

Os adoro (por si no había quedado claro) Son mis amigas  

Adiós, penes del pasado. Hola, penes del futuro.

madonna

Ay queridas, QUÉ MIEDITO PASÉ ANOCHE.

Resulta que este finde celebrábamos la despedida de soltera de nuestra amiga Cristina. No puedo dar muchos detalles de la selebreishon por cuestiones de discreción, pero adelanto que me ha inspirado, al menos, diez artículos.

El caso es que estábamos todas sentaditas alrededor de una bonita mesa, en un restaurante de postín de la capital. Me levanto para ir al baño y, cuando vuelvo,  dos de ellas están comentando algo sobre “las alianzas de la primera Guerra Mundial” y “el matrimonio de los Reyes Católicos”. El resto, calladitas y atentas.

listening

Ay, Dios mío.

QUIÉNES SOIS Y QUÉ HABÉIS HECHO CON MIS AMIGAS

Yo ya estaba imaginando que alguna abducción extraterrestre se había apoderado de sus pervertidos cerebros mientras yo hacía pis. Ellas seguían con sus debates históricos y a mí se me empezaba a saltar el lagrimón. Qué cabrones los alienígenas. Qué os han hecho. Podían haberos despojado de cualquier otra habilidad que no fuera tan fundamental como la capacidad de decir bestialidades sin cesar. Vuestro tesoro más preciado. Vuestra esencia.

cry2

Ya me hallaba al borde del cataclismo ante la explicación detallada sobre la Batalla de Galípoli, cuando se acerca el maÎtre y nos pregunta quién es la novia. “Yo” dice Cristina muy sonriente. Y allá que el caballero suelta “Mira, yo anulé mi boda veinte días antes de la celebración y ahora llevo dieciocho años con Laura”.

Silencio.

Alucine.

¿Quién es Laura y qué pinta en nuestra despedida de soltera?

what

El hombre prosigue con su explicación, TAN apropiada para una novia en ciernes: “Veinte días antes me enamoré de otra, qué le vamos a hacer”.

A esas alturas estábamos toda bizcas. LA MADRE QUE TE PARIÓ, MAÎTRE

Y allá que salta Inés y le replica “Hombre, veinte días antes no sería”. Miradas inquisidoras, hombre acojonao.

“Bueno, fue un año antes pero decidí dejar a mi novia a los veinte días de la boda”.

TOMA YA, CASTAÑA PILONGA.

wow

Como si nada. Y se pira.

Cómo se puso el gallinero, señores.

“Vaya morro”, “Qué hijoputa”, “Pobres chavalas”, “Imáginate a la pobre novia”, “Yo se la corto” y un largo etcétera de lindezas salieron por esas, nuestras boquitas. Ante tanto insulto, yo me sentí aliviadísima porque era posible que las lecciones de Historia hubieran sido solamente un lapsus, de esos que se dan una vez cada cien mil millones de años, rollo cometa Halley. Pude confirmarlo cuando, tras la intervención del marido de Laura, volvimos a las andadas, como si Juana la Loca y Von Bismarck jamás hubieran existido. Nos encanta poner a caldo a los adúlteros pero cambiamos de tema porque, a diferencia del señor del restaurante, tenemos dos dedos de frente y nos constaba que el abandono ante el altar no era algo a tratar a dos meses del bodorrio de nuestra amiga.

“Candela, cari, ¿cómo te va la piedra lunar?” Le pregunto a mi amiga, la esotérica. (Os recuerdo que Candela nos informó hace meses sobre los huevos de obsidiana que te introduces en la vagina con fines terapéuticos y le dediqué un bonito post)

“Pues ahí está, de momento noto que sueño más intensamente, pero nada más”.

La intención de Candela, aparte de fortalecer su suelo pélvico, era “encontrar amantes guarros”. Sí, así de Fabulosas son mis amigas.

Y continúa su relato, muy ofendida porque en su barrio hay tanta contaminación lumínica que, con tal de cargar el huevo con energía lunar, se había tenido que ir al campo “porque claro, si la pongo en mi ventana, la piedra se carga con la luz de la farola, los rayos láser de la discoteca de al lado y el neón del bar de abajo. Y vete tú a saber qué le podría pasar a mi chirri si me meto eso ahí dentro”.

“Pues, Candela, se te transforma el toto en una tortuga ninja mutante, como mínimo”, le contesta Inés.

huevo

Risas.

Descojone.

Chorros de rimmel por nuestros mofletes.

