Skip to main content

Etiqueta: relaciones

Hay gente que quiere raro

Hay gente que quiere raro, que entiende el amor como posesión, como expectativa, como surtidor. Hay gente que no sabe que el cariño no se divide, sino que se multiplica. Hay quien dice querer mucho, pero lo importante es querer bien; dar lo que el otro necesita y no lo que a uno le da la gana ofrecer. Y tan importante como el QUÉ es el CUÁNDO y el PARA QUÉ. Hay quien defiende que el amor incondicional existe, y quizás es cierto, pero no debería. No es sano querer a quien nos hace pequeños, a quien nos ignora, a quien nos marea, a quien nos usa para su provecho aunque no se dé cuenta. El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento y el hecho de que haya ignorantes emocionales no les da derecho a someternos.

Hay quien cree que el autoamor es egoísmo, pero es todo lo contrario. La vida empieza en uno y, desde ahí, hacia su entorno. Coloquémonos nosotras en el lugar que nos corresponde y a los demás no les quedará más remedio que situarse donde no estorben, donde aporten, donde formen parte de un baile armónico y no de una batalla campal.

Hay quien intenta convencerte de que nadie te querrá igual que él. Toda la razón. Y MENOS MAL. Porque el que no desea que elijas a quien querer es que se pasa tu felicidad por salva sea la parte. El amor es, ante todo, LIBERTAD. Nadie te la da, es tuya, aunque lo hayas olvidado. No es que tengas que recuperarla, solo sacártela del bolsillo y mostrársela al resto. Lo mío es mío, no hay manera humana de que me lo robes si yo no te lo entrego. Y no deberíamos entregarnos JAMÁS.  Ni prestarnos. Ni olvidarnos en aras de ocupar esto que somos con otras presencias, por divinas que nos puedan parecer.

Hay quien quiere raro y te quiere a ratos, a trompicones, con horarios y con chantajes. Lo lícito es sentir que intercambias, no que te aplastan, no que te apagan. No a regalar un precio excesivo por unas migajas de quien solo tú has colocado en un pedestal ficticio.

Hay quien quiere raro y se esconde, o se hace omnipresente, o las dos cosas. Hechos y palabras en direcciones opuestas. Grandes carnavales o miseria. Mucha forma sin fondo alguno. Exigencias, demandas, obligaciones, castigos disfrazados. Deberíamos vernos reflejados en el de enfrente. Brillar más cuando aparece. Ser más nosotras que nunca. Quien quiere bien es catalizador, no segadora.

Hay quien no respeta cuando decides que hasta aquí y se escuda en la imposibilidad de vivir sin eso que le das. La trampa mortal de creerte importante porque otro te lo cuenta. Somos naranjas enteras, somos el árbol entero. Queramos a pesar de no necesitar, porque necesitar a veces es raro y siempre es mentira. La necesidad es usar, es servir y es no ver al otro. Mejor querer sin carecer: elegir, decir “esto sí y esto no, porque lo quiero y punto”. Hay quien, si te dejas, te arranca la voluntad de merecer. Y te mereces el cielo, no lo dudes. Es preferible que te duela el alma a que te la roben.

Hay quien es y está. Y hay quien no puede estar porque el ser le queda muy lejos. Esos no valen, que se vayan a la mierda, o donde quieran. Cosa suya. Y hay quien te quiere valiente, libre, independiente, resolutiva, inteligente, lista, decidida, guapa, sociable, exitosa, hambrienta de sueños y viajes y belleza y vida. Esos son los que quieren normal. Y normal no siempre es común, a menudo es todo lo contrario.

       

¿Novio por catálogo? No, gracias.

Nunca he entendido la expresión “Buscar novio”. Sé lo que es un novio, sé lo que es buscar, pero las dos palabras juntas pierden el sentido totalmente para mí. Será, para empezar, porque yo no quiero tener novio, pero aunque quisiera, el romance surgiría al conocer a alguien que me revolviera los adentros, no buscando pareja al tuntún.

Acabo de volver de Nueva York y allí este tema ya se eleva a la enésima potencia, como todo por aquellos lares. Los edificios son más altos, las magdalenas pesan tres kilos, y lo de ligar es un deporte, un negocio, una obsesión para muchos.