Amigos alienígenas, si en algún momento os planteasteis lobotomizarlas, os habéis arrepentido y os lo agradezco desde lo más profundo de mi corazón.

Cuando Candela se pudo recuperar de las carcajadas, nos contó que ella no pierde la esperanza, que estaba convencida de que la piedra lunar coñil iba a borrar la memoria de sus bajos para así no repetir patrones dañinos. “ADIÓS, PENES DEL PASADO”, espetó ella con los brazos abiertos y la mirada al cielo. “HOLA, PENES DEL FUTURO”, contestamos todas sin acuerdo ni ensayo previo.

hello

Más lagrimones.

Más carjadadas.

Ni que decir tiene que la cosa no acabó aquí y que nos pasamos la noche hablando de piedras coñiles, de la posibilidad de que fornicar se admitiera como deporte olímpico, de que a mi amiga Nuria todos los vibradores le parecen pequeños, de la borrachera de la noche anterior…

Habrá a quien estos diálogos nuestros le puedan parecer soeces, chabacanos e, incluso, gilipollescos. En efecto, lo son. Algunos nos tildarían, escuchándonos, de superficiales y ordinarias. Y lo somos, MUCHO, así como también somos: tolerantes, cachondas mentales, inteligentes, espabiladas, cariñosas, buena gente, honradas, currantas, emprendedoras, valientes, sensibles, madres entregadas,  locuelas a veces y amigas SIEMPRE.

Que nadie se equivoque: NADA nos define, nuestras palabras TAMPOCO.

Esta vida nuestra llena de responsabilidades, bien se merece un ramillete de compañeras asalvajadas, siempre dispuestas a decirla más gorda que tú. Que no nos importe el qué dirán. Digamos muchas palabrotas, seamos irreverentes, escandalicemos si nos apetece. No esperemos el premio a las más correctas, nadie nos lo va a dar.

Démosle a la risa la importancia que realmente tiene, que es MUCHÍSIMA. La risa consuela, relaja, cura.

Riamos compañeras, TODO LO POSIBLE y, por el amor de Dios, no me peguéis más disgustos históricos, que me perdéis.

amigas

 

Hola, soy la mejor amiga de tu novio

Hola, soy la mejor amiga de tu novio

Tengo amigas que son chicas y también MUCHOS amigos que son chicos.

Algunas de mis amigas tienen amantes, novios e, incluso, maridos. Lo mismo pasa con mis amigos.

A veces me reúno con mis amigas y sus parejas, otras veces solo nosotras. Exactamente igual que con mis amigos.

Hasta aquí todo parece bastante normal y, de hecho, LO ES. Al menos para mis amigas, mis amigos, sus parejas y mi menda lerenda.

Y, un buen día, una escucha cosas tales como “la amistad entre un hombre y una mujer no existe” o “esas mejores amigas de tu novio, que ni comen ni dejan comer”.

HOSTIAS.

Hola, soy la mejor amiga de tu novio

HUY, HUY, HUY.

Hola, soy la mejor amiga de tu novio

AY, MADRE.

hola, soy la mejor amiga de tu novio

Por partes:

Si esos que me han acompañado durante la mitad de mi vida, no son mis amigos, ¿QUÉ COÑO SON?

A ver, que repaso un poco la teoría. RAE de mis amores, ilumíname.

amistad

Del lat. vulg. *amicĭtas, -ātis, der. del lat. amīcus ‘amigo’.

1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.

Oye, que juraría que lo que hay entre esos chavales y yo es amistad. Afecto, trato… Sí, sí, por ahí va la cosa.

“Seguro que alguno de los dos, en algún momento, ha sentido algo más por el otro”, es la segunda perla que me sueltan.

¿PERDÓN?

Hola, soy la mejor amiga de tu novio

Entiendo (porque le pongo ganas, porque si no NO ENTENDERÍA NADA) que ese “algo más” es que o mi amigo y/o yo hemos querido morrearnos, acostarnos y/o hacernos novios.

Espera, que me descojono un rato y ahora vuelvo.

Hola, soy la mejor amiga de tu novio

No quiero follarme a casi ningún hombre del planeta (solo a Jason Momoa, Adam Levine y Tom Hardy). Ya sería casualidad que justo quisiera follarme a MI AMIGO. Lo mismo a la inversa: me las veo negras para pillar cacho y justo va a ser ESE, TU NOVIO, al que conozco desde hace más de veinte años, con el que he viajado, al que he visto mear, vomitar, al que he ayudado TANTAS veces a ligar antes de que llegaras tú, el que está loquito por metérmela. Y además quiere hacerlo JUSTO AHORA que está contigo.

VENGA, VA.

Hola, soy la mejor amiga de tu novio

Seamos honestos, esto no tiene nada que ver conmigo, ni con la amistad, ni tan siquiera con tu novio, hija mía. Esto nace de tus celos, de tu inseguridad y, perdona que te lo diga, de tu estrechez mental.

Sí, yo estaba antes que tú Y NO PASA NADA.

Tu novio y yo hemos compartido y compartiremos (por muy farruca que te pongas) miles de marchas, de confidencias, de buenos y malos momentos Y NO PASA NADA.

Tu novio y yo nos queremos mucho Y NO PASA NADA.

No soy el perro del hortelano. Dejo comer y, por mi parte, me como lo que puedo o lo que quiero y eso no incluye a tu novio, no porque sea tu novio, sino porque NO ME GUSTA. Está en el cajón de LOS AMIGOS, no en el de los amantes. Ha sido así siempre y así seguirá, estés tú por aquí o no.

Hola, soy la mejor amiga de tu novio   Así que, querida mía, permíteme que te comente un par de cositas: Haz algún amigo, molan tanto como las amigas y encima aportan puntos de vista alternativos, que siempre te enseñan algo. Quizás tú tontees con tus amigos, si ya los tienes. No es mi caso. Ni el de muchísimas otras. No malmetas, que está MUY FEO. Y, por último, que tu novio sea el mejor amigo de una chica  es señal de que posee unas virtudes que no todos tienen. Felicidades. Hola, soy la mejor amiga de tu novio  

Momentos que te cambian la vida

Momentos que te cambian la vidaA estas alturas una ya sabe que esto no va de tomar las que se consideran GRANDES DECISIONES, sino de identificar esos pequeños momentos que, como dice mi amada Mariella Villanueva, te cambian la vida.

Mi vida no sería muy diferente, por ejemplo, si en lugar de estudiar Derecho, hubiera estudiado Filología, o Historia, o Psicología  (escoger una carrera, qué importante, O NO), excepto por un nimio instante en el que una chavala pizpireta preguntó en el bar de la Facultad que quién salía aquella noche. Levantar la mano me cambió la vida para siempre porque no la concibo sin Bonnie, sin los años en los que recorrimos TODOS los bares de Barcelona, sin nuestros viajes, nuestras conversaciones y sin mis visitas a ese Nueva York al que se mudó hace ya tanto (la muy perraca).

El Nueva York de mis amores en el que se gestó este blog a fuego lento, a base de desayunos con Bonnie y con Carmen, esa filmmaker maravillosa fruto de otro pellizco del destino, de una presentación fortuita en una discoteca ibicenca, a las 5 de la mañana, bailando a una cantante (ahora amiga del alma) con la que acabo de escribir mi primera canción 14 años después de aquello (el Universo es MUY maravilloso).

Yo no sería esto que soy, si una noche discotequera de verano de hace 25 años no se hubiera dado la siguiente conversación:

Yo: ¿Cuántos años tienes?

Isra: 16.

Yo: (volviendo a mi rincón de la disco con un golpe de melena) Vale.

Luis: (dirigiéndose a mi rincón) Que dice mi amigo que por qué le preguntas la edad.

Yo: (de nuevo, a golpe de melena) Si tu amigo lo quiere saber, que me lo pregunte él.

Y me lo preguntó, GRACIAS A DIOS.

25 años, algún revolcón, dos matrimonios (de ellos) y cuatro hijos (dos míos) después, aquí seguimos Isra, Luis y servidora siendo amigos del alma. De esa amistad surgieron otras, como la de mi adorado Ángel, ese marido gay con el que comparto alma, corazón y vida. Y gracias a él conocí a mis Grecas maravillosas, que llenan mis brunches dominicales de risas y conversaciones sobre penes (las mejores).

¿Y si Mabel no hubiera aparecido en aquella cena? Pues probablemente me reiría mucho menos, me sentiría mucho más sola y diría muchas menos gilipolleces. Porque decir imbecilidades en soledad ES UNA MIERDA y ella siempre está dispuesta a decir una más gorda.

Soy una tía muy afortunada, mis amigos no se cuentan con los dedos de una mano, NI DE DOS.

También hubo muchos que se quedaron por el camino. Bye. Adiós. Au Revoir.

Mariella, te dije que escribiría un artículo sobre tu artículo.