Sí ya en la Península Ibérica me hallo yo confusa ante los Tínderes y demás instrumentos de flirteo, allí NI OS CUENTO. El súmmum de mi flipe llegó cuando mi amiga Susana me cuenta que su amiga María ha contratado un “matchtmaker” que la ayuda a encontrar candidato para el matrimonio.

“Sí, churri, le cuenta a esta mujer las características de su pareja ideal y ella, que es MUY profesional, le busca citas a cascoporro. Quiere un novio con un buen trabajo, que quiera tener hijos, que sea alto…”

A mí me vais a perdonar, pero me sonó a “Quiero un caniche, blanco, de menos de seis meses, con pedigrí impoluto y que esté vacunado”.

Por otro lado, la mitad de la población de Manhattan corresponde a esa descripción, pero claro, Susana me dice que “La gente no tiene tiempo para relacionarse porque aquí se curra mucho.”

Yo ya me vuelvo MUY LOQUI y me asaltan millones de preguntas: ¿Si no tienen tiempo para conocer a nadie, cómo van a montárselo para tener pareja? ¿Y si, mientras están en plena búsqueda del ejemplar soñado, aparece uno bajito y que gana menos de 120.000 al año y le gusta? ¿Le pega la patada? ¿Si la matchmaker no consigue la pareja ideal, devuelve lo cobrado?

Y sobre todo: ¿QUÉ COJONES ES UNA PAREJA IDEAL?

Y entonces pienso en ellos, en sus descripciones de la “novia ideal”, que supongo serían algo tipo: una chica de entre 25 y 35, de entre 1,65 y 1,75 de altura, ni muy gorda ni muy delgada, sin hijos pero que quiera tenerlos, que no diga muchas palabrotas, que no se enfade a menudo, que sea dulce y femenina, que no salga demasiado, pero que sea sociable. Si le gusta cocinar, pues mejor. En cuanto al tema salario, juraría que no se pronuncian demasiado, no voy a entrar en el por qué.

Vamos, a mí, y a las que sois como yo, ni pagando nos cae una Blind Date, chatas: una tía de 44, con dos hijos, que escribe sobre feminismo, penes, amistad y series con tíos buenos, que no va a procrear más ni muerta y que no ha muerto de inanición gracias a la Thermomix.

Está claro, amiguis, NO ESTAMOS EN EL MERCADO.

Gracias a Dios.

Convertirme en una novia por encargo es de las peores cosas que me podría pasar. Yo no sería YO, sino una idea premeditada, un prototipo soñado, un algo que alguien se ha imaginado como la vida impecable, una buena puntuación, el match perfecto de una tabla Excel, el diálogo creado por el guión de otro que no soy yo, el cruel asesinato de la improvisación, de la inmensa grandeza de mi imperfección, la meta de un tío que pensó que encajaría en su obra de teatro antes de conocerme, de verme, de tocarme.

No quiero ser el producto de un cásting ni hacerlos yo, no soportaría ser un estereotipo, corresponder al dibujo exacto de lo que se le ocurrió a alguien un día. No somos pizzas, ni pollos, ni un traje de fiesta. No estamos hechos a medida de nadie. La química no se describe, ni se escribe. La vida no es un cuento, es un viaje. Hablamos de personas, no de personajes. Los novios ideales no se buscan y, probablemente, tampoco se encuentran. Porque encontrar un “espécimen adecuado” es fácil. Lo difícil es que su olor te dé ganas de morderle; que cada vez que te toque se te cortocircuite el sistema nervioso; que solo con ver su nombre en la pantalla del teléfono quieras arrancarte las bragas de cuajo; que te mueras de la risa con él; que morree mejor que nadie en el planeta; que sea muy listo, pero no prepotente y que le admires tanto como él a ti; que te descubra canciones, pelis, series maravillosas; que sea hábil en algo en lo que tú eres un desastre, y a la inversa; que lo vuestro sea algo INESPERADO, SALVAJE, ANIMAL. Que te guste por algo que no eres capaz de explicarle a nadie.

Mucho menos a un formulario.