Lo he pensado detenidamente y ya sé cuales son los momentos que han cambiado (y cambian) mi vida: aquellos en los que conocí a mis Grandes Amores y decidí que se quedaran conmigo.

Ellos me hacen confiar en mí misma, su tolerancia mejora la mía, ensanchan mi mundo, alegran mi vida y me empujan a salir de mi zona de confort. Me inspiran, me acompañan y me arropan.

Sin ellos vosotros no estaría aquí escribiendo este artículo, al que no añadiré fotos, ni vídeos. En este caso, una imagen no vale más que seiscientas seis palabras.

   

Cómo conocí a vuestra Sol (por Paulo García Conde)

Como conocí a vuestra Sol

Paulo García Conde es periodista, gallego, novelista, talentoso, bloguero, barbudo, guionista, buena gente y muchas cosas más, a cual más bonita. Le supliqué que me regalara unas líneas y aquí las tenéis. 

Gracias, mi Paulo.

Cómo conocí a vuestra Sol

Quién me iba a decir a mí que iba a terminar escribiendo para uno de los recovecos cibernéticos que más me hacen reír. Y no es por adular a su creadora, que ya la tengo engatusá. Es porque, vídeos de caídas y sustos en Youtube al margen (supongo que ya no hace falta que líneas más abajo me defina como friki), las aventuras personales que esta cuarentona adorable tiene a bien compartir con todos nosotros son para mearse en los vaqueros (o en los leggins para quien los tenga, veréis qué sensación). La diferencia radica en que hacer reír al personal a base de hostiazos es muy fácil; de hecho, es el humor más primitivo que hay. Y como primitivo que soy me encanta. Pero como amante de todas las cosas escritas con talento, también me pirro por las historias bien contadas. Que un poquito de mérito tienen. Por eso me hace ilusión estar escribiendo esto para Las claves de Sol, a sabiendas de que mi humor rancio y bajo en proteínas echará por tierra la lucidez de este blog. Es una penica, lo sé. Pero nunca desecho la oportunidad de poner pringado lo ajeno. Lo hice con la vida de mi madre al nacer, ¿qué menos podía hacer esta vez?

Lo cierto es que no se me ocurre muy bien qué contar, qué plasmar por escrito para fastidiar los niveles de humor y agudeza mental que suelen integrar las entradas de este lugar. Podría rescatar alguno de los temas que trata Sol a menudo, pero tengo miedo del experimento. Veamos, hablar de… la maternidad, o de la paternidad en mi caso; aunque no sé, tengo más meses de lactancia acumulados en los testículos que ya uno no sabría decir con seguridad (Esto no lo leen niños, ¿verdad?) En fin, que yo sobre maternidad no podría aportar mucho, pero sobre ser hijo…. tampoco. Podría hablar sobre las relaciones entre cuarentonas y veinteañeros desde el otro punto de vista, pero me daría cierto reparo volver a recordar que la única vez que me magreé con una madre la perdí por llegar a la reflexión de que hubiese sido más sensato haberlo hecho con su hija. Ni siquiera hubo coito, solo un tortazo, así que dejé que bailase en sujetador por la discoteca a la que nunca debí haberla arrastrado. En fin, que veo difícil rescatar alguno de estos temas. ¿De sexo? Podría ir al chiste fácil y preguntaros qué es eso. Pero no, sé que es eso. Solo que lo tengo un poco olvidado. Liarse con una modelo checa de metro ochenta y tres deja el listón “muy alto” (pum chist!) y, en el caso de ser un retaco poco agraciado y tocado por el don de la introversión, lo que deja es más bien un trauma. Nunca volveré a conseguir algo así. Como tampoco creo que consiga tomarme un café (condimentado con cloroformo; el suyo) con Jennifer Lawrence o Blanca Suárez (¡Hola, Blanca! Que seguro que lees Las claves).

Visto lo visto, no me va a hacer falta elegir tema, porque como de costumbre me he explayado y enredado sin haber contado nada en realidad. Eso sí que se me da bien. Pero ahora que he entrado en calor, se me ha ocurrido algo interesante sobre lo que hablar. Tiene originalidad, tiene acción, tiene emoción… Podríamos titularlo Cómo conocí a vuestra Sol. Aunque lo llamativo es más bien “por qué dos personas tan distintas se caen bien”. Porque posiblemente yo sea lo más opuesto a nuestra querida mamá estelar. A ella no le cuesta tender la mano, a mí me causa pavor estrecharla. A ella no le cuesta retirar la mano si descubre que la otra persona es idiota, yo tengo pesadillas en las que un idiota me dice a mí que soy un idiota. A ella no le cuesta hacer mil y una cosas a la vez, yo sufro cortocircuitos si tengo dos asuntos pendientes y sin resolver. Y a ella no le cuesta brillar con luz propia. Yo… pues yo, trato de robarle la luz al vecino.