 

Deja de marearme, chaval.

deja-de-marearme-chaval

Hay que vivir para escribir y mis mejores post han nacido de alguna experiencia intensa que, o me ha dado la vida o me ha puesto del hígado, como el asunto que nos ocupa hoy: EL MAREO.

MAREAR: Acción llevada a cabo por El Mareador que consiste, entre otras lindezas, en RESAPARECER (desaparecer + reaparecer periódicamente con la única intención aparente de llamar tu atención de manera gilipollesca). La conducta del Mareador parece no tener un objetivo definido pero sí lo tiene, MAREAR.

Características de EL MAREADOR:

1. LA RESAPARICIÓN: le conoces, le das tu número (cosa de la que te arrepentirás FOREVER) y te mensajea MUCHO, quedáis y normalmente, fornicáis. A la fornicación le ha precedido una cantidad enorme de mensajes inversamente proporcional a la que vas a recibir tras la fornicatio que es CERO. Todo bien hasta ahí. Ya sabemos de que va esto, que somos mayorcitos. Y entonces desaparece y reaparece, o sea: RESAPARECE. Las estadísticas indican que de cada 15 veces que te contacte, 10 serán para nada (o sea, PARA MAREAR) y 5 para quedar, de las cuales se hará efectiva una. Las otras cuatro se cancelarán porque su abuela se ha muerto (sí, se morirá 4 veces. QUÉ PASA.)

2. SOLO HABLA DE LO QUE LE INTERESA, o sea de:

           A. Él mismo: el yo, mí, me, conmigo en estado puro. “Yo soy esto o lo otro”, “trabajo en lo de aquello y lo de más allá”, “mira esto que he hecho y verás aquello que haré”, “yo me fui de vacaciones allí y no veas que bien”…Y tú NI MÚ.

mariah

       B. Vuestros encuentros sexuales: hace referencia a algún momento del/de los polvo/s que habéis echado o de las “pedazo de tetas que tienes”, esperando que se te caigan las bragas. Ahí tendemos a pensar que el objetivo es que os volváis a enrollar, PERO NO. El objetivo SIEMPRE es marear. Si fornicas será de puritita casualidad.

3. Íntimamente relacionada con la anterior está la habilidad del Mareador por PONERTE CACHONDA COMO UNA PERRA y luego marcharse sin más. Sí señores, las famosas calientapollas han mutado y ahora son calientachirris. Se extienden cuales plagas bíblicas. Y tú te preguntas ¿Pero qué es lo que pretende al dejarme de esta guisa? Lo que pretende, querida, es MAREARTE. Más.

 4. EL MORRO: cuando un Mareador es, al fin, descubierto y le planteas cosas tales como “Por favor ¿podrías dejar de marearme”, “Te importaría decirme con claridad qué pretendes?” o “¿Puedes irte a tomar por culo y marear a tu tía Rita?”, él responderá como si no supiera de qué le hablas y balbuceará un “yo solo quería…”, “es que, como eres…”, “hija, qué borde…”. INAUDITO. Ah, y por supuesto no te hará ni puto caso y seguirá resapareciendo hasta que a él de le la gana o tú le bloquees en todos tus dispositivos móviles.

5. LA IMAGINACIÓN: esta es una característica que no se da en todos los Mareadores pero que me resulta apasionante. Habéis quedado unas cuantas veces, fornicado más o menos las mismas. Y de repente y sin venir a cuento te dice que deberíais hablar y te comenta que “él no quiere nada serio”. Tú con cara de póker pensando “por fin consigo un follamigo y ya verás como se me acaba el chollo”. Y efectivamente, SE TE ACABA sin saber muy bien por qué. Pero no para siempre, noooooo. Recuerda la característica primordial : LA RESAPARICIÓN.

wtf2

Y podría seguir pero paro, porque seguro que tenéis mucho que añadir, queridas mías. Contadme de vuestros Mareadores y hagamos un post conjunto.

¡Besos!

Es tendencia: la paja de pago

Cualquiera podría pensar que, habiendo crecido y trabajado yo en los mundos del ocio nocturno durante más de veinte años, mi capacidad de sorpresa ante las conductas del ser humano es nula. Pues para nada, amiguis. Cuando creo que ya nada en el planeta puede sorprenderme, llega un chaval cualquiera y me deja boquiabierta, ojiplática y meditabunda perdida.