Pero, si dejamos todo eso al margen, hay algo que tenemos en común. Gusto por el humor ácido, cero comedido. Si no nos hubiésemos conocido en una clase de guion, lo hubiésemos hecho en la reunión de una secta de humor sin censura. Aunque gracias a la salud mental que todavía conservamos, no fue en una secta y sí en un curso de guion. Os preguntaréis cómo entablan amistad una persona extrovertida y otra altamente introvertida. Sencillo: a través de sus ejercicios de clase, a través de sus creaciones. Os dejo adivinar a quién pertenecían aquellas más retorcidas y con mala leche.

Y así fue cómo conocí a Sol y cómo ella me conoció a mí. Estoy seguro de que en un primer momento se sorprendió de que un mosquita muerta tuviese ocurrencias tales (dicen que tengo pinta de bueno; yo sigo queriendo creer que mi segundo nombre es Satanás), y por eso me quiere aunque sea un poco. Claro que yo, por su introversión, por su humor, y por hacer una y mil cosas a la vez brillando con luz propia, la quiero mucho. Y a Blanca Suárez también, que nadie se me cele.

Mi Amigo

Mi amigo

Me he levantado toda cachondona apasionada y con ganas de escribir sobre ese follamigo amante con el que me lo paso de muerte, pero cuando llevaba 10 líneas me ha interrumpido Mi Amigo por teléfono.

Me llamaba por si quería ir a comer con la pandi y ante mi brusca negativa “estoy escribiendo. Paso.”, él me ha respondido “es que si tú vienes, siempre mola más”.

Y HE MUERTO DE AMOR.

Mi Amigo es de los pocos heteros que te llaman “para nada”, que en realidad es “para mucho”: para saber cómo estás, cuándo os veis, para enviarte un beso y recordarte, sin decirlo, que te quiere y no se olvida de ti aunque no te vea durante meses.

Mi Amigo, con su polo ideal, sus bermudas y sus mocasines impolutos, me mira mientras yo, con mi chándal roído y mis pelos de loca, le enseño mi último tatoo y leo las barbaries que escribo. Y cuando le pregunto gesticulando sin medida “¿cómo puede ser que tú y yo seamos amigos?”, me contesta sonriendo y calmado “estas cosas pasan”.

Mi Amigo rechaza un asiento en primera clase para volar a mi lado durante 13 horas sin tan siquiera decírmelo porque sabe que le soltaría un guantazo por gilipollas maravilloso; es capaz de zamparse dos conciertos de Luis Miguel consecutivos y sin pestañear  porque, aunque yo voy feliz sola, él quiere compartir mi momentazo; se sienta a mi lado callado porque respeta mis silencios, así como respeta mis gritos.

Él no juzga mis extravagancias, mis histerias, mi sarta de palabrotas sin fin.

Nunca insultará vociferando al cabrón que me pone los cuernos, ni jurará que le va a cortar los cojones (que para eso ya están las amiguis). Él te escucha, te mira, sonríe, y su presencia te recuerda que el mundo no se hunde porque él está ahí para impedirlo.

Y por todo esto (y mucho más) he decidido escribirte a ti y no a otro. Porque, amado Amígo Mío, si tú vienes, mi vida SIEMPRE mola más.

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Tener chirri une mucho.

tener chirri une mucho

Mi amiga Vero es muy de celebrar sus cumples a lo grande y este año tocaba finde en Formentera.

Allá que nos vamos todas. Algunas muy amigas, otras más, menos o nada conocidas.

Plan ideal de hamaqueo en playas cristalinas, sangrías y rajar, mucho rajar que es lo que nos gusta. Acabada la primera jornada, ya éramos todas coleguis. Con un tipo de colegueo desenfadado y de risa tonta que se da mucho más en verano que en invierno. Interesante.

Servidora, que es muy analítica, empezó a darle vueltas a esto de la amistad veraniega, la amistad femenina, la hermandad entre féminas, etc. y tras mucho pensar he concluido que la razón de esta amistad repentina está EN EL COÑO.

LAS COLEGAS TIENEN COÑO, como tú. Y tener coño une, Y MUCHO. Y en verano, y más si es en Formentera, acabas viéndotelo porque bañarte en pelotas en esas aguas transparentes ES LO MÁS. Si encima de tenerlo, compartes tu chirri, la unión ya es máxima.