Estaba yo en un cumpleaños multitudinario navideño, cuando una de las comensales me grita desde la otra punta de la mesa “¡Sol, escucha esto que te da para tres artículos!” y para allá que voy yo, rauda y veloz como el rayo. Allí se encontraba un joven, de estatura media, peso medio, cara media. Un tío simpático, por lo que sé de lo poco que le conozco, y que acababa de contar algo que había dejado a sus coleguis patidifusos del todo.

_ Cuéntame, querido, ¿qué se te ofrece?

_Pues nada raro, que el otro día fui a un masaje de Happy Ending y me hicieron una paja por 100 euros.

Tras la sorpresa inicial, me rehice y fui capaz de entonar un alto y claro:

_Un poco cara la paja, ¿no?

_ Bueno, también me hizo un masaje. Y eso ya cuesta unos cincuenta euros.

_ Pero, ¿el masaje fue bueno?

_ Malísimo.

Yo, a esas alturas ya no entendía NADA DE NADA. Mi recorrido mental fue más o menos este: el chaval está bastante bien. No sé por qué paga. Ha pagado mucho. Ha pagado por una paja. Ya que paga, ¿por qué no folla?. Pero, ¿por qué va a pagar para follar si podría hacerlo gratis? Joder, mis amigas y yo a dos velas desde el Pleistoceno y los tíos pagando por sexo. VAYA TELA. Igual quiere algo perverso y piensa que nosotras, las no-prostitutas no se lo vamos a hacer…

_¿Pero te hizo algo especial?

_No, una paja estándar.

_ AH.

_ Pero, ¿y el tema de follar no te va más?

_ Es que no quiero sexo con una puta.

_ Una paja es sexo, CREO.

_ Ya…

_ ¿Y por qué no lo has hecho con una tía no-puta? Te saldría gratis…

_ Es que estoy harto de tener que decirles que se vayan de casa después.

_ Pues lo hablas antes…

_ Es que si llega una tía a mi casa y le digo que solo quiero que me haga una paja, no sé, ¿tú qué dirías?

_ Hombre,  si me haces otra a mí…

_ AH, NO. ESO NO.

Y, claro, ahí le tuve que dar la razón. PUES MEJOR PAGAS, QUERIDO.

No le seguí dando más vueltas porque la cosa de lógica tiene poco y de incoherente, MUCHO: no quieres sexo pagado, pero tampoco gratis por si se quedan a dormir; no quieres sexo de pago, pero pagas por pajas; te zampas un masaje de mierda para que te hagan una pajilla insignificante que te podrías hacer tú… No voy a entrar en el tema ético y moral, para eso están otros. O igual sí, pero otro día.

Y mientras tanto, nosotras aquí preguntándonos por qué no hay manera de echar un kiki en condiciones. Pues ya os lo digo yo, porque algunos tienen miedo a que nos quedemos a dormir, y a que no nos quedemos, TAMBIÉN. Porque vaya a ser que nos tengan que dar conversación, o que no haya de qué hablar. Porque si follas y te piras, para algunos, eres una zorra, pero si te quedas eres un coñazo de tía. Porque quizás pidas un pelín de reciprocidad, de generosidad, de educación. Y eso es un precio que no están dispuestos a pagar. Cien euros es MUCHO más barato.

Y es que, amiguis, lo gratis ya no se valora. El sexo por amistad, por gusto, porque sí, ya no se lleva.

Toda la vida pensando que lo fácil era follar pagando y resulta que ahora tendremos que follar COBRANDO.

Así de triste.

   

Los Novios Plátano, deliciosos e indigestos.

Esta mañana, al volver de dejar a los nenes en el cole, le he mandado un mensaje a un amigo. Uno de esos que, aunque vive muy cerca, veo poco pero quiero mucho. Un tío con el que conecté desde el primer día. No os equivoquéis: nada de tensiones sexuales. De hecho, es gay, como muchos de mis grandes amores.

Me cuenta que está jodido, que ha sido víctima de la resaparición de un ex. Lo que viene siendo un Mareador como la copa de un pino. Que el ser en cuestión, esta vez le ha prometido el oro y el moro. Le llenó de ilusiones y luego, a tomar por el jander. Esta es la tipología más peligrosa: el Mareador Cazador, que vacía el cargador hasta que te tiene preso. La historia tiene mucho que ver con aquello que escribí sobre los hijoputas y las tías listas. Le digo que me lea y que luego escriba (porque él escribe como los ángeles), que si me necesita, silbe. Insisto en que él vale mucho más que un individuo que disfruta jodiendo al prójimo.

“Mira lo que eres, por Dios, ese papanatas no tiene nada que ver contigo”.

Mientras escribo, engullo un plátano y, al primer bocado, siento el dolor de barriga. Los plátanos me sientan fatal, PERO ME ENCANTAN.

Plátano, dolor, placer. El símil está claro, CRISTALINO.

Recuerdo, entonces, el comentario de un lector que ayer me escribió en el post de los Mareadores en el que afirmaba que sí hay tíos decentes (cosa que ya sabemos) pero que seguimos cayendo en las redes de algunos sinvergüenzas. Siempre me he resistido a creerlo pero, a veces, la evidencia me pega una hostia colosal: SEGUIMOS COMIENDO PLÁTANOS, así nos reviente el estómago (o el corazón).

Ni que decir tiene que no siempre es así, también nos zampamos alguna manzana, tan sana, tan dulce y tan simpática. Pero de esas (de esos) no tenemos recuerdos punzantes. Los buenos novios, o follamigos, o amantes, son parte de una (o uno) mismo. Son un brazo, una pierna, una oreja. Están ahí y no los notas. No pinchan, no escuecen, no duelen. Los Novios Plátano, en cambio, pellizcan, a veces tus recuerdos y, a veces, tu presente.

Los plátanos van a seguir existiendo.  Quizás debamos mirarlos desde la distancia o buscar la manera de que no se nos indigesten.

O quizás lo mejor sea escupirlos al primer bocado.

Quién sabe.

Cornudas unidas, jamás serán vencidas.

Dos han sido las circunstancias que me han llevado a escribir sobre este controvertido tema. La primera, la aventura vivida por mi amiga Inés que, estando ella tan ricamente dormida el pasado martes 6 de diciembre, recibe una llamada de teléfono a las ocho de la mañana (Inés, mira que te he dicho veces que silencies el teléfono…) y, cuando contesta, todo lo que oye es un suspiro.

Ella que vuelve a sobarse.

Otra llamada del mismo número y, esta vez, en lugar del suspiro, escucha a una chica que le dice: “perdona, tengo una llamada perdida de este número, ¿quién eres?”. A lo que ella, que es dulce como pocas, contesta “Qué llamada ni qué coño, si yo estaba durmiendo, ¿quién eres tú?. Y la otra que, lógicamente, se acojona y cuelga.

Tercera llamada.

Ring, ring, ring.

Inés que, inexplicablemente no ha apagado el teléfono (yo lo habría tirado por la ventana) y que, inexplicablemente, VUELVE A CONTESTAR. Esta vez, la voz de la chica es medio llorosa. “Mira, perdona, yo es que nunca he hecho esto… Es que mi novio salió anoche…. Ha vuelto tarde… y tiene tu número bloqueado en su móvil. Ya sé que no tengo ningún derecho a preguntarte pero es que…”.

Y la chavala que se pone a sollozar y mi amiga Inés A FLIPAR.

La otra que sigue “Pensarás que estoy loca…” y mi Inesita, que siempre fue muy solidaria con las mujeres tristes, le dice que no pasa nada y le pregunta quién es su novio.

“Manuel”, contesta la otra.

“ANDA QUE NO”, piensa para sus adentros Inesita.

Mientras me lo contaba, yo no daba crédito y, al oír “Manuel”, no tenía ni idea de quién me hablaba. “Sí mujer, Manuel es el púber, con el que me enrollé el año pasado por estas fechas, que tenía veintitrés primaveras, el que me encontré hace dos días y se me puso tontorrón y me envió un mensaje subidito de tono al día siguiente”.

“AH, COÑO, CLARO”. Ahí caí.

“Pero ¿por qué tiene tu número bloqueado el púber este?” Y, de repente, SE HIZO LA LUZ.