Pensaréis (sobretodo los que me conocéis) que estoy de broma, PERO NO.

Recordad a las amigas que habéis tenido a lo largo de vuestra vida: las del cole, el instituto, la universidad, el curro, algunas que hayas podido conocer de vacaciones, etc. ¿Qué tenéis todas en común? TODAS TENÉIS COÑO. Y sed sinceras, en algunas mogollón de ocasiones, eso os ha unido. El chirri es motivo, directo o indirecto, de miles de conversaciones a lo largo de nuestras vidas. Por poner unos pocos ejemplos…

  • El primer pelo púbico: lo recuerdo como si fuera ayer. Ahí, tan solo, tan largo y tan feo. Se lo enseñé a mis amigas en unas colonias que organizaba la iglesia de mi pueblo (no sé que habría pensado el cura de nuestras muestras capilares). Con esas mismas amigas, 20 años más tarde nos hemos enseñado las primeras canas (sí, en el coño salen canas, QUÉ PASA).
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Tus amigas mirándote las canas del …
  • La primera regla: la de complicidades que generó y todas las conversaciones que había alrededor de ella. La que ya la tenía y lo sabía toda la clase aunque la pobre no hubiera dicho ni mú, la que con 15 tacos aún nada y era la rara, “que si yo soy de Évax” “que si yo soy de Ausonia”, la amiga íntima que te enseñó a ponerte el primer támpax, esos dolores horrorosos que te hacían sentir TAN mayor (¿Qué fue de Saldeva?).
  • La primera vez (que trikitriki): lo pongo así para darle un toque romántico al primer polvo. ¿Cuántas horas pasaste escuchando a las que ya lo habían hecho?, ¿cuántas horas intentando hacerlo porque por ahí no cabía un alfiler? y ¿Cuántos días pasaste comentando con tus amigas si a ellas les pasaba lo mismo? y luego cuando pasó, ¿cuántas semanas lo estuvisteis rememorando? Pues eso.
titanic
Tú en plan romántico tras el primer tracatrá.

  Tras el pollazo pistoletazo de salida, ancha es Castilla y viene el momento experimentación.

  • El sexo salvaje: maravilloso. Qué cutis te deja y cómo te lo notan tus comadres. Y cómo lo retransmites. Y ellas resoplando “qué cabrona”, “pues no hace tiempo que no me pilla uno de esos”, “pues esto me recuerda a aquel que me ponía mirando a…”
sexo salvaje
Tu amiga contándote como es Cuenca.
  • El mal sexo: seamos sinceras, las colegas son las que más disfrutan con tus mierdipolvos y al final te ríes con ellas por no llorar.
risa
La zorra de tu amiga  descojonada por tus desgracias sexuales.
  • No tener sexo: esto ya no da risa, pero sí mucha conversación. Más que nada porque todo el tiempo que no estás follando (o sea TODO), lo pasas hablando.
  • Los picores: es necesario tener una amiga médico. Si no la tenéis, ya la estáis buscando. A las malas, malas, una farmacéutica o enfermera. EL CHICHI PICA, eso es así. Y siempre lo hace a horas intempestivas, un domingo o en plena Nochevieja. Puede ser por varias razones: las setas candidiasis malditas, las noches salvajes, las infecciones varias… El chirri es un lugar húmedo, sensible y con una flora más delicada que los putos bonsais.
madonna
Esta necesita una amiga médico. YA.
  • Los partos: yo no puedo con este tema. Me repele. Pero las hay que lo aman y que siguen hablando de sus placentas, sus contracciones y sus chirris sanguinolentos en la boda de sus hijos.
  • La menopausia: si te parece que me estoy yendo muy lejos porque para esto “aún te queda mucho”, lee esto que escribí hace unos meses. Los sofocos, el insomnio, las sequedades coñiles son otra gran fuente de charla femenina.
menop
Yo, que estoy negra de tanto sofoco.

No estoy diciendo que solo hablemos de nuestros bajos, que conste. Pero es verdad que el tener algo en común, como puede ser un chirri, con unas problemáticas muy particulares, que solo contarías a alguien que te entendiera de verdad (o sea, la portadora de otro chirri), ayuda al colegueo.

No sé, esto es lo que se me ha ocurrido tras un día playero viendo los coños de mis amigas, que me parecen los más bonitos del mundo (después del mío, claro está).

¿Y tú? ¿Crees que el tener vagina crea comunidad?

             
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