El tío degenerao le envía el mensaje, la bloquea por si ella contesta cuando está con su novia y, cuando está solo, desbloquea, recibe y contesta.

ANDAQUENO, ANDAQUENO, ANDAQUENO.

Qué inventiva, qué creatividad, QUÉ MORRO.

“¿Y tú qué le has dicho a la pobre chavala?”, le pregunto alucinando en colores fosforitos.

“Pues qué le voy a decir, que no tenía que preocuparse y que, si acaso, hablara con su novio”. Ella es así de comedida (en raras ocasiones).

“Pero Inés, nena, claro que tiene de qué preocuparse. Su novio te ha mandado un mensaje con fines lascivos y te ha bloqueado. Más que preocuparse lo que tiene que hacer es mandarle a tomar por culo, PERO YA.”

“Ay, tía, ya, pero eso no es asunto mío”.

Y tiene toda la razón, pero es que yo me enciendo MUCHO con estos comportamientos tan cerdacos.

Inés, entonces, me pregunta toda inocente ella: “¿Tú crees que solo tiene mi número bloqueado y por eso me ha llamado a mí?”

“Pero qué coño dices, nena, te ha llamado a las ocho de la mañana y son las doce y media. Ahora mismo, la pobre chica está llamando a la bloqueada número cincuenta y seis”.

Y os parecerá broma pero me juego el cuello a que no lo es. Me puedo equivocar en cinco números hacia arriba o hacia abajo. No en más.

La segunda circunstancia que me ha inspirado el tema cuernos fue el mensaje de una lectora majísima que me agradeció la risas provocadas por uno de mis artículos (no recuerdo si el de “Érase una vez“, el de los Mareadores o el de los tíos que se esfuman). El caso es que la pobre lo estaba pasando fatal porque había descubierto, tras varios años de relación, que su novio tenía otra novia. O sea, un HIJO DE LA GRANDÍSIMA PUTA COMO LA COPA DE UN PINO, por decirlo suavemente. Ella, aparte de darme las gracias muchísimas veces, me contaba que se sentía “pequeña, torpe y fea”. Vamos, que se siente como una mierda.

Ah, no, ESO SÍ QUE NO.

Y aquí es dónde viene la parte importante, queridas Cornudas (y Cornudos). Que no se os olvide esto que os voy a decir, o mejor, escribir. Si hace falta os lo tatuáis. Y que conste que hablo con conocimiento de causa. Yo he llevado unos cuernos más altos que la Giralda.

Porque el ser una cornuda no depende de ti, de lo guapa o lo lista que seas, de lo bien que follas, del tiempo que le dediques a tu querido novio.

Ser cornuda o no serlo tiene que ver con la calidad de la persona con la que estás, no con la tuya.

“Cornuda” no es un insulto, aunque serlo sea una putada. Porque duele. Duele muchísimo. Porque no hay ninguna necesidad. “Embustero”, “traidor”, “cabrón”, en cambio, sí lo son (así como sus femeninos).

Porque si no quiere estar contigo que te deje, pero que no  engañe, que no te mienta, que no te humille.

Tú no eres pequeña, ni torpe, ni fea.

El pequeño es el que utiliza a la gente para sentirse más importante, más guapo, más fucker.

Otra cosa te voy a decir, querida Cornuda: si sospechas que te pone los cuernos es MUY probable que sea verdad y, aunque no lo sea, no debes estar con alguien en quien no confías. Tampoco tienes derecho a interrogar, a espiar, a martirizar. Los cuernos no se deben pagar con machaque ni con otros cuernos. Eso solo te hace más daño.

Los cuernos se pagan con un ADIÓS tamaño catedral de Burgos.

Siempre que te incomoden porque, oye, para gustos, los colores.

Propongo fabricar camisetas con un estampado rollo “Yo fui Cornuda, sí, ¿Y QUÉ?, promocionar unos buenos hashtags:

#NOSINMISCUERNOS

#CORNUDAYFABULOSA

#TUCUERNOMESUENA

Si hasta lo dice mi adorada Amy Schumer, que de esto sabe un rato:

“Los momentos que hacen que la vida valga la pena son aquellos en los que no puedes estar peor y encuentras la manera de reír”

Nadie puede cambiar el pasado, pero sí reirse de él. Así que, RIAMOS, CORNUDAS.
#CornudasUnidasJamásSeránVencidas
 

Seamos putas.

quiero ser puta

Estaba yo el sábado que no podía con mi vida. Aún así, salí a cenar algo con mi amiga Candela y bendita sea la hora. Allá que, tras un ceviche muy picante y unos fingers de pollo muy grasientos, llega su amiga Ana. Monísima, listísima y simpatiquísima. Y, desde ya mismo, musa de esta que escribe.

Como no puede ser de otra manera, tras hablar brevemente de trabajo y mudanzas, fuimos al tema hombres, que es muy relajante: que si ese de Tinder que no hay manera de quedar con él, que si aquel que según él practicaba sexo tántrico y en verdad era sexo horrible, que uno que al principio se quedaba a dormir y acabó corriendo por el pasillo al terminar, que otro que en seis meses no bajó a lo que viene siendo la entrepierna… Yo escuchaba desde esa perspectiva que da la madurez o mejor dicho, la inactividad, porque os recuerdo que estamos de luto por mi chirri. No, no ha resucitado. Y pensaba que “vaya perezón aguantar tanta tontería” y que “de buena me he librado”. Sí, es una reflexión un tanto catastrofista pero es lo que hay.

 quiero ser puta

Y allá que, tras un par de gin- tonics, Ana, ya embalada y ofendida por el contenido de la conversación, afirma: “Yo creo que me tendrían que pagar”. Ah, “¿quieres ser puta?”, le pregunto yo sin la más mínima intención de juzgarla, porque aquí que cada una sea todo lo puta que le venga en gana. “Tía, es que siento que me deben algo. Me follan mal, salen por patas, no contestan mensajes. Me deben algo, pues que me paguen y al menos me compro unos zapatos chulos”.

HOSTIAS, QUÉ MARAVILLA.

quiero ser puta

Porque las penas con unos Jimmy Choo, son menos penas. Eso es así.

“Ana, cari, tú no quieres ser puta, lo que quieres es que te indemnicen”, le dije yo, haciendo gala de mis conocimientos jurídicos. “No quieres cobrar por tener sexo, sino porque te han ofendido y eso es MUY RESPETABLE Y MUY LÓGICO, además.”

quiero ser puta

Y es que tocar los ovarios sale MUY barato, señores. El colmo ya es que los Whatsapps son gratis y eso ha incrementado el mareo y la tontería hasta unos límites insospechados. Antes, con los SMS a 0,25 nos pensábamos mucho más lo de tontear porque, en un pis pás te plantabas en cinco euros. Si tonteabas con cinco al mismo tiempo, eran veinticinco euros. NI DE COÑA. Yo propongo lo siguiente:  creemos una app mediante la cual, ante más de diez mensajes sin quedada cara a cara, la/el mareado, cobre veinticinco céntimos por cada frase recibida. No evitamos los malos polvos, pero sí los vapuleos. Algo habríamos avanzado.

Y, por otro lado, señores del poder legislativo, deberíamos crear nuevas figuras delictivas en el código penal. Igual que existe la “omisión del deber de socorro”, podrían crear la “omisión del deber de se corre”.

Es decir, que si no me satisfaces porque no te da la gana, MULTA. Otro delito debería ser el de la Resaparición, que tanto hemos tratado por aquí: que desapareces, pues MULTA. Que apareces para seguir mareando, MULTA. Que cancelas citas compulsivamente, MULTA. Que pretendes que te hagan sexo oral pero tú pasas de corresponder, MULTA.

quiero ser puta

Y así un largo etc. Lo recaudado iría, en parte a la/el damnificada/o y en parte a la Administración, así podría sufragar los servicios de limpieza de Madrid, que está lleno de mierda que no es normal.

Porque lo peor es la cara de gilipollas que se te queda ante determinados comportamientos y encima pensar que no tenemos derecho a quejarnos. Gentes del mundo, no hace falta firmar ningún documento que nos obligue a ser respetuosos y considerados, así como no necesitamos tenerlo para poder exigir tales conductas.

Así que probablemente Ana tenga razón y ya va siendo hora de pedir un poquito de educación, reclamar consideración, reivindicar derechos no escritos y, en caso de ser necesario, solicitar resarcimiento.

Si eso es ser puta, SEAMOS PUTAS.

so

Son mis amigas.

Gracias, amigas.

Desde luego, tengo delito. He escrito sobre casi todo lo que nos envuelve en estas, nuestras vidas de féminas del s. XXI. Pero aunque las he mencionado de soslayo, todavía no les he dedicado un artículo a LAS AMIGAS, a mis amigas.

Tengo las mejores amigas del planeta y ha llegado el momento de daros las gracias, mis chochinguis, por tantísimas razones…

GRACIAS porque si no fuera por vosotras, no estaría aquí escribiendo estas líneas. Me distéis el coñazo (mucho) hasta que me rendí y empecé a plasmar en este blog todas esas burradas que antes solo decía. Ni que decir tiene que no necesito más musas que vosotras. Sería materialmente imposible que a mí sola se me ocurrieran tantísimas salvajadas sobre polvos, piedras coñiles, penesSois una fuente inagotable de sabiduría e inspiración.

GRACIAS porque con vosotras puedo ser yo misma y soltar por esta boca cualquier improperio sabiendo que no me lo tendréis en cuenta.

GRACIAS por nuestra complicidad, porque esas miradas telepáticas, porque no hay que contextualizar, dar explicaciones, buscar excusas. No con vosotras.

Muchas GRACIAS por aceptarme tal como soy, no es fácil, lo sé: me quejo, me enfado, me obsesiono, me pongo de muy mala hostia, muchas veces. Y ahí estáis, pasando de mis cabreos, PERO NO DE MÍ.

GRACIAS porque con vosotras puedo ser incoherente, incorrecta, insoportable. Siempre seguís ahí (al menos de momento).

GRACIAS por decirme verdades que no quiero oír, por nunca atacarme con el “ya te lo dijimos”, aunque me hayáis advertido mil veces.

GRACIAS por apoyarme, aunque no siempre me entendáis (algo muy normal, teniendo en cuenta que, normalmente, no me entiendo ni yo).

GRACIAS por respetar mis silencios y mis gritos, por llorar conmigo y, sobre todo, por reír todas juntas hasta hacernos pis y conseguir que el rimmel nos chorree por toda la cara. Nunca fuimos comedidas, PA QUÉ.

GRACIAS por esos findes en Formentera, por los mojitos de litro y medio, por los viajes en coche cantando temas del Dúo Dinámico a grito pelado, por las interminables noches de karaoke, por los bailes con los italianos de turno al ritmo de “Y que fantástico dar vueltas con los pies sobre sus alás, en tu Vespa Special que te quita problemaaaaaaaaaaaas”.

GRACIAS por no tener pelos en la lengua, por pasar del qué dirán, POR TENER ESOS OVARIOS TAN GIGANTESCOS. A vuestro lado hay que ser valiente, no hay más remedio.

GRACIAS por no permitir que la distancia nos aleje, por hacer que todo aquello que nos une pese más que unos cientos o miles de kilómetros MUY insignificantes.

Gracias, mis maravillosas compañeras, porque vuestra amistad es la gasolina que mueve el mundo.

Os adoro (por si no había quedado claro) Son mis amigas  

Cosas que no debes hacerle a tu coño.

madonna Queridas todas, ayer, cotilleando por Internet, encontré un artículo acerca de maltratos a los que una vagina no debería ser sometida:  hablaba de higiene, cuidados mínimos y esas cosas. Yo he querido ir más allá y he redactado siete mandamientos sobre autoestima vaginal que espero nos sean de utilidad a todas. Los podéis leer en mi blog hermano, Weloversize.   Besis

Se me ha muerto el chichi.

Se me ha muerto el chichi No es broma, no os riáis. Se me ha muerto el chichi, PERO DE VERDAD. Agonizaba desde hace tiempo, el pobre. Su declive comenzó hará unos seis años. Aún no sé si la falta de actividad fue causa o consecuencia de la enfermedad. Cada vez estaba más cansado, le daba más pereza ponerse en movimiento y, cuando lo hacía, era para luego arrepentirse. “Total, para ESTO…” solía comentar. Si queréis saber cómo sigue la historia, podéis leerla en mi blog hermano, Weloversize.
Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0